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Yoani Sánchez, Disidencia, Represión

Yoani Sánchez: la última esperanza

Cualquier acercamiento al movimiento disidente actual en Cuba debe considerar algunas de sus debilidades

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Yoani Sánchez ha completado su gira en extremo prolongada —más de tres meses— desde Europa al Hemisferio Occidental, cruzando el Océano Atlántico varias veces y visitando más de una docena de países. La cobertura mediática y publicidad han sido extraordinarias y muy favorable. ¿Exitosa? No cabe duda en cuanto a una difusión más amplia de sus opiniones seguida por un incremento de sus conexiones, apoyo y recursos.

Pronto regresará a Cuba para continuar con su blog Generación Y, probablemente montando su anunciado periódico cibernético y procurando, tal vez, una mayor, y muy necesitada, visibilidad en materia de actividades de calle y, eventualmente, más confrontacional.

Todos los demás disidentes como Rosa María Payá (Movimiento Cristiano de Liberación), Berta Soler (Damas de Blanco), Elizardo Sánchez (Comisión de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional; ningún parentesco con Yoani) y otros actualmente en giras más modestas y menos cobertura mediática por Europa y EEUU han regresado o regresarán en breve a Cuba.

Pese a las muchas predicciones y preocupaciones sobre la posibilidad de que sean arrestados o reprimidos brutalmente a su regreso o que no se les permita viajar, nada parecido ha ocurrido y muy probablemente no ocurrirá. Sería un gran error imaginar o sugerir que las autoridades no hubieran previsto semejantes posibilidades y escenarios.

¿Por qué? Porque cualquier aproximación seria a los acontecimientos en Cuba mostrará que las reglas del juego político están cambiando y continuarán cambiando. Algunos podrán argumentar que esto es el resultado de “la presión internacional sobre el régimen cubano”. No precisamente; la política y las políticas están cambiando en Cuba como resultado de sus propias consideraciones internas y también por el cambiante mundo en que la dirigencia cubana está operando ahora.

Y una conclusión importante que se hace visible ahora es que enfrentar a Yoani y a los otros disidentes no puede ser por medio de la acción policial y otras acciones restrictivas similares, sino confrontándolos en su propio terreno, con argumentos, en las calles, en el espacio cibernético o incluso en las urnas. Y este razonamiento es precisamente lo que llevó a la nueva ley migratoria, incluyendo entre sus mayores implicaciones los viajes y actividades en el exterior por parte de los disidentes. Esto no es enteramente nuevo.

Años atrás se decidió por las autoridades cubanas que intentar bloquear el blog de Yoani y su respaldo tecnológico, así como el otros similares, era inútil y carente de sentido por completo por una razón muy sencilla: esta es la era del espacio cibernético, de las tecnologías de la información, del Internet, etc. Es esta línea de razonamiento la que está haciendo que las cosas pasen de esta manera.

No debe olvidarse que hace más de 10 años atrás el expresidente Jimmy Carter fue invitado a Cuba y, por ejemplo, sus palabras en la Universidad de La Habana fueron difundidas íntegramente en vivo por radio y TV, incluyendo su elogio y apoyo a Osvaldo Payá, su movimiento político y su Proyecto Varela. Un patrón de conducta muy inusual.

Como decía recién, y muy irónicamente, un observador europeo: “Hay tan poca libertad en Cuba que no te encarcelan cuando tú acusas a gente del Gobierno de asesinar a Payá. Ni siquiera te ponen una multa...”.

Pero, cualquier acercamiento al movimiento disidente actual en Cuba debe considerar algunas de sus debilidades. Para empezar, incluida Yoani, durante los últimos 25 años, el movimiento disidente ha estado promovido y pagado por la USAID y otros programas de EEUU, así como por otras importantes contribuciones de países europeos y de organizaciones de exiliados de Miami. Los disidentes suministran información a la SINA (Sección de Intereses de EEUU) —una nación que no puede caracterizarse exactamente como amistosa hacia el gobierno cubano por los últimos 54 años— y a otras embajadas en La Habana, se reúnen regularmente y mantienen una estrecha interacción con representantes extranjeros. Cosas como estas en otros países —incluso en EEUU— están sujetas a regulaciones, restricciones y/o castigadas por la ley.

Los detallados, y plenamente documentados, informes del periodista Tracey Eaton respecto al financiamiento de las actividades disidentes en Cuba son incuestionables. En el pasado reciente, Wikileaks aportó mucha más información en este tema antes del trabajo de Eaton. Los informes del Jefe de la SINA en La Habana, Jonathan Farrar, hablan por ellos mismos. En marzo del 2012, algunos de los informes de la SINA revelados por Wikileaks, y algunos hasta publicados por El Nuevo Herald, apuntaban al sacerdote católico José Conrado como “su mejor fuente de información,” un sacerdote que trabaja en estrecha unión con Yoani. Otro ejemplo revelador: si algunos disidentes quieren formar un partido político, someten sus ideas y presupuesto a la SINA, buscando su aprobación y financiamiento. Tres años atrás, Farrar afirmaba que los intereses de los disidentes, “no se corresponden con los intereses de los cubanos...,” concluyendo que, “Necesitaremos buscar en otra parte, incluyendo el propio gobierno, para detectar los más probables sucesores del régimen de Castro.” Y él conocía perfectamente a Yoani Sánchez.

Otro aspecto igualmente relevante para entender las debilidades de los disidentes en Cuba, es su significativo grado de aislamiento y falta de apoyo de masas. Yoani —en una de sus conferencias de prensa— tuvo la honestidad, al referirse al movimiento disidente, de declarar que, “No funciona si somos un pequeño grupo criticando, si somos un pequeño grupo tratando de cambiar las cosas”. He aquí un buen ejemplo: Durante los últimos 10 años, Las Damas de Blanco han estado marchando todos los domingos desde la iglesia de Santa Rita. ¿Cuántos se le han sumado? ¿Cuántos se detienen para saludarlas o apoyarlas? Nadie (nota: el que escribe estas líneas ha caminado a su lado como simple observador un par de veces).

Esta suerte de autorretrato formulado por la propia Yoani puede explicarse —de acuerdo a su muy repetido argumento— porque lo que más necesita el movimiento “es que los cubanos pierdan el miedo”. De manera que parece que el principal problema no es su falta de apoyo de masas, sino el miedo que padecen los cubanos, y que después de 25 años o más los disidentes han sido incapaces de infundir el coraje o el valor para que los cubanos los sigan.

Que los cubanos tengan miedo y carezcan de coraje, es algo realmente difícil de encontrar en la historia de Cuba y, de manera muy clara, sugiere que la culpa no es de la incapacidad de los disidentes para persuadir y movilizar al pueblo, sino en los cubanos mismos y su miedo. No es justo este enfoque y carece de sentido crítico. En mucho menos tiempo, Solidaridad en Polonia (un país con un régimen socialista, fuerzas armadas, seguridad del Estado, fuerte control social, fuerzas soviéticas en su territorio y fronteras) fue capaz de una actuación mucho mejor y alcanzó el poder. Por lo tanto, debe de haber otras razones más críticas en la experiencia cubana para entender las debilidades de los disidentes.

Un acontecimiento crucial tuvo lugar en el curso de su gira, comenzando con su visita a Brasil. Yoani perdió su intento por mantener cierta posición política centrista. Su condena inicial al embargo de EEUU y su reclamo de que se levante unilateralmente, su demanda acerca de la necesidad o conveniencia de que Los Cinco de Miami fueran liberados, su posición en favor de que se permita el turismo normal de ciudadanos norteamericanos a Cuba, su argumentación en pro de la devolución del territorio cubano donde se localiza la Base Naval de Guantánamo, combinado todo ello con sus críticas al Gobierno cubano, su falta de democracia y libertad, y caracterizando los actuales cambios y reformas en Cuba como “cosméticos,” etc. cambió de la noche a la mañana tan pronto tuvo conocimiento de la ola de críticas, ataques e insultos de variadas fuentes en Miami y Washington, DC.

Al día siguiente se disculpó por demandar la libertad de Los Cinco, diciendo que esto lo había dicho en un plano irónico, como una broma, ya que ellos eran culpables, como se les acusaba, y comenzó a enfatizar que el embargo era la coartada de Cuba —no una intervención en los asuntos internos de Cuba, como previamente había planteado— para justificar sus fracasos y que debería ponérsele fin sólo después que Cuba ceda ante determinadas pre-condiciones de parte de EEUU, y nunca más volvió a abordar reclamos como el turismo norteamericano y Guantánamo; al siguiente día —luego de sintonizar su frecuencia con Miami— se concentró enteramente en estos nuevos enfoques “rectificados” y constantemente enfatizando el discurso convencional de “cambio de régimen.” Estas nuevas “credenciales” abrían el camino para su grandiosa recepción en EEUU y Miami en particular.

Pero, al hacer esto, perdió su pretendido centrismo —”apolítico”, “sin preferencias partidistas”, “lejos de compromisos ideológicos”— y se fusiona con el discurso convencional del exilio y consiguientemente con las viejas generaciones del exilio. A falta de otras alternativas, estas optan por convertir a Yoani en su última esperanza.

El lobby cubano —recientemente caracterizado por el Profesor William Leogrande publicado en Foreign Policy como un “ala derechista basada en el odio a Castro”— convirtió a Yoani en golden girl y Yoani aceptó este abrazo mortal con su largo registro de derrotas y políticas fracasadas desde 1958, perdiendo de vista un señalamiento hecho recién por otro experto exiliado, Arnaldo Fernández, en el blog de Emilio Ichikawa. Planteó: “La premisa de partida para enfrentar al castrismo es: Que no ha dejado de vencer.”

En este abrazo, Yoani ha pasado por alto el viejo refrán de Don Miguel de Cervantes: “Dime con quién andas y te diré el tipo de persona que eres”. Y al hacerlo, Yoani deja de ser la última esperanza. Ella lo sabe perfectamente; ella es lo suficientemente educada y astuta para percatarse de esto, pero ésa es su opción y con esta sobreviene su fracaso. Como dijo un escritor español y periodista hace muy poco acerca de la credibilidad de Yoani: “El tiempo que durará su credibilidad queda por ver”. En los últimos 25 años, Miami ha conocido otros íconos y salvadores provenientes de la Isla; hoy son nada y ni siquiera recordados.


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