Actualizado: 18/04/2024 23:36
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Crisis de Octubre, Cohetes, Misiles

Evocaciones de la crisis de octubre

Un recuento de una crisis que colocó al mundo al borde del precipicio nuclear

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En la escuela, en la beca, en Barlovento: marchábamos frente al mar bajo cadencias marciales de bombos, trompetas, platillos y clarinetes: nos sabíamos al dedillo varios himnos patrióticos. Éramos unos niños jugando a la invasión: hicimos trincheras y excavamos túneles. El maestro de Geografía, señalando en un mapamundi el inmenso territorio de la Unión Soviética, traza un círculo rojo en la Península de la Florida, y nos dice: “Estamos en guerra”.

En el mar de Santa Fe unos barcos, casi en el horizonte, realizan maniobras de guerra. Para todos es como ver una película, pero en un set real. En la televisión, Fidel Castro no cesa de aparecer dando instrucciones, me sé de memoria sus gestos: en las habitaciones imitamos sus aspavientos: exponemos de memoria fragmentos de sus dictámenes. Todo se ve nublado desde las ventanas del quinto piso del edificio que nos alberga. Estamos en guerra: lo dijo el profe de Geografía. La corneta suena a cada rato. Y a marchar. Las coplas antiimperialistas se enclavan frente al océano.

Años después entendí. Se me grabó la imagen de Fidel Castro al final de un discurso televisivo, que Tomás Gutiérrez Alea utiliza en una secuencia de Memorias del Subdesarrollo. Recuerdo algunas expresiones efusivas del caudillo: “A nosotros no nos inspecciona nadie, a nuestro país no lo inspecciona nadie…/ Tenemos que saber vivir en la época que nos ha tocado vivir, y con la dignidad que debemos saber vivir en esta hora de peligro…/ Todos, hombres y mujeres, jóvenes y viejos: de todos, de los revolucionarios, de los patriotas será la misma suerte y de todos será la victoria. ¡Patria o Muerte! ¡Venceremos!”.

Recuerdo ese octubre brumoso, frío y espeso de 1962. Recuerdo instituciones y nombres: un joven presidente estadounidense firme y resuelto: John F. Kennedy (1917 - 1963); un astuto y campechano político, presidente del Consejo de Ministros de la Unión Soviética: Nikita Jruschov (1894 - 1971); un impetuoso joven, guía de la naciente Revolución Cubana: Fidel Castro Ruz; el ministro de Relaciones Exteriores cubano, Raúl Roa (1907 - 1982), un médico guerrillero argentino, Che Guevara (1928 - 1967), el secretario de Defensa estadounidense (1961 - 1968), Robert McNamara (1916 - 2009), la CIA ( Allen W. Dulles, John A. McCone), la KBG, el Fiscal General de Estados Unidos (1961 - 1964), Robert Bobby Kennedy (1925 - 1968). Guerra Fría. Una conflagración termonuclear puede desatarse. Tanques en el malecón de La Habana. Aviones sobrevolando la Isla. Camiones que trasladan milicianos. Imágenes de Jruschov en los periódicos. Kennedy aparece, impecable, rodeado de sus asesores, vestido con un traje negro en la revista Bohemia. Fidel habla en la televisión siempre con su uniforme de campaña verde olivo.

Los mayores de mi casa conversan en susurro. Soy un estudiante de sexto grado de primaria. Fin de semana: tengo pase de la beca. Mis tíos están uniformados con fusiles al hombro. Mi abuelita reza. Riega cenizas y dibujas cruces en el pasillo del apartamento que habitamos en el reparto Almendares de La Habana. La orquesta Aragón toca, sobre la tensión reinante, un chachachá en Radio Progreso: “Cuba es una maravilla/ Cuba es una maravilla, mi amor/ Cuba, mi patria querida/ eres razón de vivir/ por ti daría la vida/ eres la tierra que me vio nacer/ Cuba es una maravilla, mi amor/ en tus montañas y valles/ brilla con fuerza tu sol/ mi pueblo vive contento/ sólo cantando un sabroso son/ Cuba es una maravilla...”.

La crisis de los misiles. Cuba, EE. UU., la URSS. Trece dramáticos días al borde del holocausto nuclear (Colección Conjuras, L.D. Books / Editorial Lectorum, 2015), del periodista Hugo Moreno (Argentina, 1976): travesía —sumario— por las circunstancias cruciales de un suceso axiomático en los tiempos inciertos de la Guerra Fría (1947 – 1989), en el que la mayor isla del Caribe jugó un papel sustancial.

La reciente desclasificación de documentos de la Nacional Security Archive, ha permitido al fundador de la revista Sudestada hilvanar hechos y cotejarlos con lo que ya sabíamos desde que, en los años 80-90 del siglo pasado, la KGB puso a disposición pública los expedientes de inteligencia de los avatares de octubre de 1962. (Falta todavía tener acceso a los ficheros secretos del Gobierno cubano).

Siete apartados: “Introducción”, “El mundo en pie de Guerra… Fría”, “La operación Anadyr”, “Cuando el mundo se detuvo”, “La crisis de noviembre”, “Lo que la crisis nos dejó”, “Qué hubiera pasado si…” complementados con un “Apéndice fotográfico” y exhaustiva “Bibliografía”. El autor de Por qué Stalin derrotó a Trotsky (2009) construye una crónica que atrapa al lector desde los primeros pliegos.

Cuaderno que es un análisis certero de la partida de ajedrez —para muchos un encuentro de póker al desnudo— más fatídica del siglo XX. Parece que las fichas negras las movía el comunismo del Este; las blancas, el capitalismo occidental. ¿Qué piezas movía la Isla? Todo parece indicar que La Habana no era más que un alfil que Jruschov enfilaba al centro del tablero: en el mar Caribe los buques de guerra de ambas potencias esperaban resueltos las órdenes de sus capitanes. El exobrero metalúrgico ucraniano, máximo dirigente soviético, y el mandatario estadounidense, egresado cum laude de Harvard, negociaban sentados sobre una ojiva nuclear.

“Desde que el póker fue mencionado por vez primera en un escrito de 1526, nunca hubo una partida tan siniestra como la que jugaron Estados Unidos y la Unión Soviética en octubre de 1962: la apuesta era la inminencia de una guerra termonuclear”, escribiría, años después, el poeta argentino —militante guerrillero de los Montoneros— Juan Gelman (1930 - 2014).

De la “huérfana derrota” de Kennedy en Playa Girón (abril, 1961) al cónclave de Viena en junio de 1961 (encuentro del mujik y el mandatario “verdecito”); de la corriente sectaria dentro de las Organizaciones Revolucionarias Integradas (ORI) —expulsión de Cuba de Aníbal Escalante y de Sergei Kudryavtsev, embajador soviético en La Habana— a la conformación del Partido Unido de la Revolución Socialista de Cuba (PURSC) en julio de 1962; de la “Operación Mangosta” (control de Robert Kennedy) en noviembre de 1961 a la maniobra militar “Patada Rápida” —supervisada por el mismo JFK— con el objetivo de derrocar al gobierno caribeño de Ortac (Castro al revés) en abril de 1962; de la aprobación del Senado estadounidense (septiembre de 1962) para “emplear tropas si fuera necesario para enfrentar la amenaza comunista de Cuba” al establecimiento de misiles estratégicos en zonas de la Isla.

Distensiones políticas. Ofensiva diplomática. Jruschov niega las informaciones de la Casa Blanca. Domingo 14 de octubre de 1962: un avión U-2 pilotado por el comandante Richard Heyser capta 928 imágenes en la franja occidental de la Isla: viraje en los hechos. El Centro Nacional de Reconocimiento Fotográfico (NPC) de Washington detecta misiles soviéticos R-12 de alcance intermedio en los alrededores de San Cristóbal, pequeña comunidad de la provincia de Pinar del Río. Inicio de los treces días más largos y azarosos del siglo XX.

Martes 16: “Estamos en un grave apuro. Ven inmediatamente a la Casa Blanca”, mensaje del presidente Kennedy en el contestador telefónico de su hermano Robert./ Miércoles 17: Moscú sigue negando la presencia de armas nucleares ofensivas en Cuba. Nuevas exploraciones aéreas sobre la Isla: presencia de cohetes R-14, los cuales pueden hacer blanco en cualquier parte del territorio de la Unión Americana./ Jueves 18: encuentro de JFK con el ministro de Relaciones Exteriores de la URSS, Andrei Gromyko. Ni el presidente Kennedy revela la información que posee ni Gromyko acepta la presencia en Cuba de pertrechos nucleares. “Las armas entregadas a los cubanos son defensivas”, asevera el diplomático soviético.

Las horas: cachaza de plomo sobre un triángulo de vértices convulsos. Continúa la tirantez.

Viernes 19. Sábado 20: silencio pavoroso de Washington./ Domingo 21: decisión de Estados Unidos de un bloqueo naval en los mares cubanos./ Lunes 22: todo el territorio cubano es un campamento militar. Discurso de JFK en el que informa la “presencia de armas de destrucción masiva, de largo alcance y muy ofensivas que constituyen una amenaza indudable para la paz y la seguridad de todo el continente americano”. Repuesta de la URRS en la cual acusa a Estados unidos de atentar contra la paz mundial./ Martes 23: 54 divisiones de infantería y 17 batallones se movilizan en estado de alerta en Cuba. Fidel responde enérgicamente por la Televisión a las “amenazas de Kennedy”. Los nervios comienzan a protagonizar la crisis./ Miércoles 24: 19 buques soviéticos avanzan rumbo a Cuba: se aproximan cada vez a los límites fijados por Estados Unidos en el bloqueo naval.

Los soviéticos no dan señales de querer negociar. La Habana informa a Moscú de un “casi inminente ataque que puede producirse entre las siguientes 24 a 72 horas. Nuestras fuerzas resistirán cualquier ataque con determinación: la moral del pueblo cubano está muy alta, y el agresor será confrontado heroicamente”.

Sábado 27: se agrava la crisis, un avión U-2 sobrevuela territorio de la URRS. En la provincia oriental de Cuba otro avión U-2 cae bajo el fuego de baterías antiaéreas soviéticas: signos perentorios de una guerra en ciernes. Continúan los intercambios de mensajes entre el Kremlin y la Casa Blanca, pero nada se concreta. Se ofrece públicamente a Jruschov la garantía de no invadir a Cuba, y el retiro de los misiles estadunidenses de las bases de Turquía. JFK espera la respuesta de Moscú.

Domingo 28: Presídium del Soviet Supremo de la URRS fraccionado entre radicales militaristas, partidarios de una confrontación con Occidente, y los negociadores más moderados en ese sentido. Jruschov está decidido a aceptar la oferta de los norteamericanos: “Estamos frente al peligro de guerra y de catástrofe nuclear. Para salvar al mundo, debemos batirnos en retirada”, expone frente al pleno.

Al otro día, la Casa Blanca recibiría con beneplácito la respuesta positiva de Jruschov; pero, le preocupaba que tal resolución se hubiera tomado sin consultarlo con el gobierno de La Habana. Fidel Castro se entera del pacto por la radio, horas después. “Eso generó una gran indignación porque nos veíamos convertidos en una especie de objeto de cambio... En la forma en que la Crisis se solucionó nos dejaron aquí todo: nos dejaron el bloqueo, nos dejaron la guerra sucia, nos dejaron la Base de Guantánamo, nos dejaron los ataques piratas... Nosotros fuimos los que menos ganamos con el tipo de solución que se dio a la Crisis”, puntualizaría el líder revolucionario.

El alfil de Nikita Jruschov se develó como lo que siempre fue: un simple peón negro en la posición P4R en medio del tablero, sin protección de caballo por el flanco derecho, y torre desalojada sin posibilidad de participar en un enroque estratégico. El poeta Gelman tenía razón: fue una siniestra partida de póker.

“Crisis de noviembre”: heridas abiertas en La Habana, resentimiento con los soviéticos, luego del acuerdo alcanzado con Estados Unidos sin la participación de Fidel Castro y soslayando sus exigencias (Cese del bloqueo, Fin de las actividades terroristas, Cese de los ataques piratas desde Estados Unidos, Cese de las violaciones al espacio aéreo cubano, Retirada de la base naval de Guantánamo). Vendrían nuevas consignas. Recuerdo aquella que entonces entonábamos a ritmo de conga santiaguera: “¡Nikita mariquita/ lo que se da/ no se quita!”. En un discurso el dirigente guerrillero, con su labia impulsiva, subrayaría: “¡Poseemos proyectiles morales de largo alcance que no se pueden desmantelar y no serán desmantelado jamás!”.

“Instalamos los cohetes para prevenir la amenaza de invadir a Cuba y luego lo retiramos, después de obtener la promesa de no invasión por el Presidente de Estados Unidos... Retiramos los cohetes únicamente después de haber logrado ese acuerdo y considero que la decisión fue muy buena”, diría Jruschov.

Hugo Moreno, en La crisis de los misiles, repasa referencias que cobran significados de connotaciones múltiples, mucho más en estos días en que La Habana y Washington liman asperezas e inician conversaciones para un posible restablecimiento de relaciones diplomáticas. Un salsero/timbero cubano, radicado en La Florida, pide “hacer un puente ancho/ pa’ que la gente de Miami vayan/ y la gente de La Habana venga”. La crisis de octubre retumba en la memoria de muchos cubanos de sesenta años o más, quienes posiblemente fueron llamados a integrarse a una de las divisiones de infantería de la Fuerzas Armadas Revolucionarias.

Pero, a pesar de todo, muchos trances padecidos en estos 56 largos años de dictadura no se solucionan todavía. La orquesta Aragón ya no toca en Radio Progreso: “Cuba es una maravilla”.


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