Actualizado: 18/04/2024 23:36
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Reportaje

Anales de la 'violencia democrática'

El Instituto de la Memoria Histórica contra el Totalitarismo rememora la lucha clandestina contra el régimen de Fidel Castro.

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Hubo un tiempo en que la violencia revolucionaria ejercida por el castrismo fue contestada con la violencia revolucionaria —o contrarrevolucionaria— ejercida por la oposición al castrismo. Ocurrió, fundamentalmente, durante la primera mitad de la década del sesenta.

Sin embargo, frente a un régimen todavía popular, un ejército muy superior en número, la incesante actividad de un sistema carcelario en eclosión, a la consolidación del totalitarismo en Cuba —con todo lo que ello implicaba en términos de control social e institucional—, la "violencia democrática", como la ha llamado el director del Instituto de la Memoria Histórica contra el Totalitarismo, Ramiro Gómez Barrueco, llevaba las de perder. Y efectivamente, perdió.

Desde entonces, sea para consumo interno o externo, La Habana ha propagado una versión monocorde de la historia, según la cual, invariablemente, el guardián de la nación es el castrismo, y los ladrones, sus opositores. Frente a este orden de cosas, considera el Instituto, no queda sino mostrar una y otra vez la otra cara de la moneda histórica, esa en que la oposición al régimen nadó a contracorriente de la institucionalización del totalitarismo. Un propósito resumido en la frase del ex preso político Rolando Behar: "El enemigo es el guardia, porque entre nosotros no hay ladrones".

Cita con la Historia

En este marco, el Instituto de la Memoria Histórica contra el Totalitarismo celebró recientemente en la Casa Bacardí del Instituto de Estudios Cubanos y Cubanoamericanos de la Universidad de Miami, el evento-conferencia La Lucha Clandestina, segundo en el marco de su ciclo Cuba: Encuentro con la Historia.

A la actividad asistieron numerosas personalidades de la lucha clandestina contra el régimen de Fidel Castro. Ramiro Gómez Barrueco y Ángel Cuadra, luchadores clandestinos ellos mismos, ejercieron de presentadores.

En su presentación, Gómez Barrueco refirió que fue a partir de julio de 1960, cuando el régimen cubano introdujo la práctica de los asesinatos in situ, que la oposición se vio obligada a pasar a la clandestinidad.

El clandestinaje, aseguró Gómez Barrueco, visualizó la prohibición de la salida del país, el adoctrinamiento infantil, la explotación salarial, etcétera. "Contra esto, el único camino que quedaba era la violencia democrática".

"No nos consideramos terroristas, porque nos concentramos en atacar a los responsables de la tragedia cubana, no a la población civil", dijo.

Por su parte, el poeta Ángel Cuadra indicó que frente a la vulneración y adulteración de los hechos por el castrismo, el Instituto de la Memoria Histórica contra el Totalitarismo está trabajando para la historia.

Los protagonistas

En un ambiente en el que los protagonistas de la lucha clandestina se turnaron para exponer sus impresiones y anécdotas, el historiador Enrique Ros, del Frente Democrático Revolucionario (FDR), comenzó con un recuento de las organizaciones precursoras del FDR, al que calificó de "organización sombrilla" por su carácter aglutinador.

Ros aseguró que la pobre coordinación entre los movimientos clandestinos urbanos y las guerrillas del Escambray, así como entre estos y la fuerza expedicionaria de Bahía de Cochinos, constituyó la principal razón del fracaso de la oposición a Castro en la primera mitad de los años sesenta.

"La resistencia no falló. Le fallaron a la resistencia", subrayó por su parte Leonor Ferreira, del Movimiento de Liberación Nacional.

En este sentido, Evelio Ancheta, del Movimiento de Recuperación Revolucionaria, indicó que en el fracaso incidieron directamente deficiencias en el apoyo técnico-militar. "La única forma de detener el comunismo era sabotear la economía", reflexionó. "Nunca resultó muerto un inocente".

"Ahora algunos nos dicen que no es el momento de hablar de aquello", reconoció Ángel de Fana, del Movimiento Demócrata Martiano. "Pero no nos arrepentimos de nada. Hicimos lo que teníamos que hacer en ese momento histórico. Salvo casos excepcionales, nuestras actividades no causaron daño a la población civil".

"No éramos un grupito de locos, como se ha dicho alguna vez", enfatizó De Fana. "El pueblo cubano no era comunista. Nosotros éramos legítimos representantes del pueblo cubano".

"Todo lo que hacíamos era para que doler a la dictadura, a los salones de tortura de la dictadura, no para doler a la población civil cubana", aseguró Cary Roque, del Movimiento 30 de Noviembre.

Roberto Gómez, del Movimiento Revolucionario del Pueblo, se refirió a los llamados "niños bitongos", calificativo que el castrismo popularizó durante los años sesenta con el objetivo de denigrar a los jóvenes de clase media y alta enfrentados al régimen, o críticos del mismo.

"Los niños bitongos no teníamos necesidad de ingresar a la lucha clandestina, pero dimos un paso al frente en defensa de nuestra religión, de nuestra herencia", dijo Gómez. "Esa ofensa, la de que éramos niños bitongos, en realidad fue para nosotros un honor".

El poeta Ángel Cuadra, del Movimiento 30 de Noviembre, concluyó: "soñamos con un mañana en el que los cubanos no tengan que recurrir a los métodos a los que recurrimos nosotros para liberar a Cuba".