Actualizado: 29/04/2024 7:40
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Cuba va mal

El régimen contra Adam Smith: mercados vacíos, precios altos, desabastecimiento inducido.

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A pocos meses de cumplirse 50 años del discurso pronunciado por Fidel Castro en el campamento militar de Columbia, al arribar a La Habana —después de un victorioso recorrido desde la Sierra Maestra—, cuando preguntó al Comandante Camilo Cienfuegos: "¿Vamos bien Camilo?", hoy se podría responder que Cuba ha ido mal en el curso de su totalitarismo, y exageradamente mal en los últimos años.

Con veinte años de Período Especial y luego de azotada por dos potentes huracanes, las circunstancias son pésimas, pero podrían ser peores, debido a los vientos extremadamente huracanados de la crisis financiera global, que llegan cuando no hay reservas para enfrentarlos. Esta coyuntura se torna más peligrosa porque el gobierno, en vez de flexibilizar la economía y promover la iniciativa de los ciudadanos para motivar la defensa colectiva de la sociedad, se abroquela en posiciones extremas altamente contraproducentes.

Ejemplo de ello se apreció el 29 de septiembre, al congelar los precios de los productos agropecuarios, lo que había sido precedido el 8 de ese mes por un brutal incremento de los precios de los combustibles, que coincidió con la entrada del ciclón Ike por el norte de la provincia de Holguín.

Las consecuencias no se han hecho esperar. La oferta de alimentos ha caído extraordinariamente; muchos mercados agropecuarios estatales están cerrados desde hace semanas por no tener productos, y los de oferta y demanda, aunque siguen funcionando, tienen una capacidad de venta que no rebasa el 20% del nivel precedente. Únicamente se ha logrado crear largas colas a la espera de algún camión que llegue con alguna mercancía.

La experiencia de 1994

En tales condiciones, es necesaria la revisión de las medidas tomadas. En primer lugar, resulta imprescindible la liberación de los precios de acopio de los productos agropecuarios para estimular a los campesinos a producir. Hay que recordar que cuando en septiembre de 1994 se abrieron los mercados campesinos de oferta y demanda con precios libres, lograron paulatinamente la disminución de los precios al consumidor, con mayor variedad de productos.

Si antes de abrirse estos mercados, la libra de arroz llegó a costar más de 50 pesos, la competencia establecida y las medidas aperturistas puestas en vigor por el Estado lo redujeron a menos de 10 pesos, y en vísperas de los recientes huracanes estaba alrededor de 4 pesos.

Esto se repitió en otros artículos procedentes de la agricultura, y se ofrecía un surtido amplio, que incluía productos prácticamente desaparecidos del mercado desde hacía muchos años.

La liberalización habría dado mejores resultados todavía si se hubiera acompañado de una amplia venta de insumos a los campesinos a precios aceptables; acopio eficiente de los productos; menos restricciones, como la obligación de suministrar la mayor parte de las cosechas al Estado a los precios fijados por éste; y sobre todo, la entrega de tierra estatal ociosa o deficientemente cultivada a los campesinos, el sector más productivo históricamente de la agricultura cubana.

El éxito logrado por los mercados agropecuarios de oferta y demanda no es más que la manifestación de la "mano invisible", descrita por Adam Smith para designar el proceso por el que, en el mercado, las decisiones y las acciones individuales resultan compatibles y contribuyen al interés general.

Adam Smith, economista clásico del siglo XVIII, junto a David Ricardo, ha sido catalogado como uno de los padres de la ciencia económica. Él fijaba como objetivo de la economía política "enriquecer a la vez al pueblo y al soberano", entendiéndose hoy como tal al Estado representante de la sociedad en su conjunto.

Aunque liberal, en modo alguno su obra excluye la intervención del Estado para garantizar la seguridad interior y exterior, impartir justicia, producir las infraestructuras, los bienes y los servicios útiles a la colectividad, cuando la iniciativa privada resulte insuficiente, y hacer que se respeten las reglas de la competencia.

No obstante, describe el famoso mecanismo de la "mano invisible", o sea, el proceso de regulación automático de la economía en el marco del mercado, sin negar la participación de las instituciones como elemento corrector de las distorsiones del mismo.

Aprovechar la disposición al trabajo

La experiencia prueba que las tesis de Smith tienen validez en las condiciones cubanas, por lo que debe utilizarse la propensión humana a buscar beneficios personales en la actividad económica. Una inclinación que conducida debidamente rinde singulares resultados para toda la sociedad, como ha ocurrido en los años recientes en países como China y Vietnam.

Por ello, es contraproducente la actual campaña represiva contra los ciudadanos emprendedores. Sensato sería crear mecanismos que aprovechen esa disposición al trabajo mediante una legislación racional, que, al mismo tiempo de facilitar réditos para las personas con su labor, estimule la creación de beneficios para la sociedad en su conjunto.

Resulta incomprensible que para evitar que algunas personas obtengan riqueza, se obligue a toda de la población a vivir en la miseria. En estos momentos se requiere liberar los precios de acopio de los productos agropecuarios para facilitar la reconstrucción del país y enfrentar los retos de la crisis financiera internacional.

Esta política no está en contradicción con que el Estado tome medidas de ayuda para los sectores más vulnerables de la sociedad, mediante subvenciones a determinados alimentos, bonos para adquirir comida o la utilización del sistema de racionamiento vigente con ese fin. También sería aconsejable la revisión del incremento exagerado de los precios de los combustibles, aún más injustificado ahora por el declive de la cotización del petróleo en el mercado internacional.

Para encarar los enormes problemas acumulados durante tantos años por la sociedad cubana y los peligros que se derivan, no hay otro camino que retomar y concretar las promesas de cambios estructurales y de conceptos, olvidadas aparentemente. La represión y las prohibiciones no conducen a nada positivo, sino a mercados agropecuarios vacíos, como se aprecia en todo el país.


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Un mercado en La Habana, el 9 de octubre de 2008Foto

Un mercado en La Habana, el 9 de octubre de 2008. (AP)

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