Actualizado: 28/03/2024 20:07
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EEUU, Armas, Segunda Enmienda

Estados Unidos de América: ¿Armas por qué y para qué?

Tercero de una serie de cuatro

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Antes que el futuro nos alcance

Se dice, con razón, que “las armas no matan” y es cierto: matan quienes las utilizan. Además, para mayor precisión, como bromeó hace muchos años un comediante mexicano, Manuel El Loco Valdés, mientras se golpeaba la cabeza con un proyectil que tenía en la mano, “tampoco las balas matan… lo que mata es la velocidad que traen”.

Lamentablemente, no es posible predecir las acciones de los seres humanos y prevenir por tanto la comisión de crímenes. Y aunque la condición humana es esencialmente inmutable, puede ser condicionada y modulada por una adecuada formación y preparación, aunque esto no garantiza nada de forma absoluta y perfecta, pero sí reduce los casos de riesgo al mínimo deseable o aceptable.

Otro control posible, quizá en un futuro quién sabe cuán distante en una sociedad ultratecnologizada, puede ser semejante a lo que se muestra en el filme neo-noirMinority report (2002), dirigido por Steven Spielberg y con guion de Scott Frank y Jon Cohen, inspirado en el relato corto de Philip K. Dick, El informe de la minoría (1956).

Oportunamente, esta película se estrenó en medio de los debates surgidos en EEUU a raíz del atentado del 11 de septiembre de 2001. En ella se discute aparentemente la legitimidad de una Fuerza Pre-Crimen arbitrada por tres sujetos Precognitivos o Precogs, unos seres con poderes suprahumanos para predecir el futuro, pero realmente aborda el antiguo conflicto filosófico entre el libre albedrío y el determinismo. Es decir, un viejo tema, pero en una situación nueva, mas enteramente presumible. Valga señalar que, en algunas oportunidades, la literatura de ciencia-ficción ha sido renominada como de anticipación científica: sorprendentemente, varios frutos de la imaginación de Julio Verne se hicieron realidad unos pocos años después, como ejemplos que podrían argumentar lo anterior.

Hay señales, preocupantes o prometedoras según se mire, que avisan la cercanía de una nueva etapa tecnológica con gran impacto social y político, como las gafas de reconocimiento facial que ya utiliza la policía china y que, así lo afirman, permite identificar en tres segundos a los más de 1 800 millones de habitantes de ese país[1]. Eso induce hacia un omnipresente Estado Policial Total, un dilatado y populoso país como un enorme Check Point. Tal parece que, con el adelanto exponencial de la ciencia y la tecnología, de un momento a otro, el futuro nos va a alcanzar.

Si sus defensores persisten en mantener idéntica la Segunda Enmienda, quizá sea el momento de considerar seriamente la reimplantación del Servicio Militar Obligatorio, así como una adecuada política educativa que identifique individualmente en fase temprana los comportamientos agresivos de potencial peligrosidad, con un sistema multifactorial que además de ofrecer tratamiento eficaz, disuada o distancie a estos elementos de la posible adquisición de armas, y una vigilancia social permanente y generalizada que controle en etapa germinal esos posibles estallidos.

Es decir, se necesitan tantas cosas buenas, que resulta difícil se logren en el mundo real. Por muchos recursos, atención y control que aplique una sociedad para impedir la violencia, esta podrá surgir de forma imprevista e insospechable en cualquier parte y momento, bajo ciertas condiciones y aún sin ellas. Esto se corresponde con el factor fortuito y en muchas ocasiones visceral del comportamiento humano. Personas aparentemente cuerdas y sociables, repentinamente trastornan su actitud, y son capaces de ejecutar sangrientas matanzas sin causa aparente: hijos privilegiados y sanos de familias modélicas, sorprenden con brutales y abruptas acciones homicidas sin síntomas previos.


[1] Josh Chin, “Chinese Police Add Facial-Recognition Glasses to Surveillance Arsenal”. The Wall Street Journal, February 7, 2018.


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