Más pudo el interés

¿Qué buscan Brasil, Panamá y Costa Rica en La Habana? Tres nuevos valedores del régimen castrista ante EE UU y el continente se apresuran a potenciar sus relaciones económicas y comerciales con Raúl Castro. Después de las elecciones, San Salvador ya le puso fecha a su acercamiento con La Habana. Chile, Argentina y Ecuador lo hicieron en los primeros meses del año. ¿Es la respuesta a la obediencia del petrodólar venezolano? ¿Forma parte de una estrategia más elaborada a nivel regional o hay que buscar otros motivos?

Con los datos disponibles, no se comprende fácilmente el decidido estímulo a la mejora de las relaciones con un régimen político que no sólo no ha cambiado, sino que hace alarde internacional de su represión sistemática contra los opositores.

Detrás de las apuestas latinoamericanas se esconden algunos números. ¡Y qué números! Vayamos a la Oficina Nacional de Estadística de Cuba, con los datos más recientes.

Costa Rica, que ahora quiere normalizar relaciones diplomáticas con La Habana, es un país que mantiene actualmente un déficit comercial con la Isla de -14,5 millones de pesos cubanos, el equivalente a una tasa de cobertura del 38%. No es una cifra muy elevada en el volumen de intercambios, pero podría crecer de forma preocupante. Panamá lo tiene todavía mucho peor con Cuba, ya que mantiene una posición deficitaria de -365 millones de pesos cubanos (tasa de cobertura del 5%). En este caso sí que no existen muchas posibilidades de desarrollo comercial, ya que la Isla tiene poco que ofrecer.

Brasil, que ocupa el octavo puesto en el ranking de países a los que más vende Cuba, apenas detrás de España y Rusia, mantiene un déficit comercial con la Isla de -248 millones de pesos, con una tasa de cobertura del 20,6%.

Ante la recesión

Se acabó la espera. O dicho de otro modo: estos países, lo mismo que otros muchos, están queriendo nivelar sus relaciones comerciales con el régimen. Si ellos venden a Cuba un volumen muy importante de mercancías y servicios (¿dónde está el embargo?), están en su derecho de promover esos intercambios para tratar de equilibrar las cuentas y dejar de convertirse en meros financiadores de ese mal pagador que es el régimen comunista cubano. Dura tarea para los nuevos responsables del comercio exterior designados por Raúl Castro, porque, ¿cómo es posible conseguir más recursos de la Isla si ésta no tiene mucho más que ofrecer?

El comercio intrarregional del régimen, es decir aquel que se realiza con el continente americano, ha sido uno de sus fracasos históricos. En vez de especializar sus cuentas externas con los países más próximos (lo que habría sido una decisión razonable en términos de distancia geográfica y costes), La Habana siempre ha ido a buscar sus clientes bien lejos, desde los tiempos en que la URSS y el pacto del telón de acero subvencionaban plácidamente la estructura ineficiente de la economía local.

Cuando esa historia acabó, la tradición se impuso, y los clientes se fueron a buscar a Europa occidental, con España, Italia o Francia a la cabeza. Los hechos posteriores han situado a Venezuela como principal proveedor de recursos, y Canadá, cuya presencia en términos de exportaciones se mantiene, a pesar de las decisiones recientes.

Esto sólo se puede hacer cuando la planificación del comercio exterior se encuentra intervenida, como sucede en la Isla; pero si las tareas fueran realizadas por empresas privadas eficientes, los resultados seguramente serían muy distintos. Ahora viene el turno de América Latina.

No es extraño que Chile, Ecuador, Argentina, Costa Rica, Brasil y Panamá quieran equilibrar sus intercambios deficitarios con el régimen, en un momento en que la crisis internacional empieza a hacer escasear los fondos en los mercados internacionales y América Latina se prepara para recibir el impacto más duro de la recesión.

No hay nada más lamentable, y a la vez menos eficiente, que financiar a una estructura que sólo da indicios de ineficacia, incompetencia y mala gestión. Es posible que detrás de las buenas palabras y los gestos no exista otra cosa que la vuelta a la normalidad. Ya veremos.

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