Actualizado: 18/04/2024 23:36
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Exilio, Migración, Éxodo

Mi patrocinado favorito

Si bien muchos cubanos residentes en la isla podrían lograr sus sueños, en realidad el sur de Florida “no aguanta más”, desde las congestiones de tránsito hasta las quejas reiteradas de los recién llegados

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El gobierno demócrata de Joe Biden no ha encontrado otra forma para taponear la frontera sur que no sea abrirle un boquete a la frontera virtual de los mecenas norteamericanos. Desde hace unos días, quien tiene patrocinador se bautiza con el pabellón de las barras y las estrellas; o, dicho de otra manera, muchos serán llamados, pero pocos los elegidos para emigrar.

El sistema propuesto parece imitar la muy ordenada y fructífera emigración hacia Canadá. Estudiantes, trabajadores temporales, refugiados y familias en vías de reunificación pasan un rigoroso proceso de selección donde también hay patrocinadores, declaraciones de propiedades y recursos financieros. Para los canadienses siempre estuvo claro: no se puede ser misericordioso con el dinero ajeno; la emigración de un país pobre o en guerra debe servir para que los ciudadanos encuentren oportunidades, no para aprovecharse de las debilidades del sistema.

Puede que esta nueva forma de parar la emigración ilegal a través de las fronteras tenga una intención más política que compasiva, o legal. Las autoridades han buscado la manera de detener lo que, a todas luces, parecía una invasión pacífica; los costes políticos se han expresado en las elecciones de término medio. Por declaraciones de los entendidos, el proceso podrá ser expedito. Y ese sería el primer problema: nada de lo que se hace a la carrera funciona bien.

El Departamento de Seguridad Interna de Estados Unidos —equivalente al Ministerio del Interior— deberá “filtrar” miles de solicitudes en poco tiempo. La revisión de cada caso incluye al reclamado y a quien se hará cargo de él por dos años. Dos años es el tiempo que queda a esta administración por delante: es un reto y al mismo tiempo, si todo sale bien, un as en la mano para ganar el voto latino en las próximas elecciones.

Los países escogidos para el programa son distintos en el orden político, social y económico. Aunque en Venezuela y Nicaragua hay gobiernos dictatoriales disfrazados de demócratas, todavía subsiste un mediano tejido empresarial capitalista. Significa que patrocinados y patrocinadores pueden establecer ventajas mutuas. No todo emigrante será “huérfano económico” ni todo patrocinador “bienhechor quijotesco”.

De los cuatro jinetes del “patrocinato”, Haití es el país con más pobreza, aunque la antigua “Perla del Caribe”, como llamaban a Cuba, se acerca en niveles de inflación y miseria. No pocos haitianos pueden ser reclamados por familiares y amigos, muchos en estados como Florida. Sin embargo, habría que ver cuántos estarían dispuestos a asumir los gastos de los elegidos antes de empezar en trabajos habituales como los servicios, pequeños comercios y la agricultura.

Alejados de todo chovinismo, la situación de Cuba es muy particular. En comparación con las otras tres naciones, el poder económico y político de la comunidad cubana en Florida podrían darse el lujo de patrocinar cientos de miles en un solo mes. Y al mismo tiempo, habría cientos de miles, tal vez millones de cubanos, “locos” por ser patrocinados. Pero en la Isla todo el poder político y la toma de decisiones están en pocas manos. Habría que seguir de cerca cómo reaccionaran a la propuesta.

Una curiosa nota aparecida hoy en el Órgano Oficial habla de “mantener los compromisos migratorios” firmados entre La Habana y Washington. ¿Acaso el régimen, además de las 30.000 almas patrocinadas, quiere más, o sea, las 20.000 de los acuerdos firmados después en la administración Clinton?

Una cosa es clara: desde hace años el régimen comprendió que debido a su natural incapacidad productiva las remesas eran un factor esencial para la sobrevivencia. A más gente del “lado de allá” más comida y menos problemas “por acá”. Esta nueva oportunidad de hacer legal lo ilegal hasta hace muy poco —un “Mariel” terrestre a través de lagos y volcanes— podría aumentar el dinero de caja, tan necesario en momentos que los deudores —que no patrocinadores, chinos y europeos— están reclamando reembolsos.

Otra pregunta válida es si el régimen dejará salir de la Isla a todos los agraciados con el patrocinio. ¿Volverá la historia falaz y repetida mil veces de que “los americanos se llevaron de Cuba 3.000 médicos a principios de la llamada revolución, como si se tratara de un secuestro vil, malvado? ¿Pondrá el gobierno continuista condiciones a los favorecidos, como fue no poder vender las propiedades, desregular los regulados —profesionales de la política y las ciencias— e impedir deshacerse de la vajilla y los tenedores?

Habrá que esperar los primeros resultados. La intención, sin duda alguna, es buena, positiva. En el caso de Cuba, estar muy atentos. Si bien muchos isleños podrían convertir sus sueños en realidades —para algunos ya es una pesadilla en suelo norteño— el sur de Florida “no aguanta más”. Sin comenzar aun el proceso, el habitual caos del tráfico vehicular de Miami, accidentes incluidos, se ha multiplicado con miles de conductores nuevos, inexpertos y desesperados.

El patrocinado de estos nuevos tiempos puede ser alguien que ha vivido más de medio siglo de espaldas al mundo. No conoce sus luces, pero tampoco sus sombras, que no son pocas. Habla gritando, la palabra dueño mal suena, y cree que por venir de una Isla-cárcel lo merece todo. De ese modo desafía las leyes, no solo del tránsito, sino la de la gravedad —el pan no cae del cielo ni los dólares se desprenden de un manzano. Se queja de los bajos salarios, de la ausencia de sindicatos, de la burocracia que creía solo asunto de los comunistas. Pero como quiera que sea, en las próximas semanas este podría ser nuestro patrocinado favorito.


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