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Derechos Humanos, Represión, Embargo

Elogio y refutación de la cordura

Antonio Rodiles saca provecho de que Cuba firmó los pactos internacionales de derecho humanos y pide al Gobierno ratificarlos

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El lunes 19 de mayo, Antonio Rodiles presentó, en las oficinas del Jefe de Estado y Gobierno y en la Cancillería, una queja por la demora en ratificar los pactos internacionales de derechos humanos junto con la petición de correr ya ese trámite pendiente desde 2008.

Rodiles acaba de librarse así de la impedimenta fútil que viene arrastrando la oposición pacífica con recogidas de firmas para presentar proyectos a la Asamblea Nacional, donde no hay un solo diputado opositor.

Para la gente sin poder político, no tiene sentido solicitar al poder constituido que haga cosas en su propia contra. Frente al poder gobernante, la gente de abajo se queja por la violación de sus derechos legalmente establecidos o se rebela con balas o con votos para cambiarlo.

Es vergonzoso que el propio dictador haya enseñado cuál es el camino del pueblo cubano para la oposición pacífica: “Les queda un cláusula teórica: que vayan a la Asamblea [Nacional] y que sean mayoría; si postulan a los delegados de circunscripción, si tuvieran mayoría, votan por ellos y sencillamente, mediante la vía electoral, pudieran tomar el poder [y] hacer una contrarrevolución por vías legales” (Biografía a dos voces, Debate, 2006, p. 556).

La contradicción práctica

Esta vía legal electoral se despacha fácil con que la dictadura ejerce tal represión que ningún disidente será jamás delegado de circunscripción ni mucho menos diputado. Sólo que la única alternativa para cambiar el régimen político sería entonces una revuelta popular y lo que viene haciéndose es que las víctimas de la represión reclaman derechos, pero al mismo tiempo instan el cambio de gobierno sin tener apenas gente que se bote a la calle.

Giovanni Sartori dejó claro que en política no se puede sacar igual provecho de acciones contrarias. Se puede lograr más de una cosa solo a condición de pedir menos de la otra (La politica: logica e metodo in scienze sociali, Milán: SugarCo, 1979, pp. 140 ss).

Rodiles saca provecho de que Cuba firmó los pactos internacionales de derecho humanos y pide al Gobierno ratificarlos. Así allana el camino para la discusión venidera de qué reservas e interpretaciones serían inadmisibles al momento de la ratificación. Quedó atrás la tradición de caer en trances de liderazgo por presentar tal o cual proyecto y exigirle al poder que preste atención, porque hay revuelo en Internet y en el exterior. Como si esto importara a un Estado totalitario que no ha tenido que recurrir al estado de emergencia para controlar a los revoltosos.

Los pactos y el embargo

Al firmar los pactos internacionales de derechos humanos, Cuba puso la piedrecita de siempre en el camino de la ratificación: “El embargo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América y su política de hostilidad y agresión contra Cuba constituye el obstáculo más serio para que el pueblo cubano disfrute los derechos establecidos [en aquellos]”.

Y como la clave para mantener el embargo es que levantarlo no contribuiría en nada a mejorar la situación de derechos humanos, volvemos a toparnos con Sartori, porque arreciar el embargo tampoco ha contribuido a ninguna mejoría y ninguna administración estadounidense se atreve a aplicarlo a rajatabla.

Esta contradicción práctica solo puede resolverse… con un pacto. Washington abroga el embargo y La Habana ratifica los pactos internacionales de derechos humanos para incorporarlos sin reservas en su sistema jurídico. Si esto es misión imposible, pues seguirá la rima de los espectáculos opositores hasta que La Habana y Washington pacten algo distinto para consumar en la paz aquella maldición que Kennedy le echó a Miró Cardona en la guerra: Your destiny is to suffer.

17 instantes de una primavera plattista

Ya se advierten pasos precisos, como la carta abierta con 40 firmantes al Presidente Obama para que respalde la sociedad civil en Cuba. El plattismo es acaso la única forma que tienen los cubanos residentes en EEUU para hacer política a favor de Cuba, como acaba de advertir el filósofo Emilio Ichikawa. Puede venir desde la izquierda —mejorar las relaciones— o desde la derecha, en la tradición advertida por Enrique José Varona: las relaciones Cuba-USA no son problema de “alta política”, sino de “alta presión”.

Como el obligado pleito en el Congreso para levantar el embargo sería más duro, este ademán del plattismo de izquierda cifra la esperanza en el menú ejecutivo. Algunas medidas gubernamentales de alivio del embargo podrían ser:

  1. Incrementar los viajes de ciudadanos y residentes que no son de origen cubano mediante interpretación extensiva de las 12 categorías legales de autorización, en particular investigaciones, actividades educacionales, presentaciones públicas, proyectos humanitarios, exportación de productos agrícolas y negocios de exportación e importación.
  2. Eliminar el límite de gastos (ca. $180 diarios).
  3. Dejar sin efecto la prohibición de usar tarjetas de crédito y débito, cheques personales y de viajeros.
  4. Autorizar a todos los aeropuertos para vuelos fletados.
  5. Restablecer el servicio de ferry.
  6. Autorizar a todas las agencias de viajes para operar con Cuba.
  7. Autorizar a los viajeros para que, sin límite de valor, compren productos cubanos de uso personal o como regalos y puedan llevarlos de vuelta.
  8. Levantar la prohibición de que empresas cubanas participen en la transportación.
  9. Autorizar bancos corresponsales y apertura de cuentas por entidades cubanas en bancos americanos para facilitar las exportaciones agrícolas.
  10. Derogar la prohibición de que los barcos con productos agrícolas a Cuba no puedan cargar mercancías allí para llevarlas a un tercer país.
  11. Incrementar la lista de productos exportables a Cuba.
  12. Autorizar sin trabas en los pagos tanto la importación de medicinas y productos biomédicos cubanos como la exportación de insumos para las industrias cubanas de biotecnología y productos médicos.
  13. Instruir a las instituciones financieras internacionales que no entorpezcan el otorgamiento de créditos a Cuba.
  14. Dejar que Cuba use el dólar en sus transacciones internacionales.
  15. Permitir que las subsidiarias extranjeras de compañías norteamericanas hagan transacciones de servicios con Cuba, ya que la Ley Torricelli (1992) prohíbe tan sólo el comercio de mercancías.
  16. Levantar las prohibiciones de que los barcos que hayan transportado mercancías a Cuba no puedan entrar durante 6 meses a puertos de los EEUU y de que estos puertos no puedan usarse para el transporte de mercancías o pasajeros hacia o desde Cuba.
  17. Sacar a Cuba de la lista de Estados patrocinadores del terrorismo.

Si el poder ejecutivo adoptara todas o una parte sustancial de estas medidas, el embargo se desfondaría sin remedio en medio de la actual sinergia entre el ajuste cubano y la industria de viajes y envíos a la Isla. ¿Y los derechos humanos? Pues ahí. Tampoco China ha ratificado los pactos y es dueña del Tesoro americano.


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