Actualizado: 27/03/2024 22:30
cubaencuentro.com cuba encuentro
| Internacional

Política exterior

La alianza cubano-argentina entre 1976 y 1983

¿Por qué un régimen comunista apoyó a una junta militar fervientemente anticomunista cuyo principal objetivo era eliminar la subversión de izquierda?

Enviar Imprimir

Sin embargo, es bastante probable que los dos regímenes coordinaran sus políticas hacia Argentina, en particular durante fines de la década de los años setenta, cuando la estrategia cubana necesitaba de un alineamiento más estrecho con Moscú, tal como sostiene W.R. Duncan en The Soviet Union and Cuba: Interests and Influence.

Desde la perspectiva argentina, habría tenido poco sentido político abstenerse del apoyo cubano. De hecho, el régimen militar buscó activamente aliados como Cuba para evitar el aislamiento internacional experimentado por Chile. De cara a las críticas de los gobiernos europeos y de la administración Carter, las alianzas típicas se invertían en Ginebra, con una junta anticomunista, pro-occidente acudiendo a países socialistas y en desarrollo para protegerse de las cuestiones de derechos humanos.

La cooperación argentino-cubana no escapó a la atención del gobierno de Estados Unidos, tal como lo prueba un informe recientemente desclasificado del Departamento de Estado: "Los derechos humanos seguirán siendo un tema central en las relaciones bilaterales con Estados Unidos y las fuerzas detrás de los esfuerzos para obtener apoyo de socios que de otra forma serían improbables como Cuba, la Unión Soviética, y el movimiento de no alineados" (Departamento de Estado, 1980).

La posición influyente de Cuba

La membresía simultánea de Cuba en el bloque latinoamericano, el campo socialista y el Movimiento de No Alineados la ponía en una posición particularmente influyente para los intereses de Argentina.

Si bien los dos regímenes ocupaban extremos opuestos del espectro ideológico, la personalidad del embajador argentino en Ginebra pudo haber ayudado a mitigar esta restricción en la relación. Martínez, que se describe a sí mismo como un tecnócrata y especialista en comercio sin filiación política, había desarrollado contactos amistosos con Cuba, mientras trabajaba en la negociación del préstamo de Argentina a La Habana en 1973.

Luego de su designación en Naciones Unidas, realizada por Perón, Martínez cultivó una estrecha relación personal con Carlos Lechuga Hevía, el embajador cubano. De hecho, para el nacionalista Martínez, la protección de los intereses argentinos importaban mucho más que las distinciones ideológicas. Tras el golpe de 1976, según el ex ministro de Relaciones Exteriores Oscar Camilión, a Martínez se le brindó bastante discreción para solicitar apoyo donde fuera que pudiera encontrarlo en defensa del régimen.

Entonces, la respuesta afirmativa de la delegación cubana a la búsqueda de Martínez fue, después de todo, no tan sorprendente. Una convergencia básica de intereses hizo que Cuba estuviera dispuesta a condonar las violaciones de derechos humanos de Argentina, aunque otras motivaciones pragmáticas que tenían poco que ver con los derechos humanos determinaron el trato dispar hacia Argentina y Chile.

Estos incentivos se analizaron aquí en forma separada, pero en los cálculos de la política exterior cubana se fundieron para producir una extraña alianza en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU.

* Versión resumida del ensayo Extraña alianza: relaciones cubano-argentinas, 1976-1983, publicado por CADAL en Buenos Aires.


« Anterior1...3456Siguiente »
Teniente general Leopoldo Fortunato Galtieri, quien presidió la junta militar argentina a principio de los ochentaFoto

Teniente general Leopoldo Fortunato Galtieri, quien presidió la junta militar argentina a principio de los ochenta. (BBC)

En esta sección

Un largo proceso

Miriam Leiva, Ciudad de La Habana