Actualizado: 25/04/2024 19:17
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Filosofía

«No ignoremos el punto de vista del otro»

El profesor Jorge J. E. Gracia habla sobre la filosofía 'popular', el pensamiento latinoamericano y la comprensión del llamado 'problema cubano'.

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Pero ni el escepticismo ni el pesimismo justifican las idioteces que se oyen en los departamentos de literatura americanos. Porque una cosa es pensar que lo que sabemos con certeza es insignificante, o que es operativo sólo en ciertas circunstancias, y otra cosa es decir que toda posición tiene el mismo valor que otra.

Me recuerda esto a lo que pasa con algunos estudiantes de segundo año de college aquí. Vienen de casas en que se tienen creencias religiosas que no se cuestionan, creencias acríticas. Y cuando llegan al college se dan cuenta de lo ingenuas que son y como resultado rechazan toda creencia, pensando que no se pueden hacer juicios de valor con respecto a ninguna posición. Pero esto es absurdo, en muchos casos se puede juzgar, aunque quizás sea imposible establecer una posición como válida para todas las ocasiones. Estamos rodeados de certezas contextuales.

Aquí estoy, escribiendo esto. Acabo de desayunar. Me estoy comunicando contigo. 2 + 2 = 4. Lo peor del relativismo rampante de la academia americana es que es contradictorio, se contradice a sí mismo. Especialmente cuando los señores que lo promulgan se enojan cuando uno los critica. Es cosa de reírse. Sócrates, el filósofo por antonomasia, practicaba un escepticismo fuerte, pero lo ponía en su lugar. Vivimos en un mundo de tinieblas gnoseológicas, pero eso no quiere decir que no veamos algunas cosas con más claridad que otras.

En algunos de sus trabajos, al intentar definir la especificidad del saber filosófico en diálogo con las ciencias naturales, aborda el problema del uso epistémico de la 'evidencia'. ¿Existe 'evidencia' filosófica? ¿Se puede pensar 'evidentemente' en filosofía?

La función del filósofo es elaborar, cuanto posible, un marco conceptual en que pueda encajar sus experiencias de manera que estas tengan sentido y le permitan entender mejor donde se encuentra. Estas experiencias vienen de la vida cotidiana y también de las ciencias, el arte y las letras. El proyecto no tiene fin porque nuestra experiencia nunca termina. Todos los días hay que sumarle algo a lo que ya conocemos, y ese algo puede cambiar las cosas radicalmente. Un libro que leemos, una experiencia dolorosa o feliz, la contemplación de una obra de arte o de la naturaleza, todo esto cambia el panorama.

Vivimos en una casa y abrimos ventanas. Y por cada ventana vemos algo diferente o algo similar. Nuestro proyecto es tratar de construir un panorama basado en lo que esas ventanas nos proporcionan: los sentidos, los sentimientos, la ciencia, el arte, las letras, etcétera. Nunca podremos construir un panorama completo, porque siempre habrá nuevas ventanas, y no podemos mirar a través de todas ellas a la vez. No somos Dios.

La diferencia entre el filósofo y el que no lo es, es que el primero conscientemente trata de construir el panorama y lo hace con ciertos criterios críticos, mientras que el segundo por lo general va de ventana en ventana, sin tratar de construir nada y sin criterios críticos. La evidencia que tenemos, entonces, es la experiencia que tenemos todos y cada uno de nosotros. La diferencia no está en la evidencia, sino en lo que hacemos con ella.

Usted también se ha especializado en pensamiento hispanoamericano y ha publicado varios libros sobre el tema. ¿Considera que hay en el pensamiento latinoamericano alguna clave importante para pensar la sociedad norteamericana del momento?

El pensamiento latinoamericano funciona como una perspectiva ajena al pensamiento norteamericano, y de esta manera proporciona un punto de vista importante para juzgarlo. La crítica es esencial en la filosofía, y en la ciencia también, por supuesto. Y la crítica mejor es la que viene de afuera, porque ella se hace desde un punto de vista ajeno, que no funciona dentro de los parámetros incuestionables de lo que se critica. Es más fácil ver la paja en el ojo ajeno que en el nuestro.

Así que la filosofía latinoamericana puede ver más fácilmente los problemas y limitaciones de la filosofía norteamericana, que la filosofía norteamericana misma. Y lo mismo pasa al revés: la filosofía norteamericana ve más claramente las limitaciones de la filosofía latinoamericana, que la filosofía latinoamericana misma. Pero no es fácil aceptar esto. Sólo un punto de vista realmente filosófico, basado en la búsqueda de la verdad y en una perspectiva crítica sin compromisos, es capaz de aceptarlo. La posición más cómoda es sencillamente mirar al otro, ver la paja y criticarlo, dejando nuestros problemas de lado. Por eso, la filosofía latinoamericana no se valora aquí, aunque algunos de nosotros estamos haciendo lo posible porque se valore.

La perspectiva latinoamericana tiene algo muy importante que ofrecerle a la perspectiva norteamericana en filosofía, y esa es la perspectiva del subdesarrollo y la marginación. Los romanos veían al mundo de manera diferente que los judíos, y los americanos ven el mundo de manera diferente que los latinoamericanos. No hay más que traer a colación la situación en Irak. Nuestro mundo, nuestra América, como decía Martí, es diferente y está en una situación diferente de la de EE UU. Y por eso nuestra filosofía tiene mucho que contribuir tanto a la de Norteamérica, como a la mundial.

Por último, ¿se ha formado alguna opinión acerca del papel que los filósofos y la filosofía pudieran tener en la comprensión del llamado 'problema cubano'?

El fin de la filosofía, como dije anteriormente, es tratar de desarrollar un marco conceptual general en que encaje nuestra experiencia y para eso hay que tomar en cuenta lo más posible. O sea, tenemos que tomar en cuenta lo que los demás piensan, basados en sus experiencias y añadirlo a lo nuestro. Y todo hay que someterlo a la crítica.

Dos cosas me parecen muy obvias en el problema cubano: una es que, en general, se trata de ignorar el punto de vista del otro, sea este el cubano en Cuba o el cubano en EE UU. La otra es que no se usan criterios críticos, sino que más bien se aceptan ciertas posiciones sin cuestionarlas. En Cuba hay una ideología que no se cuestiona, y fuera de Cuba hay un punto de vista producto de una experiencia traumática que tampoco se cuestiona.

Mientras no se trate de examinar la cuestión desde todos los puntos de vista y no se sometan esos puntos de vista a una crítica acerba, no habrá progreso, sino solamente conflicto. Pero toma nota de una cosa, que por decir esto me llevarán a la hoguera, lo cual no sería placentero. Quizás los pueda convencer de que me den la cicuta en lugar de quemarme.


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El filósofo y profesor Jorge J. E. Gracia.Foto

El filósofo y profesor Jorge J. E. Gracia.