Actualizado: 23/04/2024 20:43
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Cuba: ¿la pobreza irradiante?

La escasez no genera creatividad ni solidaridad, sino violencia y frustración.

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"La pobreza como austeridad y decoro, virtud fundadora de nuestros mejores hombres, tradicional 'sensatez' de la familia media cubana —ha dicho Vitier—, es un valor que debemos seguir oponiendo a la insensatez consumista convertida en 'modelo' mundial por Norteamérica". Muchas son las fuentes ideológicas de este tópico origenista: Juan Ramón Jiménez, Rilke, Leon Bloy, Ernesto Cardenal.

Se trata, tanto en el caso de Vitier como en el de Alba, de discursos que retienen de la derecha clásica, anticapitalista, tópicos fundamentales como el de la autenticidad de la lentitud y, sobre todo, la necesidad del límite: para Santiago Alba, el ascetismo, garantizando la "finitud irremplazable de la tierra, es la condición misma de toda alegría y de toda civilización".

"En Cuba —ha escrito Alba— faltan cosas, pero no muchas, quizás sólo una o una y media, y estoy seguro de que cuando les permitan respirar, cuando puedan liberar toda su potencia acumulada de la mordaza imperialista, la alegría y la civilización seguirán asociadas a esta idea de la 'bastanza' comunicativa, de la poquedad multiplicadora en cuyos bordes germinan salvajemente el ingenio, la solidaridad, el amor y el sentido común".

Jóvenes 'luchadores'

Algunas de estas características que atribuyen a los cubanos las visiones utópicas reaparecen, lamentablemente, en otros acercamientos a la Cuba actual que para nada constituyen apologías del régimen castrista. Es el caso del documental Mecaniqueros (dirección de Joanne Michna, producción de Canal ARTE, Francia, 2005), pasado recientemente por Televisión Española.

Este documental se propone testimoniar las dificultades de la vida en Cuba siguiendo las rutinas de tres jóvenes "luchadores" que se buscan la vida como pueden al margen del Estado. Aunque es cierta la tesis de que la sobrevivencia del cubano de a pie depende en la mayoría de los casos de una iniciativa individual situada siempre más o menos fuera de la ley, algunos de los modus operandi de estos buscavidas de Centro Habana resultan ciertamente inverosímiles para cualquiera que haya vivido en Cuba los últimos años.

Por ejemplo, una mujer de escasos recursos le encarga a los "mecaniqueros" que le preparen la fiesta de quince de su hija. Ellos "contratan" para amenizarla a un grupo de músicos que en vez de cobrar en dinero por sus servicios, piden a cambio un poco de oro para ponerse en los dientes.

Además, para conseguir el vestido que va usar la quinceañera, el "mecaniquero" al frente de los preparativos va a ver a una costurera del barrio que le enseña dos vestidos que, como por casualidad, tiene allí; el joven escoge el que mejor le parece y luego aparece la muchacha luciéndolo en la tradicional sesión de fotos.