Actualizado: 27/03/2024 22:30
cubaencuentro.com cuba encuentro
| Opinión

Opinión

Violencias estructurales

Raíces de la corrupción, el hambre, la violencia y la intolerancia.

Enviar Imprimir

Excluidos y desequilibrados

La segunda de estas violencias es de orden psicológico y se origina en la inseguridad de las normas escritas y no escritas de convivencia. Nadie tiene la certidumbre del día de mañana. Se rompen las convenciones, siempre que se pueda y se necesite, para garantizar y fortalecer los nichos de protección.

La expresión cubana "quien da primero da dos veces" refleja cristalinamente esa violencia en el mundo de la psicología colectiva, al transgredir todas las instituciones humanas y para la que son insuficientes todas las policías del mundo, de cualquier tipo: morales o de la ciudad. Aquí la guerra hobbsiana del "todos contra todos" vive bajo la tranquilidad aparente de una sociedad psíquicamente desequilibrada.

La tercera de estas violencias es económica. El tercio excluido de cualquier sociedad próspera, nace en la reproducción de esa marginalidad que no tiene acceso al bienestar por ninguna de las vías legítimas. Los mercados negros, los asaltos a turistas en las calles, la violencia luddita, la formación de mafias prósperas burocratizadas, surgen en la marginación pandémica de los otros.

Si los marginales son los prósperos, los de élite, se normaliza la violencia estructural que se crea y recrea en la miseria económica. De paso, se debilita y destruye cualquier intento de crear una sociedad productiva: los pobres cierran los ojos para no ver quién les da lo que comen, y los nuevos ricos hacen lo que aprendieron de los viejos: especulan.

Los nuevos Mesías

La cuarta violencia estructural se cuece en los dominios del saber, los valores y el poder. Cuando se combinan con el mismo aderezo, llevan a la mesa el plato de la intolerancia. En una época como la actual, esta cocción merecería toda la indiferencia del mundo si no tuviera éxito en violentar a las sociedades donde prosperan, con su tonta pretensión de que el resto de los ciudadanos debe suspender el juicio y seguir tras sus elucubraciones.

Los radicales, a izquierda, centro y derecha, han fracasado en el orden moral e intelectual, pero no en su capacidad para impedir el diálogo entre la razón, el conocimiento y los valores —dominios autónomos, aunque vinculados— que funda la tolerancia, la ética y la crítica creativa de los límites actuales en las posibilidades humanas.

Hay una quinta violencia estructural que se vincula a los nuevos racismos intra-étnicos y crece en los discursos de la identidad, de los pobres y los populismos, y que busca y justifica constantemente a los nuevos Mesías de la eterna redención.

Haití, Venezuela, Bolivia, Perú, Ecuador y Cuba, con menos fuerza Brasil, son los países que circulan y recirculan estas violencias estructurales, con una vocación irrepetible en el resto de los países latinoamericanos. No es casual que aquellos estén entre los más débiles, con independencia de sus riquezas naturales y la imagen aburguesada de sus élites exclusivistas.


« Anterior12Siguiente »