Actualizado: 28/03/2024 20:07
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Cuándo y hasta dónde

Cambios en la política norteamericana hacia La Habana: cuestión de libertad, democracia... y dinero.

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Lo que se busca es un enfoque realista y práctico, a partir del hecho de que en estos momentos todo indica que la transición será un proceso largo —en muchos casos, reducido a pasos muy limitados— dentro de una situación general de continuidad, la cual fácilmente puede extenderse por los próximos cinco años. No queda más remedio que aceptar la estabilidad lograda por el gobierno cubano.

La tercera razón que lleva a pensar que el cambio llevará tiempo y no siempre triunfarán las propuestas más avanzadas, pese a la avalancha de iniciativas para mejorar las relaciones entre Cuba y EE UU, es que la labor de cabildeo del exilio de "línea dura" sigue siendo fuerte y eficaz. En este cabildeo se fundamenta el optimismo moderado del legislador Díaz-Balart.

El PAC en Washington

Si uno escucha en la radio de Miami las declaraciones de los principales directivos del US-Cuba Democracy Political Action Committee (PAC), encuentra siempre una posición firme e intransigente frente al régimen de La Habana, un apoyo ilimitado al ex presidente Bush —que se mantuvo hasta el último día y sobrevive en la actualidad— y una militancia fiel al Partido Republicano.

Cuando luego se revisan las contribuciones de este grupo a las campañas electorales, el panorama es muy distinto. En el año 2008, de acuerdo con OpenSecrets.org, el PAC donó $409.500 a los demócratas que aspiraban a escaños federales en la Cámara de Representantes, mientras sólo $224.500 a los candidatos republicanos. Respecto al Senado, $82.000 fueron a los republicanos, mientras $37.500 se destinaron a los demócratas.

En las donaciones a candidatos específicos, algunas diferencias podrían resultar asombrosas para los oyentes cotidianos de la radio de Miami: Lincoln Díaz-Balart sólo recibió $5.000 e Ileana Ros-Lehtinen ni un centavo, mientras la demócrata floridana Debbie Wasserman Schultz obtuvo $10.000. La misma cifra fue para otra legisladora también demócrata, en este caso por Illinois y poco conocida en Miami: Melissa Bean. Otro congresista que recibió $10.000 fue el demócrata por Nueva Jersey, Albio Sires.

En igual sentido, al líder de la mayoría en la Cámara de Representantes, el demócrata afroamericano por Carolina del Sur, James E. Clyburn, le fueron otorgados $10.000 para su campaña de reelección, mientras el republicano por Indiana Dan Burton (sí, el de la famosa Ley Helms-Burton) se tuvo que conformar con $6.000. En el Senado, Robert Bob Menéndez, demócrata por Nueva Jersey, recibió $2.500, al tiempo que $5.000 fueron respectivamente para Bill Nelson, demócrata por la Florida, y para Ken Salazar, demócrata por Colorado.

No es esto una acusación de doble moral e hipocresía para los directivos del PAC, ya que estos han declarado que sus objetivos, a la hora de influir en la política norteamericana hacia La Habana, son bipartidista. Es simplemente un reconocimiento a la sagacidad del grupo, una de las pocas fuerzas políticas de Miami que aún siguen contando en Washington.

Este bipartidismo logrado por el PAC de Miami explica que una influyente legisladora demócrata como Debbie Wasserman —partidaria primero de Hillary Clinton cuando ésta era aspirante a la presidencia y luego seguidora de Obama— vote como demócrata e incluso liberal (en el sentido norteamericano) en los diversos proyectos de la Cámara, pero sea al mismo tiempo una fuerte aliada de Lincoln Díaz-Balart a la hora de oponerse a cualquier cambio en la política hacia Cuba, y abogar por un fortalecimiento de cualquier tipo de sanción.

Un caso donde se ha señalado la influencia del PAC lo constituye el representante Clyburn, quien en julio de 2007 se opuso a una propuesta del representante Charles Rangel, demócrata por Nueva York, para eliminar ciertas restricciones a las ventas de productos agrícolas a Cuba. Para entonces, ya los demócratas dominaban la Cámara y Clyburn tenía la importante función de líder de la mayoría, un puesto que en otra época ocupó Tom DeLay, cuando dominaban los republicanos. El líder (whip) tiene la capacidad para someter voluntades y encaminar votaciones hacia determinados objetivos.

El año anterior, Clyburn había votado en favor del levantamiento del embargo y con anterioridad había apoyado las ventas agrícolas a la Isla, incluso había señalado —en una declaración de 2002— que su estado de Carolina del Sur estaba en una posición privilegiada para beneficiarse de las oportunidades comerciales que brindaba el comercio con Cuba. Para el período 2007-2008, el PAC otorgó $322.500 en donaciones políticas, de los cuales $10.000 fueron dados a Clyburn, de acuerdo a TheHill.com.

No se puede afirmar que en todos los casos exista una línea directa entre el dinero de las donaciones de campaña y la votación de un legislador. Clyburn es también un ejemplo de ello. En mayo de 2000 fue el copatrocinador de un proyecto de ley que permitiría a los norteamericanos viajar a Cuba (no llegó a ser votado por el pleno de la Cámara), mientras en julio de 2001 votó a favor de mantener la prohibición de los viajes hasta que no fueran liberados todos los prisioneros políticos. Se debe aclarar que el PAC fue fundado a finales de 2003.

Sin embargo, no hay duda de la efectividad de cabildeo de esta organización —que ha seguido la misma estrategia de los grupos favorables a Israel—, al dirigir sus esfuerzos hacia nuevos congresistas de ambos partidos, con el objetivo de crear una barrera que se oponga a cualquier medida tendiente a flexibilizar la política del embargo.

Ocasión única

Lo que ha cambiado en la actualidad es que está aumentando el ímpetu por llevar a cabo un cambio de política hacia Cuba, y ello no favorece a los partidarios de mantener vigente las restricciones.

Desde su formación, el PAC siempre contó a su favor con un presidente que solía repetir con firmeza que vetaría cualquier legislación que favoreciera la disminución de las restricciones al gobierno de Castro. Entonces, a muchos legisladores no le resultaba costoso —en términos de capital político— oponerse a una propuesta que se sabía condenada al fracaso.

En este sentido, la situación ha cambiado por completo. No sólo el nuevo inquilino de la Casa Blanca no le debe nada al voto del "exilio histórico" —que lo menos que hizo fue acusarlo de comunista durante la campaña electoral—, sino que la crisis económica hace que ningún mercado sea pequeño.

Cabe preguntarse entonces si, por ejemplo en el caso del legislador Clyburn, su voto este año se definirá a favor de una medida o una ley que podría significar beneficios para los granjeros de Carolina del Sur, o se mantendrá fiel a los intereses de un grupo de cabildeo que contribuye a sus campañas electorales.

Por supuesto —y es bueno repetirlo— que en este juego político la libertad y la democracia se convierten en palabras que sólo se mencionan de paso. Pero tampoco sirvió de mucho el convertirlas en la materia de que están hechos los sueños electorales.

Se impone, al menos, una política más sensata hacia Cuba. Queda por ver si algunos, en Miami o en La Habana, no van a intentar destruirla. Queda la esperanza de que estos no cuenten con la fuerza necesaria. No hacer nada también agota.


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La secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton (centro), junto a los senadores Richard Lugar y John Kerry. (AP)Foto

La secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton (centro), junto a los senadores Richard Lugar y John Kerry. (AP)