Actualizado: 18/04/2024 23:36
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Informe, Payá, Carromero

El caso Payá: otro episodio

El autor de este artículo considera que el informe de la Human Rights Foundation no logra confirmar por ningún lado la exculpación de Ángel Carromero

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Al numerito de Rosa María Payá frente a la embajada de Cuba en Washington tenía que seguir otro igual de pintoresco: Human Rights Foundation (HRF) acaba de apearse con un informe jurídico que, tal y como alegó en juicio la defensa de Ángel Carromero, echa la culpa de la muerte de Oswaldo Payá y Harold Cepero al gobierno de Cuba, solo que por razones muy distintas.

Rosa María llevó a la embajada una carta —que simplemente pudo echar por correo o presentar en persona durante su reciente estancia en Cuba— con asunto ajeno por completo a trámites consulares o diplomáticos: los resultados de la autopsia de su padre. Para colmo dirigió la solicitud al ministro de Salud Pública, quien no tiene control alguno sobre las necropsias en proceso judicial.

HRF se gastó 87 páginas sin poder confirmar por ningún lado la exculpación de Carromero: que otro auto impactó al suyo por detrás. Para colmo llamó su informe “jurídico” sin haber consultado las conclusiones de la acusación y la defensa, de las cuales Carromero recibió sendas copias, ni discutir el caso con José María Viñals, del bufete madrileño Lupicinio Abogados, quien coordinó la defensa. Tampoco revisaron el informe del agregado de policía de la embajada de España en Cuba, Vicente Cuesta Macho, quien habló con Carromero en el hospital de Bayamo e inspeccionó personalmente el auto Hyundai Accent accidentado sin hallar indicios de que otro hubiera estado involucrado en el accidente.

La preocupación original de Carromero

Ese otro auto no aparece ni siquiera en el relato que el informe cita sobre “los hechos presenciados y los testimonios obtenidos” la misma noche del 22 de julio de 2012 por “amigos cercanos y miembros del MCL” [Movimiento Cristiano Liberación]”. Y en ese relato hay un pasaje esclarecedor:

“El español estaba preocupado por el seguro… Yo lo que entendí fue que el instructor [policial] le dijo [algo] como ‘no te vas a salvar de esta’, ‘no vas a tener solución’ ‘no te van a pagar el seguro’, algo así que le dijo [a Carromero] que por como habían sucedido los hechos él no podía cobrar el seguro. Entonces es allí cuando el español se molesta y dice que no iba a hablar ni una palabra más hasta que llegaran los funcionarios de la embajada” (página 25).

Efectivamente llegaron el cónsul Álvaro Kirpatrick y el agregado de policía Cuesta Macho, pero Carromero no pudo sostener su excusa original ni siquiera con el otro sobreviviente como testigo, porque Jens Aron Modig había pasado casi de inmediato, sin presión alguna de nadie, este mensaje SMS: “Dice Ángel (sic) que un carro lo empujó fuera de la carretera”.

Reducción al absurdo

Así tenemos que solo Carromero alude a otro auto y, además, sabía bien que recibiría asistencia consular. Así se derrumba todas sus alegaciones de bofetadas y amenazas para faltar a la verdad. De haberlo insinuado nada más al agregado de policía o a los cónsules que fueron a visitarlo en el hospital o la prisión, el escándalo diplomático Madrid-Habana hubiera sido de vigueta.

En su comunicado conjunto con la viuda y por video del 1ro de agosto de 2012, Rosa María soltó: “Ángel expresó dos veces que el auto había sido embestido por detrás, hasta ser contrariado por el oficial”, pero ni Carromero ni la familia Payá han sacado jamás a declarar “a todos los que estábamos allí, al padre Juan, al padre Manolito” (página 23), quienes siendo “amigos y miembros del MCL” oyeron la misma noche del accidente al oficial Fulgencio Medina contar que todos los testigos presenciales desmentían a Carromero.

HRF viene ahora a insistir en el absurdo de la Seguridad del Estado, tras dejar a dos testigos extranjeros vivos, procedió a encubrir el asesinato sin ton ni son de Payá armando del mediodía a la noche un cuarteto de falsos testigos: el patrullero Yoandri Rodríguez, los tractoristas Wilber Rondón (en sentido contrario del auto) y Lázaro Miguel Parra (en el mismo sentido), así como el bicicletero José Antonio Duque (en el mismo sentido). Amén de instar a Medina para que echara el cuento enseguida en el hospital, el mastermind de esta conspiración habría instruido a todos los peritos que dictaminaran en falso: desde los jefes provinciales de Criminalística (Inardi Reyes) e Ingeniería del Tránsito (Fidel Núñez), pasando por el capitán Jorge Fonseca y el policía Rolando Vichot (sobre lugar y circunstancias), hasta el ingeniero mecánico Misael Fontes (sobre estado técnico del Hyundai), el botánico Luis Catasus (sobre el impacto contra el tamarindo chino) y el físico Jorge Alberto Cuba (sobre las deformaciones resultantes del auto).

The day after

Al otro día del accidente —perdida la esperanza de cobrar el seguro al no poder sostener que intervino otro auto— Carromero declaró “que momentos antes del accidente miró por el espejo retrovisor interior del vehículo y vio un auto que circulaba detrás del cual no puede dar detalles, pero en ningún momento sintió impacto por la parte trasera”.

Ese es el Lada rojo que mencionan los testigos y del cual dieron fe tanto el oficial Medina ante los “amigos y miembros del MLC” congregados en el hospital la noche del accidente, como el patrullero Rodríguez en su declaración (fojas 3-4 del Expediente de Fase Preparatoria 96-2012): “Un conductor de un auto que iba en dirección a Bayamo le comunicó que había ocurrido un accidente”.

Así y todo, la defensa se plantó contra la fiscalía en que Carromero no venía a exceso de velocidad por un terraplén, sino a velocidad moderada por carretera con tramo sin asfaltar y mal señalizado. De este modo descargó la culpa del accidente y sus muertes sobre el gobierno como único responsable, la misma tesis que ahora esgrime HRF en su informe jurídico, pero sobre la base antijurídica del dicho de Carromero refutado por las pruebas materiales y testificales.

Coda

Así como los abogados españoles Eduardo Gracia Pena y Francisco Andújar engatusaron a la familia Payá con aquella querella absurda ante la Audiencia Nacional en Madrid por crimen de lesa humanidad contra la Seguridad del Estado, el Director Jurídico Internacional de HRF, Javier El-Hage, y su abogado asociado Roberto González pretenden seguir la rima con un informe panfletario que incluye hasta “un análisis científico refutando la versión oficial de los hechos” (página 34). Un tal Francisco Muller, de la Academia Vareliana de las Ciencias, dice que las fotos del auto fueron manipuladas, como si no constaran en el expediente judicial para establecer la cadena de custodia, a tal punto que “la foto frontal muestra reflejos [tales como] una urbanización, un edificio y una iglesia gótica [que] sugieren que las fotos fueron tomadas en un lugar de la ciudad de Camagüey…”

Habría que sumar entonces al agregado de policía Cuesta Macho a la conspiración, por haber informado que inspeccionó personalmente el Hyundai en Bayamo, y así los complotados en el encubrimiento del asesinato de Payá y Cepero rondarían ya la veintena, para dejarnos expectantes por el episodio de que alguno escape de la Isla y confirme el dicho del bicho.


Ilustraciones de la defensa en el juicio a Carromero

Descargar PDF [4,38 MB]

Informe de Human Rights Foundation

Descargar PDF [1,11 MB]


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