Actualizado: 18/04/2024 23:36
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Construcción, Hoteles, Turismo

La razón de lo irrazonable

¿Cómo es posible que los obreros calificados que han participado en la restauración de la Habana Vieja no puedan trabajar en unas obras de reacondicionamiento para hoteles de lujo, en manos de una empresa francesa?

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La noticia de inicio produce estupor y después una profunda irritación: una empresa francesa acondicionando unas edificaciones habaneras como hoteles de lujo está importando mano de obra desde la India y les paga a los indios (que no son necesariamente hindúes) la impensable cantidad para un cubano de €1.600 mensuales que equivalen a alrededor de $1.760, los cuales a su vez serían unos 42.240 pesos cubanos, es decir casi 100 veces lo que gana un médico o un maestro.

¿Cómo es posible que unos electricistas, plomeros y albañiles de la India ganen más que un profesional cubano en Cuba?

¿Cómo es posible que con los altísimos niveles de desempleo que existen en Cuba, se importe mano de obra?

¿Cómo es posible que los obreros calificados que han participado en la restauración de la Habana Vieja no puedan trabajar en estas obras de reacondicionamiento?

Estas preguntas no tienen respuestas fáciles.

El apartheid que durante años mantuvo alejados a los cubanos de los hoteles, ahora se instaura en su edificación. Lo inaudito es que esos hoteles, en que ahora laboran los obreros indios, son mayoritariamente propiedad de los militares que conforman la cúpula gobernante del país que se supone deberían defender los intereses de los trabajadores cubanos.

¿Qué razonamiento económico se encuentra detrás de la decisión de esa empresa extranjera al importar mano de obra desde la India? Si conocemos que el salario mínimo en la capital de la India. Delhi, es de $126 mensuales y en regiones del interior puede llegar a la mitad de esto, entonces podemos suponer que ofrecer $1.760 debe atraer a la crema y la nata de los obreros calificados de la India. Por otra parte estarían pagándoles a los indios un poco más del salario mínimo en Francia que es de unos $1.615 mensuales, es decir que desde el punto de vista de la corporación francesa no es tan mal negocio.

No sabemos si los pasajes, el albergue y el transporte interno lo pagan los contratistas o se lo descuentan a los obreros indios. De cualquier forma no debe ser un mal negocio ni para uno, ni para los otros, ya que si se lo descuentan, no será como le hicieron a los otros asiáticos (los chinos contratados en el siglo XIX que jamás terminaban de pagar) ni creo que se vean obligados a comprar en las “tiendas de raya” como a los trabajadores del campo en Cuba en el siglo XX.

Pero la verdadera razón que ha llevado a esa empresa francesa a acudir a la contratación de indios es una experiencia de otra empresa francesa, la Pernod Ricard, que abrió una destilería de ron en San José, actual capital de la provincia de Mayabeque, y de acuerdo a un testigo de todo lo que ocurrió, ellos se ajustaron a las “normas” impuestas por Cuba: le pagaban en divisa a la empresa cubana para la contratación de mano de obra (ACOREC S.A.) estos le daban a los trabajadores dos pesos (CUP) por cada CUC a los cuales eran convertidos los euros, y todos felices.

No tan felices, los franceses comprendieron, que ese sistema no estimulaba al trabajador y empezaron a hacerles pagos directos a los trabajadores en CUC por la “izquierda”, por debajo del tapete, y entonces así eran todos felices de verdad. Según mi informante allí no se perdía ni un tornillo y la planta funcionaba de manera perfecta. La gente se mataba por agarrar un puesto de trabajo en la ronera y los que lo tenían vivían “en el mejor mundo posible” como diría Pangloss.

En la práctica se creó un embrión de “aristocracia obrera” en el decir de los marxistas, que consumían como los jerarcas del régimen, y eso no es un buen ejemplo para el resto del proletariado; regañaron a los dadivosos franceses y se acabó con la práctica de “sobornar” a los puros y honestos empleados y con ello empezó la catástrofe: los obreros comenzaron a robarse las etiquetas, las tapas, las botellas, llenas y vacías, y todo lo que le produjese algún beneficio, se convirtieron entonces en “lumpen-proletariado”.

Esa es la historia y cuál es su moraleja, lo que dijeron los redactores del informe al Congreso norteamericano sobre las posibilidades de inversión en Cuba[1]:

“El gobierno cubano rara vez toma decisiones económicas basadas en factores puramente económicos, más bien, las consideraciones políticas y sociales a menudo se toman en cuenta”.

En este caso, como en tantos otros, al gobierno no le interesa el bienestar de los cubanos, ni tan siquiera la viabilidad de una inversión económica, lo que le interesa es mantener al pueblo sometido, por ello los franceses contrataron a trabajadores de la India y el Gobierno cubano lo aprobó, y lo seguirá haciendo, aunque eso disminuya sus ingresos pero no “enriquecerá” a los albañiles, electricistas y plomeros cubanos.



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