Actualizado: 28/03/2024 20:07
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Epidemia, Embargo, Crisis

Las estructuras de poder y las consecuencias de la pandemia

Eliminar el bloqueo interno que impide a los cubanos de adentro y de afuera superar juntos la crisis socioeconómica de la Nación: esa es la solución

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El martes 24 de marzo el Granma anunció en un titular de primera plana: “El Primer Secretario del PCC y el Presidente activaron los Consejos de Defensa en el país”. La noticia, constituye en sí misma una contradicción constitucional pues ese documento establece en el artículo 128º y sus incisos que corresponde al Presidente de la República esa facultad.

Por tanto, en el anuncio está de más el Primer Secretario y se resalta que el presidente lo es con minúscula y “designado” pues aquel es quien decide en este y el resto de los asuntos en Cuba, que además no es una República, pues no cumple ninguno de los requisitos de este sistema político desde la publicación el 7 de febrero de 1959 de la Ley Fundamental[1].

Veamos las consecuencias prácticas de la medida anunciada por el órgano oficial.

En primer lugar, todos los funcionarios del partido, así como sus subordinados del “gobierno” se visten de verde olivo y esa subordinación real en la práctica diaria, se visibiliza con las insignias colocadas en las hombreras. Así los funcionarios “electos” que no son tales, sino designados en cada instancia de gobierno, tienen menos rayitas en las hombreras que sus superiores del partido, a su vez designados por la estructura partidista o mejor dicho: la “nomenklatura”[2] de éste, la cual es designada a su vez por quien ostente el cargo de Primer Secretario. Así ocurrió cuando Lenin, Stalin, Mao, los Kim, Fidel Castro y su hermanísimo y con todos los que han llegado a la cima de esos partidos.

Los tres jefes de las Zonas de Defensa Estratégica tomarán el mando en Oriente, Centro y Occidente. Se trata de muy estrellados generales con una larguísima trayectoria subordinados a Raúl Castro, uniendo en una férrea dirección todas las estructuras de las castas descritas por José Martí[3] en sus respectivas Zonas. Militares, partidistas, direcciones administrativas estatales y empresariales todo bajo un mando único.

Esos generales son parte de la cúpula partidista y militar, tienen de hecho facultades para decidir la utilización de recursos de las fuerzas armadas (incluido el Ministerio del Interior). Pero ojo, hay dos cosas fuera de su autoridad: GAESA, la rama financiera empresarial de las fuerzas armadas que maneja más del 50 % de la economía y los órganos de inteligencia que vigilan tanto a ellos y sus familias como al resto de la sociedad, solo subordinadas a Raúl Castro en ambos casos.

Los recursos de las fuerzas armadas cubanas están muy deteriorados. Equipos obsoletos por su antigüedad y falta de repuestos, lo cual incluye la aviación y la marina de guerra, en ambos casos prácticamente inexistentes. El crédito recién concedido por Rusia de 50 millones de dólares es una gota de agua en el desierto del deterioro generalizado. Pero aún los restos de lo que fueran las fuerzas armadas más poderosas de América Latina y una de las mayores del mundo pueden ayudar y de hecho lo hacen en situaciones de desastre.

En fin, hasta la muerte o la pérdida total de las facultades mentales de Raúl Castro las castas tienen un domador: estructura partidista, donde radica el núcleo duro del inmovilismo con Machado Ventura encabezándolo, los militares de armas tomar muy cercanos a aquellos, pero más pragmáticos, los militares que hoy administran el emporio GAESA, con otros intereses y visión y los órganos de inteligencia, que obligados por su trabajo conocen, como nadie, la situación real de la sociedad cubana.

Con la desaparición física o mental de Raúl Castro se terminarán las ambigüedades que exhibe el titular del Granma, supuestamente el designado se convertirá además en primer secretario, pero eso es una cosa y otra que pueda mantener en un puño las castas descritas, las cuales, como tal y como individuos han adquirido intereses divergentes y sobre todo una visión de futuro totalmente distinta, para algunos éste no existe por la edad y para otros cobra más importancia el destino personal y familiar que el de una “Revolución” desfasada hace muchos años.

Mientras tanto seguimos amenazados por la pandemia, y lo peor que vendrá después de ésta, pues como asegura un eminente economista, Emilio Morales, la economía cubana, o lo que de ella queda, se encaminan hacia un agujero negro. Resulta irónico, por decirlo eufemísticamente, que el vice ministro de Finanzas y Precios afirme muy seriamente: todas las acciones necesarias las respaldará el Presupuesto del Estado.

Los cubanos ideotizados (de ideología, no de idiota, aunque sea difícil diferenciar) por décadas de propaganda brutal ni siquiera se preguntan ¿Y al Presupuesto, ya deficitario en más del 12 %, qué lo respalda? ¿Volvemos a la época de los alquimistas o se contratará al Rey Midas? Las consecuencias, puede predecirse desde ahora, serán desastrosas.

Solo eliminando el bloqueo interno y permitiendo que los cubanos, de afuera y de adentro, asuman la reconstrucción del País se podrá salvar nuestra nacionalidad, amenazada por la ruina económica, la baja natalidad y la migración.


[1] En la república la Ley está por encima de todo y de todos; existe alternancia en el poder; separación y control recíproco de los poderes del Estado; ejercicio sin más límites que la Ley de la soberanía del ciudadano; la tolerancia con las ideas opuestas; la igualdad ante la ley. Pero sobre todo la existencia de un Estado de derecho incluidos los derechos humanos, todos y para todos.

[2] Élite del Partido Comunista de la Unión Soviética (0,3 % de la población) que determinaba quién ocupaba cada responsabilidad estatal, partidista, militar, en las organizaciones de masas, etc. Esto excluía la inmensa mayoría de la militancia de ese partido que no tenía acceso a esos resortes del poder. Igual que en Cuba actualmente.

[3] “La libertad ha de ser una práctica constante para que no degenere en una fórmula banal. El mismo campo que cría la era, cría las ortigas. Todo poder amplia y prolongadamente ejercido, degenera en casta. Con la casta, vienen los intereses, las altas posiciones, los miedos de perderlas, las intrigas para sostenerlas. Las castas se entrebuscan, y se hombrean unas a otras”. Obras Completas, Edición Digital, t9, p 340.


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