Actualizado: 25/04/2024 19:17
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VI Congreso del PCC, Cambios

El momento del neocastrismo

El recién finalizado congreso oficializó el velorio de Fidel Castro, el fin del castrismo, y el nacimiento del neocastrismo como ideología oficial

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Desde el punto de vista de la realpolitik y la visión del poder desde quienes lo detentan, el VI Congreso no fue ningún fracaso absoluto, como ya se ha repetido demasiado, sino un rotundo éxito del neocastrismo y el proyecto de sucesión dictatorial en Cuba.

Tras las notas de la Internacional y la foto histórica (sería mejor decir histriónica) de lo que queda de Fidel Castro con el nuevo Comité Central surgido del VI Congreso del Partido Comunista cubano, se desató la avalancha de declaraciones y comentarios, desde incisivos y sólidos análisis, como el más reciente de Haroldo Dilla en estas páginas, hasta ridículas especulaciones en El Nuevo Herald por parte de algunos que demuestran saber muy poco sobre Cuba, pasando por toda la gama de ojalateros (ojalá que…), adivinos, tremendistas y desinformados de todas las categorías, tanto de allá como de aquí o acullá.

Está perfectamente claro que el recién finalizado congreso oficializó el velorio de Fidel Castro y el fin del castrismo como ideología oficial; que las propuestas de “actualización” económica aprobadas —que en el momento de escribir estas líneas no son públicas— se quedan cortas, incompletas, confusas y desganadas; que el “socialismo” cubano ya nadie sabe lo que es, ni siquiera la élite en el poder o sus ideólogos; y que la gerontocracia no está lista para el relevo generacional, porque los eventuales herederos seleccionados por Fidel Castro fueron tronados poco a poco por el general-presidente-primer-secretario desde que asumió “provisionalmente” el control en 2006.

Que Raúl Castro se haya aferrado a Machado Ventura, Ramiro Valdés, y la cumbre de la gerontocracia militar y cuasi-militar, no demuestra que no pretenda realizar reformas, sino todo lo contrario. Porque para poder realizarlas necesita un estado mayor de lealtad demostrada. Personas que cuando reciben la orden de desmantelar la industria azucarera no preguntan por qué ni pretenden discutir las razones de tal iniciativa, sino se aplican en cumplir la misión con efectividad. Y desde este punto de vista un Ulises Rosales del Toro no fracasó cumpliendo la tarea, sino logró un éxito contundente: desde hace varios años la producción azucarera de Cuba no sobrepasa la producción de comienzos del siglo XX.

Ahora la gerontocracia, tras legitimar su poder real como “histórico” y el formal con un congreso, tiene a su cargo garantizar que no haya tensión ni sobresaltos en los próximos años y asegurar el relevo a los verdaderos herederos, que desde hace años ya no eran los delfines del Comandante, sino los de Raúl Castro, no públicamente conocidos, que hoy, con estrellas en sus charreteras o vestidos de civil, se preparan desde hace tiempo en la cantera de cuadros del neocastrismo en empresas militares y corporaciones, en unidades militares, o en los corrillos de diferentes edificios en la Plaza de la Revolución.

Relevos que venerarán públicamente a los hermanos Castro y venderán camisetas y gorras con sus rostros, pero no perderán su sueño al colocar fotos de los históricos en WalMart o McDonald’s en Guanabacoa, o en oficinas de Ford o Halliburton en Miramar, la Habana Vieja y el Mariel.

Porque eso del imperialismo es de tiempos de castrismo y revolución, y los relevos saben de marketing, comercio y ganancias, pero no de lo otro. Tienen muy claro que revolución es revolución y business is business. Al César lo que es del César, a los Castro lo que es de los Castro, y al relevo los privilegios que le corresponden en cualquier transición democrática fallida, que para eso sus padres hicieron una revolución en el siglo pasado.

Por lo que demostrarán con creces, una vez más, que el comunismo y el castrismo son el camino más largo y doloroso hacia el capitalismo.

Ya veremos el neocastrismo en acción, pero para identificarlo no hay que guiarse por sus palabras, que serán parecidas a las del castrismo, sino por sus acciones, que serán muy diferentes.

El neocastrismo nunca lo ha dicho así, pero ya acabó con la Batalla de Ideas, la Escuela en el Campo, el internacionalismo proletario, las microbrigadas, la universalización de la universidad, el médico de la familia, y muchos subsidios.

Y ahora va camino de acabar, entre muchas otras cosas, con el pleno empleo, la libreta de abastecimientos, los subsidios que queden, las empresas agrícolas estatales, el acopio centralizado, la estatalización de servicios a la población, el salario sin resultados, los permisos de salida del país, la prohibición de compraventa de autos y viviendas, y en algún momento más tarde con la escasez de dinero llamada doble moneda.

No porque el neocastrismo se preocupe en algún sentido por los cubanos, sino por todo lo contrario, para no tener que preocuparse por los cubanos: con pan, circo y maquiladoras pretenden controlar la situación y garantizar el descanso eterno de los fundadores mucho más allá de los Solemnes Funerales y los mensajes luctuosos desde muchos lugares del mundo, no solo desde China, Vietnam y Corea.

No es el futuro que deseo para mi patria, pero es, lamentablemente, el que veo venir en lo inmediato. ¡Qué agradable sería estar equivocado!


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