Las 'revelaciones' de Juanita
La hermana de los Castro dice que trabajó para la CIA, pero en la agencia no hay constancia.
La televisión de Miami se confirmó como escenario principal de ese género bufo que consiste en hacer "revelaciones" sobre cositas ocurridas en Cuba. Y el último grito de la moda es la puesta en escena de vodeviles, con emigrados cubanos que sobrepujan a los estadounidenses hasta en el conocimiento de sus propios asuntos.
Miami quedó antes en vilo al revelar el teniente coronel Juan Reinaldo Sánchez, ex guardaespaldas de Fidel Castro, que la cosa de los espías Myers no había empezado, como asegura el FBI, en diciembre de 1978, cuando Walter Kendal Myers viajó a la Isla con "propósitos académicos", por invitación de un seguroso disfrazado de diplomático en la misión de Castro ante Naciones Unidas.
Según Sánchez, la cosa habría comenzado en 1977, cuando un par de segurosos se acercó a Gwendolyn Myers (de soltera: Steingraber), quien estaba en Cuba con la comitiva de los senadores George McGovern y James Abourezk (Dakota del Sur), aunque ella no aparezca en la lista oficial.
Tampoco la emigrada Juanita Castro aparece en la lista oficial de agentes de la CIA, pero a saber más que el FBI no podía menos que seguirle saber más que la CIA.
Juanita Castro, hermana del quidam, acaba de subir la parada revelándose como la "agente Donna", que nadie puede encontrar entre las miles y miles de páginas desclasificadas de aquella agencia. Y fuera de esas páginas, se encuentra, a lo sumo, la referencia del ex oficial de la CIA Philip Agge a ella como "agente de propaganda", que no es lo mismo.
El canal 23 (Univisión) de Miami estuvo jugando por semanas a la rueda rueda con "la historia secreta" de los hermanos Fidel y Raúl Castro, para terminar tomándole el pelo a la audiencia con un solito secreto (y sólo de Juanita Castro), que The Associated Press había reportado hace más de 45 años, a poco de quedarse Juanita en México, el 18 de junio de 1964: que había informado a la CIA desde Cuba entre 1961 y 1964.
Ahora Juanita se torna agentona y sus informes, sustanciales, trasmitidos en clave por radio de onda corta, con tremendo mendó: si sonaba la melodía Fascinación, de Marchetti, había mensaje, pero si las notas eran de Madame Butterfly (Puccini), no había. Todo esto y más puede leerse en las memorias de Juanita, escritas en colaboración con la periodista mexicana María Antonieta Collins, las cuales salieron al mercado de libros bajo el cuidado editorial de Santillana y con el apuntalamiento mercadotécnico pueril de un secreto guardado bajo siete llaves, que habría de revelarse "en exclusiva mundial" por Univisión.
La agente Donna
Juanita dice que fue reclutada en 1961 por intermedio de su amiga Virginia Leitao da Cuhna, esposa del entonces embajador de Brasil en Cuba. Esta "revelación" data por lo menos desde que Ted Shackley dio a imprenta, con Richard Finney, el libro Spymaster. My Life in the CIA (Potomac Books, 2005), pero tiene el mérito de desmentir los rumores sobre las afinidades electivas de Juanita y colocar su tándem con Virginia entre las amistades peligrosas para el régimen de Castro, antes que para cubanos que acudían a ellas con el empecinamiento de sacar cosas de la Isla.
De paso, se limpia la imagen del recinto habanero de Juanita (Calle J # 406, Vedado), con la revelación de haber sido refugio de opositores tempranos a la dictadura castrista, atendidos por ella y las hermanas Morgade.
Según Juanita, el oficial que terminó reclutándola (Hotel Camino Real, Ciudad México, 24 de junio de 1961) fue Tony Sforza, quien por entonces era plantilla del JM/WAVE. Ella aceptó colaborar gratis con la CIA, pero sin tomar parte en los planes de asesinar a Fidel y todos los que lucharon con él. A la semana cumplía ya su primera misión sublime: fungir de "mula" para llevar de México a Cuba mensajes y dinero en latas de conserva.
Juanita no podía pasar por alto que en septiembre de 1962 notificó a la CIA: "Por lo menos en Sagua la Grande, Guanajay y San Cristóbal, algo están haciendo". Ese prurito por adelantarse a las fotos que desencadenaron la Crisis de Octubre no tiene sentido desde que el refugiado cubano Roberto Marrero atestiguó, a su llegada a Miami, que en Pinar del Río se estaban construyendo bases de cohetes soviéticos (The Miami News, 26 de diciembre de 1961, página 3 A). Pero es octubre, y la efemérides pesa.
También pesa la familia. Lina Ruz, madre de los hermanos Castro, y el actual general gobernante, Raúl Castro, eran ángeles protectores de Juanita, quien sirve así en bandeja sendas justificaciones históricas del castrismo de ayer y hoy: que la CIA metió las narices hasta en la familia Castro Ruz durante su "guerra sucia" contra Cuba, y que Raúl es distinto y mejor que Fidel.
Como Juanita misma cuenta que su hermano Raulito fue a verla con un abultado expediente de la Seguridad del Estado, en el cual se describían sus acciones "contrarrevolucionarias", la gente se pregunta ya si constaban o no las labores de la "agente Donna", no vaya a ser que Juanita siga la tradición de su hermano Fidel, quien en la compilación de 638 intentos de asesinato en su contra incluyó aquellos que en su planeamiento avanzaron nada más hasta la fase en que alguien susurrara "a este tipo hay que meterle un bombazo", o algo así.
La gente se pregunta, además, cómo Fidel Castro, pudo franquearle a su hermana la escapatoria a México tras hojear aquel expediente. Y así empieza a refinarse la wafarina que traen el libro de Juanita y los ocho capítulos anunciados por Univisión, con ánimo de embriagar a las audiencias al compás del tratamiento farandulero del "problema cubano" en el sur de la Florida.
Coda
El primer resultado visible del ardid de Juanita y Univisión fue la agitación entre las "voces alternativas" del exilio. Antes de lanzarse este lunes el libro, Max Lesnik, Andrés Gómez, John Cabañas, Francisco Aruca y otros buscaban no sólo alzarse con el santo del secreto (que al cabo no era tal), sino también con la limosna de un ejemplar para hacérselo llegar "en primicia" al "compañero Fidel" y a la Mesa Redonda.
El lunes lucharon por mandar el paquetico a La Habana, por intermedio de una de la empresas de vuelos charter (CTS, ABC, Marazul, XAEL…). Es curioso que, a pesar de la reyerta interna, en la cual se han perfilado nítidamente, hasta el momento, dos bandos —Lesnik y XAEL contra Marazul y ABC—, todos los correveidiles de Castro dan el mismo recado al charteador: "dile que es un envío personal…".
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