Actualizado: 28/03/2024 20:04
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Política, Represión, Marcha

El año en que asaltamos el cielo

La ausencia de un liderazgo en el gobierno del partido comunista, que priorice políticas públicas y libere a la economía y al ciudadano

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Un período donde las fuerzas del cambio democrático en Cuba, estuvieron más unidas que nunca. El año que pusimos en jaque a la tiranía al menos dos veces, el 11 de julio (11J) cuando salimos a la calle, y el 15 de noviembre (15N) aunque no saliéramos a la calle. El año en que, como los parisinos en 1789 al asaltar La Bastilla, nosotros los cubanos “asaltamos el cielo”, para sacudirnos la tiranía.

Duro y glorioso fue nuestro bregar en estos meses. Los historiadores dirán que fue un año corto. Comenzó el 27 de noviembre de 2020, en el famoso plantón de jóvenes y artistas ante el Ministerio de Cultura y terminó el 15 de noviembre de 2021, con la Marcha Cívica, por la paz y la libertad de los presos políticos. Marcha no materializada, pero ni hizo falta, pues aún y así, tembló la dictadura.

En la historia todo son deudas. El año del “asalto al cielo”, es deudor de los primeros muertos y fusilados en La Cabaña, los presos políticos, de disidentes, los miles de balseros ahogados en el estrecho, de las primeras organizaciones unidas para luchar por nuestra libertad, de mártires y héroes, la mayoría de ellos desconocidos, por la implacable maquinaria comunista de tergiversar la historia.

Deudores en los últimos meses del Movimiento San Isidro, del 27 de noviembre (27N), del 27 de enero (27E), y el plantón en la Calle Obispo. Deudores del exilio, que como nunca antes se levantó desde sus raíces, para manifestarse a favor de su patria en más de 150 ciudades del mundo.

Tres cosas matizan “el asalto”. Una pandemia desnudó el ineficiente sistema de salud insular. La crisis económica, producto de los cálculos avaros y egoístas del grupúsculo del poder y los fariseos comunistas. La abulia generalizada producto de la corrupción del sistema. Ellas son solo la parte visible de miserias mayores. Ausencia de un liderazgo en el gobierno del partido comunista, que priorice políticas públicas, y libere a la economía y al ciudadano. Corrupción en todas las estructuras del poder y la sociedad. Disfuncionalidad de los servicios básicos, imprescindible para el funcionamiento de un Estado moderno. Desproporcionado aparato militar y de seguridad. Y, la “Hipernormalización” de la sociedad cubana.[1]

Si Cuba aún no es “Estado fallido”, es por la despiadada violación de los derechos humanos elementales, aplicada por el partido comunista y su aparato represivo, llevada a cabo día a día, y casa por casa, contra cada cubano y cubana. Porque como dijo Zaira Gonzales Pardo: “…importan carros para el turismo y no ambulancias, compran tonfas, y no herramientas para trabajar, levantan hoteles y no construyen casas.”

En este año en que se “asaltó el cielo”, se rompieron varios mitos: Los ciudadanos apoyan a la tiranía. ¡Falso! Cientos de miles de personas salieron a las calles en 40 ciudades pidiendo libertad y abajo la dictadura.

El ejército no intervendría contra la población. ¡Falso! Los mandos militares usaron los conscriptos como “carne de cañón”, armados de garrotes, para golpear a los indefensos marchantes. Los policías descargaron sus armas de reglamento contra los manifestantes, aunque no hubiera peligro contra su vida, y aunque solo se contabiliza un muerto de bala, extraoficialmente se habla de al menos diez fallecidos.

El gobierno de los herederos del castrismo, no quiere un “baño de sangre”. ¡Falso! A las 17 horas del 11 de julio, lleno de adrenalina, el tirano Miguel Díaz-Canel, lo dijo de manera explícita en televisión nacional. “La orden de combate siempre está dada”.

Los artistas apoyan la dictadura. ¡Falso! Si algo contribuyó al “asalto al cielo”, fue la actitud de los famosos artistas líderes de opinión, quienes mostraron rechazo abierto a la tiranía y a la represión desatada antes, durante y después del 11 de julio, en las redes sociales y actos públicos.

Caídos esos mitos, el estado totalitario perdió el poder simbólico, y la iniciativa estratégica, hasta poco antes monopolizada por sus medios de comunicación y sus estructuras de control social.

Y si “asaltar el cielo” no fue suficiente, nos llegó Patria y Vida. La canción entonada por reconocidos cancioneros, resonó en todos los confines del universo humano, desde suntuosas reuniones hasta humildes solares, como el himno de estos tiempos, e invitó continuar la marcha por la libertad de Cuba. El impacto de Patria y Vida fue tan alto, que rápidamente los agoreros de la tiranía salieron a “responder” con otras canciones e himnos. Sus esfuerzos resultaron en un desastre de aceptación por el público.

El 2021, fue un año interesante, tenso, complejo. Deja un sabor de cuantas cosas debemos y podemos hacer en el tiempo por venir. Veremos que suceden en los próximos doce meses.


[1] Definida por Alexei Yurchak en su libro Everything was Forever, Until it was No More: The Last Soviet Generation, (2006) sobre la paradoja de la vida en la Unión Soviética antes del colapso, cuando todo el mundo veía un sistema en caída, pero nadie podía imaginar una alternativa al statu quo y se resignaban a mantener un falso funcionamiento de la sociedad. Con el tiempo se convirtió en una profecía autocumplida y la “falsedad” aceptada por todos se volvió real.


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