Actualizado: 27/03/2024 22:30
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Un nuevo guión para el exilio

¿Seguirá apoyando la comunidad cubanoamericana las políticas de Washington que no son compartidas por la disidencia interna?

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En julio, el Consejo de Relaciones Exteriores, uno de los tanques pensantes de política exterior mas destacados, publicó su último reporte sobre las relaciones entre EE UU y Cuba, en cual identificó tres obstáculos principales para la normalización de los vínculos entre los dos países: las violaciones de derechos humanos por parte de La Habana, la base naval en la Bahía de Guantánamo y la fuerte influencia del exilio del sur de la Florida sobre la política estadounidense hacia Cuba.

Como cubanoamericano que creció en el seno de esa próspera y orgullosa comunidad exiliada, me molestó que se le mencionara junto al comportamiento depravado del gobierno castrista y de la administración Bush. Me molestó porque nuestro prestigio y credibilidad como comunidad, ante los ojos del mundo, es el único de los tres "obstáculos" sobre el que tenemos capacidad para modificar directamente. Me molestó porque seguimos manteniendo posiciones y actitudes que, por mucho que nos satisfagan muy hondo y muy dentro, nos están arrastrando más y más contra la reconciliación con el pueblo de la Isla.

Como yo, hay muchos jóvenes del exilio que sienten que el guión subscrito por la mayoría de nuestros representantes en la Florida y en Washington se ha desviado demasiado de la realidad. Necesitamos desarrollar una nueva actitud hacia las relaciones entre las comunidades cubanas de dentro y fuera. Para lograrlo, necesitamos un nuevo discurso que defina la historia y el futuro de Cuba, durante y después de Fidel Castro, pero diferente al que la supuesta "línea dura" nos ha impuesto. Es decir, necesitamos una propuesta realista y eficaz.

Clichés y simplismos

El guión adoptado por la "línea dura" fue originalmente escrito por conservadores en Washington durante los años cincuenta y sesenta. Se expresa como sigue: América representa el bien en una batalla mundial contra el mal. Los liberales tratan de diluir nuestra claridad moral, restringiendo el poder americano y debilitando nuestra fe en nosotros mismos. Pero nuestros líderes visionarios no pueden ser controlados y usan la voluntad americana con fuerza incansable, hasta que los muros de opresión se derrumben y la libertad llegue a la más remota región del mundo.

No se necesita mucha imaginación para ver cómo ese mismo cliché ha sido reciclado por los líderes más prominentes de nuestra comunidad por más de 16 años. Demasiado tiempo. El problema es que hoy esos simplismos no dictan la política estadounidense hacia China o Rusia, y no hay razón por cual continúen dictando la política hacia Cuba.

Como en nuestra comunidad, hay muchos estadounidenses que ven la necesidad de una narrativa actualizada que explique mejor las realidades del mundo "post 9/11"; que desmienta el mito de nuestra "inocencia nacional", pero sin deprimirnos, y que sea tan familiar como el guión dogmático de la Guerra Fría que ha adoptado la administración Bush en sus relaciones con Irak e Irán.

Muchos han encontrado la musa para ese nuevo guión en la filosofía del teólogo protestante estadounidense Reinhold Niebuhr, cuya visión del mundo inspiró la política estadounidense hacia Europa después de la Segunda Guerra Mundial, siendo a la vez inspiración de las vanguardias de los movimientos de derechos civiles y sociales de los años sesenta.


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