El escarnio ordinario en Cuba
Aixa Hevia, vicepresidenta de la UPEC ataca a su colega expulsado de su trabajo
Durante los gobiernos de Fidel Castro y de su hermano Raúl Castro, la práctica de la propaganda del culto a la personalidad se ha afianzado gracias al paralelo despliegue de la represión de la opinión pública, el monopolio estatal y partidario de los medios masivos de información y la práctica sistemática de los intentos de asesinatos de reputación a los que no muestren sumisión al discurso oficial.
Esta práctica tiene represalias con mecanismos de control social
- económicas: expulsión del trabajo, confiscación de bienes, no acceso al trabajo legal privado y cooperativo.
- sociales: expulsión al exilio o confinamiento al ostracismo de la persona y hasta penas de cárcel.
- control micro y macro del individuo en el territorio y el espacio: residencia y movilidad territorial interna y externa.
- Control del léxico: el Departamento ideológico del CC del PCC delimita el discurso permitido y el prohibido.
Unida a todas estas represalias y prohibiciones, las represiones a los que tienen un discurso abierto contra las políticas públicas del gobierno son múltiples y al margen de la ley: son arrestados sin orden de arresto, vandalizadas sus casas sin orden de allanamiento, golpeados esposados sin apelación posible, y sometidos a fabricaciones de juicios por delitos comunes sin apelaciones al fiscal encargado de acusar y encausar los delitos.
Los abogados defensores en Cuba son una figura decorativa, —pagados por el Estado— que reciben la “investigación” de los fiscales algunos días antes de los juicios, y tienen prohibido comunicar los resultados de su trabajo de manera pública ni hacer críticas al trabajo del fiscal. Tampoco los abogados defensores pueden pedir una investigación independiente a la impuesta por el fiscal. Esta es la maquinaria represiva sin contrapeso que produce a los “funcionarios profesionales” como Aixa Hevia contra sus colegas, Suselys Morfa González, primera Secretaria de la UJC con su “acto de repudio” en la Cumbre de Panamá contra sus compatriotas, Darío Machado, Thalía Fung, Miguel Limia David contra sus colegas, los intelectuales que publican en la “Jiribilla” contra Roberto Zurbano, Atilio Borón y Guillermo Rodríguez Rivera contra el escritor Leonardo Padura, Percy Alvarado, Iroel Sánchez, Yohandry Fontana, M.H. Lagarde y Enrique Ubieta, contra todo movimiento independiente, Rafael Hernández, director de la Revista Temas contra todos los intelectuales que hemos emigrados calificándonos de “mutantes disidentes”; y otra recua de funcionarios impresentables menos visibles que sistemáticamente expulsan, discriminan, atropellan sin apelación, como los casos recientes contra los profesionales Juan Carlos Cremata, Omar Everleny, Yanelys Nuñez Leyva, Oscar Casanella, Ariel Ruiz Urquiola y José Ramírez Pantoja[1].
La prensa al alcance de la población describe un país que no existe, con logros nunca palpables, dirigentes que su trabajo es visitar los lugares productivos del país, y regañar o felicitar en dependencia a que hayan cumplido “los planes”. Los planes no se cumplen pero cuando se cumplen no significan absolutamente nada porque se hacen de espaldas a la demanda y el gobierno se esconde 360 días al año[2] .Siempre alguna noticia contra el “enemigo” ideológico que nunca es un adversario sino “la fuente de todos los males” y así el país, fruto de este mecanismo perverso de silenciamiento sobre los problemas de la sociedad, llega y se mantiene en 2016, con una crisis estructural de más de un cuarto de siglo y con la estampida del escape a cualquier otro país de unos 100.000 cubanos al año.
La lista de los represores es lamentablemente demasiado larga en el medio siglo transcurrido desde 1959, los mecanismos del escarnio ordinario siguen intactos: el sistema los reproduce frente a la falta de decencia de los “funcionarios profesionales” que se prestan a realizar el escarnio y gracias a los mecanismos estructurales de represión a la crítica.
La manera de escalar posiciones que permitan prebendas concomitantes como en “el socialismo real europeo” —ocultas y silenciadas— transita por el nivel de lealtad demostrada al discurso oficial. En otras palabras, la movilidad social es directamente proporcional a los ataques al pensamiento discrepante de colegas y de los adversarios políticos.
En este sentido, la calidad profesional y el desempeño en sus puestos de trabajo, sigue siendo una asignatura pendiente para todos los profesionales del Estado y el Partido, incluyendo en primer lugar los 14 miembros el Buró Político. Así se mantienen en el poder Machado Ventura, Ramiro Valdés, el propio General Presidente que ni los audífonos en una rueda de prensa puede atinar a colocarse. La mediocridad es promocionada siempre que se acompañe con los ataques públicos o invisibles a la opinión pública, contra cualquier discrepante de la política pública oficial sea económica, política, cultural, social, jurídica laboral, civil y penal.
¿Podrían estos funcionarios profesionales dejar de atacar el pensamiento diferente al discurso oficial? Mientras el escarnio sea un mecanismo de movilidad social ascendente no lo creo posible. Las secuelas de embrutecimiento a la población y el mantenimiento de la crispación política en el debate sobre la realidad cubana se mantendrán mientras el gobierno no decida discutir de manera sosegada, y respetuosa con sus discrepantes y/o adversarios internos y externos. Desde las posiciones de fuerza con las cuales negocian la diplomacia y gobierno cubanos lo único que logran es cerrarse puertas a su inserción internacional y provocar la estampida de su fuerza de trabajo. Para dar “malas noticias” no necesitamos de gobierno alguno, la vida cotidiana es ya la peor de las evidencias.
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