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Canciller, Cuba

Ni el canciller se lee el “Granma”: ¿brutalidad o lucidez?

Los funcionarios “dirigen” Cuba desconectados de la realidad

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He leído la entrevista del canciller cubano Bruno Rodríguez en Euronews (04/02/2016) y constato que el Ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, además de desinformado con relación a la realidad nacional[1], ni se lee el Granma.

El periodista le pregunta:

El proceso de reformas se ha acelerado desde 2011. Pero de las 313 medidas originales se han implementado un 21 %, el 79 % restante están en proceso. ¿Con qué frenos se están encontrando? Por ejemplo, un dato: en 2015 se registraron menos trabajadores privados que en 2014.

Respuesta del canciller:

No estoy seguro de cuál es la fuente de su información.

Periodista:

Es un documento del Partido Comunista Cubano…

Canciller:

Sí, pero ese documento no dice que el 21 % de las políticas se hayan implementado. Dice que se han ejecutado de manera que se pueden dar por concluidos los objetivos que se propusieron con aquel 21 % de aquellas decisiones de naturaleza económica y social. A mí me parece que este es un proceso que marcha bien. No estoy seguro que su dato en relación con la disminución de trabajadores no estatales sea exacto. En realidad ha habido un crecimiento significativo de trabajadores que funcionan en pequeños negocios o en otros ámbitos fuera del sector de la economía estatal.

En el típico “cantinfleo” de los políticos cubanos resulta que implementar y ejecutar no son sinónimos, sino que uno se utiliza para la realidad y el segundo para un documento. Asombro total con la utilización del castellano por el canciller. Por otra parte, el dato de la disminución de los emprendedores, el canciller no lo leyó en la prensa nacional. Todos estamos mejor informados que él, de los pocos datos que aporta esa prensa. El ministro no lee Granma y además para él, el incumplimiento de los Lineamientos en un 79 %, es un proceso que marcha bien.

Las Damas de Blanco son permitidas en Cuba, según el canciller

Sorprendente el pésimo manejo de la lengua española por el canciller y de la mentira flagrante de un ministro cubano. Dice que en Cuba no se prohíben las manifestaciones pacíficas y que tiene entendido que ellas lo hacen frecuentemente.

¿Cínico el canciller cubano o impune el ministro para decir mentiras?

Acostumbrado a la mordaza de la prensa nacional, todavía el ministro no se ha dado cuenta, que la prensa fuera de Cuba sí informa. Es tan burda la mentira, que uno piensa en la reiterada falta de honestidad política que debe demostrar un ministro cubano para acceder al puesto.

El canciller dice en la misma entrevista que los derechos humanos no son políticos.

Los derechos humanos son el fruto del consenso político de los Estados desde 1948. Cuba es signataria de la Declaración Universal y además firmó los Pactos de Derechos Humanos en 2008. ¿Cuántos disparates más tendremos que soportar de los ministros cubanos?

En otro artículo del colega Yañez, este nos refiere la sorprendente afirmación del ministro de Agricultura cubana: hay que conocer cuánto cuesta producir cada producto de los campesinos. Declaración que le hubiera costado el puesto en cualquier país.

El canciller sigue en el “cantinfleo”. Los derechos humanos son integrales no se pueden separar y no son políticos, pero cuestionado sobre la Posición Común europea y el condicionamiento a la mejora de los derechos humanos, dice que el tema político se debe separar de las relaciones bilaterales. En la misma entrevista y de manera sorprendente el canciller dice lo mismo y lo contrario.

El ministro de Relaciones Exteriores dice estar muy contento con la democracia cubana, segunda vez que lo proclama y no da ninguna explicación. No puede explicar el sistema político cubano porque las dictaduras no tienen buena recepción en el mundo actual, por eso frente a Obama como frente a Hollande dice estar muy contento con la democracia con su país. Es para que los políticos occidentales le aclaren: La contentura suya con la democracia cubana, ¿qué aporta a la negociación?, imagino que se lo hagan saber por otros medios, pero en la diplomacia no se usa señalar el bajo nivel del interlocutor.

Yo lo entiendo, Bruno Rodríguez se siente con la absoluta impunidad para decir estos y otros disparates. Solo rinde cuentas al Buró Político y al Consejo de Estado ―si lo hace― y diciendo mentiras y disparates siempre en línea con el poder, conserva su puesto. El mensaje que nos envía el canciller a los cubanos es que él pertenece al “clan” de poder en Cuba ―por ahora― y quiere estar en el reparto del “pastel” de primer nivel. No es posible explicarse los continuos desatinos del canciller Bruno Rodríguez más que por sus intereses personales y estos los defiende con total impunidad.

En las dictaduras, los ministros solo rinden cuentas a la cúpula militar, por lo tanto no son funcionarios públicos que necesiten rendir cuentas públicas. Este nivel de impunidad es lo que permite que Bruno Rodríguez siga diciendo todos los disparates sin que los diputados, nacionales, provinciales ni municipales le puedan corregir la plana, mucho menos la prensa del Partido. Entiendo por qué el canciller se siente tan contento con la “democracia” cubana.

Para el canciller cubano los derechos humanos son integrales pero no tanto. Otra contradicción de su entrevista. Para él los sociales son los importantes, los civiles y políticos no lo son. Señala el empleo en Cuba. Le recomiendo al canciller el muy buen artículo de Pedro Monreal, “El salario en Cuba: Los falsos paradigmas y la terca realidad” en cubaposible.net, en el cual, el autor constata que “el trabajo necesario” no se paga en Cuba y “el trabajo decente” según la OIT, tampoco se crea en Cuba. ¿De qué vale el empleo? No creo que el canciller se lo lea, pero al menos le pedimos al canciller como a todos los ministros cubanos que no siga insistiendo en tomar a la población cubana por “un pueblo de tontos”.



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