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Congo-Leopolville, Cubanos, CIA

“Al combate corred…” hasta el Congo

Por ironía histórica, los exiliados cubanos combatieron por aire, agua y tierra en una campaña de contrainsurgencia que acabaría pariendo un dictador peor que Fidel Castro

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Ya salió a la venta el libro Cubanos combatiendo el castrocomunismo en África (Miami: Instituto de la Memoria Histórica Cubana Contra el Totalitarismo, 2014), que recoge testimonios muy valiosos (páginas 46-158) de exiliados participantes en campañas de contrainsurgencia del gobierno central del Congo-Leopoldville. Antes de salir el libro, Martínoticias había largado la nota (des)informativa sobre “Cubanos en un plan de la CIA para frenar guerrilla de Che Guevara en África”. El título del libro acentúa la disonancia de las claves históricas.

Para llegar a orígenes

Desde noviembre 15 de 1962 constan documentalmente exiliados cubanos en un plan de la CIA para frenar la insurgencia del líder anticomunista Moisés Tshombé, quien venía dando guerra al gobierno central del Congo-Leopolville —desde mediados de 1960— con la secesión de la provincia de Katanga. La ONU se metió a resolver esta crisis interna, pero el 9 de octubre de 1962 la CIA advirtió que no había solución a la vista y Moscú estaba ofreciendo ya asistencia al gobierno del presidente Kasa-Vubu y el primer ministro Cyrille Adoula.

Washington decidió adelantarse y así vino al mundo bipolar el Grupo Voluntario Cubano (GVC), con exiliados que se contrataban por seis meses para entrenar a los pilotos fantasmas de la Fuerza Aérea Congolesa (FAC). Solo que antes de que volaran en misiones contra Tshombé, las tropas de la ONU tomaron el último bastión secesionista y Thsombé marchó al exilio.

En eso Pierre Mulele —exministro del premier Joseph Lumumba, derrocado en 1960 por el jefe del Ejército Nacional Congolés (ENC), Joseph Mobutu, y luego asesinado— se alzó en la provincia de Kwilu. Mulele bautizó a sus guerrilleros como leones [simba, en suajili] y aprovechó la superchería congolesa de que cierta “medicina” [dawa] preparada por los brujos [mugangas] protegía contra el fuego enemigo. La cosa se puso tan fea que hacia julio de 1964 Kasa-Vubu sustituyó a Adoula con… Tshombé para sofocar el alzamiento.

Límites del castrocomunismo

El GVC cumplía misiones contra los simbas y la CIA continuaban reclutando exiliados cubanos con el propósito declarado de combatir el comunismo en el Congo, pero uno de sus propios oficiales legendarios, Richard Holm, a quien el piloto cubano Juan Perón salvó la vida tras aterrizaje forzoso por causa del mal tiempo, dejó bien claro que “la soldadesca simba estaba formada por una tonga de analfabetos que ciertamente no eran comunistas”.

Si entendiéramos castrocomunismo como presencia de guerrilla castroguevarista en medio del relajo simba descrito ejemplarmente por el propio Che Guevara, cabe precisar que esa guerrilla:

  • Entró al Congo desde Tanzania, por el Lago Tanganica, el 24 de abril de 1965, pero la CIA vino a enterarse de su presencia el 20 de junio, cuando los simbas ya estaban acorralados en el triángulo Uvira-Fizi-Kasanga.
  • Salió espantada del Congo por donde mismo entró, el 21 de noviembre de 1965, sin que tampoco se enterara la CIA, pero después que Kasa-Vubu diera la rebelión por prácticamente sofocada, el 13 de octubre, al decretar que Tshombé ya no hacía falta.

Mobutu se aprovechó de la situación y el 25 de noviembre dio golpe de Estado. Por ironía histórica, los exiliados cubanos combatieron por aire, así como por agua [patrullaje del Lago Tanganica en 1965 con Swift Boats (PCF)] y tierra [rescate de rehenes apresados por los simbas, durante la semana de Thanksgiving de 1964], en una campaña de contrainsurgencia que acabaría pariendo un dictador peor que Fidel Castro. Mobutu gobernó 5 años en estado de emergencia, 21 en dictadura cleptocrática y 6 más en igual dictadura bajo disfraz de régimen multipartidista.

En 1967 Mobutu fundó el Movimiento Popular de la Revolución (MPR), como único partido de la nación en el cual todos los congoloses ingresaban al nacer. Para colmo de la ironía histórica se proclamó sucesor de Lumumba y sería derrocado, el 16 de mayo de 1997, por uno de los líderes de la rebelión simba: Laurent Kabila.

Makasi v. Dawa

El GVC principió a cumplir misiones de contrainsurgencia sobre la base de otra superchería congolesa: que el ruido intenso entrañaba poder. Para atemorizar a los simbas, los aviones de entrenamiento AT-6 volaban a baja altura. No estaban artillados, pero hacían ruido ensordecedor. Los oficiales de Mobutu designaron al GVC con el término sijualí Makasi [fuerte, poderoso] y así fijaron una curiosa relación lingüística con el apodo cubiche del AT-6: “el enano que le ronca”.

Entretanto Mulele se rociaba con dawa y ordenaba a un compinche que disparara. Las balas eran de salva, pero los simbas salían a combatir gritando “mai Mulele” [agua de Mulele]. Para justificar los muertos y heridos se argumentaba que la dawa perdía efecto si el combatiente sentía miedo. Si moría alguno sin miedo y sin tacha, la culpa recaía sobre el muganga por elaborar mala dawa.

El bando de Mobutu también cocía habas en el caldero de la brujería. El 5 de octubre de 1964, una partida de apenas 40 simbas tomó Stanleyville sin disparar un tiro, porque al frente venían unos cuantos mugangas dando gritos y agitando hojas de palma. La guarnición —1.500 hombres bien armados— huyó atemorizada.

Makasi iría mejorando desde montar ametralladoras y rockets en los AT-6 hasta disponer de 13 T-28 Trojans y 7 bombarderos B-26K. En Diario de la guerra en el Congo (1976), el periodista español Vicente Talón recogió el testimonio de un piloto cubano que ilustra el viraje significativo que imprimió Makasi a las operaciones contrainsurgentes por encuentro entre dos culturas: “A los veinte minutos de vuelo descubrí, en mitad de un calvero, a un numeroso grupo de rebeldes que, al verme, me amenazaron con sus lanzas y palos. Aré el calvero con las ametralladoras y al virar [vi] que el suelo se encontraba lleno de muertos y de heridos, pero [los demás] seguían agitando los brazos. La segunda embestida fue, si cabe, más mortífera, [pero] al volver por tercera vez aún quedaba media docena [de] simbas [que usaban] dawa y se creían inmunes a las balas”.

Coda

A instancia de Mobutu, un AT-6 contribuyó a aplastar con ruido un motín de los policías de Leopolville en mayo de 1963. Makasi también contribuiría a sofocar el alzamiento del Coronel Tshipola en julio de 1966 y la revuelta de mercenarios en julio de 1967. Para ese entonces la FAC recibía los primeros pilotos congoleses graduados en Europa. Los exiliados cubanos sobraron.

El finado historiador Enrique Ros abordó con título más preciso el mismo episodio en que los cubanos sirvieron como peones del ajedrez geopolítico sobre el tablero congolésde la Guerra Fría: Cubanos combatientes: Peleando en distintos frentes (Ediciones Universales, 1998).


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