Actualizado: 23/04/2024 20:43
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Ventana del lector

Nadie tiene toda la verdad

La redacción de CUBAENCUENTRO recibió este texto con el siguiente pedido: A CUBAENCUENTRO en nombre de la libertad de opinión, en nombre del pueblo sin voz porque siempre hablan los mismos, escuchen y publiquen también lo que piensan y sienten los cubanos de a pie

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No es igual conocer como vive un cubano que vivir como uno. La realidad de este país no se puede leer en un blog o escucharla de la boca de un reportero. Hay que estar aquí en la calle, con el pueblo, sudando bajo el sol, clavado una hora en una parada, luchando los cuatro pesos por fuera para luego hacer una cola y comprar lo indispensable que te permita llegar vivo al día siguiente.

Podría extenderme en un análisis de las causas y consecuencias de la crisis política y económica de la Isla y como afecta a cada sector de la sociedad dentro y fuera del país pero eso no resuelve nuestros problemas y los que leen este artículo pero no viven mi realidad lo interpretan como “otro cubano más llorando miserias”. Porque claro es muy fácil nadar fuera del agua.

La gran mayoría de los cubanos que viven fuera de la Isla y conocen nuestra realidad no juzgan el comportamiento de los que estamos aquí porque sufrieron en su pellejo la esclavitud sicológica a la que aún hoy estamos sometidos. En cambio hay otros que el aire del continente parece haberles borrado la memoria. Y es que siento una profunda antipatía por estos personajes que no superan su fracaso político y se hacen llamar así mismos “cubanos naturalizados en Norteamérica” y no son más que una gran caterva de inmigrantes frustrados, vociferando a cada instante su odio visceral a Castro y su pandilla. Me refiero en particular a esos que hablan como si tuvieran toda la verdad en sus manos y el derecho de privar a los que estamos aquí de la oportunidad de viajar y prosperar en Estados Unidos o en cualquier parte de este ancho mundo. Porque ellos son “los padres fundadores del exilio” y los que llegamos ahora somos “la colonización castrista”. Y es que parece nadie les ha advertido que los Castro ya tienen una pata en la tumba y la que les falta por poner no se apresura a hacerlo en parte gracias a la buena gestión que sus enemigos han estado haciendo durante los últimos 54 años, pero claro aún no se nos pueden morir porque luchar contra la “Involución Cubana” sigue siendo un negocio rentable.

Mi abuela que nunca creyó en Fidel y no se dejó alfabetizar porque desconfiaba hasta de sus “mejores intenciones” echaba mano del refranero popular para apuntalar la sabiduría que los años le habían entregado y decía “el que empuja no se da golpes”. Por eso me divierto tanto leyendo los entretenidos artículos que publica CUBAENCUENTRO[1] de estos personajes que fueron en su momento importantes miembros de Partido y solo Dios sabe cuanto daño hicieron “cumpliendo con su deber”. Hasta que un buen día deciden traicionar todo eso que juraban defender y por obra y gracia del Espíritu Santo te los encuentras en Miami rodeados del familión y sus nuevos camaradas de lucha, “la contrarrevolución histórica”. Curiosamente Estados Unidos acoge a los muchachos de Castro como a sus hijos pródigos. Luego se quejan porque el Norte está infestado de espías y agentes de la seguridad criados y entrenados en la Isla.

Ser cubano no es cantar el himno con nostalgia, ni colgar en el carro una bandera, no es sentarse a jugar dominó, tomar ron o bailar salsa en cada fiesta. Ser cubano tampoco es dar discursos de seis horas, secuestrar la libertad del pueblo y tomar vino de quinientos dólares. Eso es deshonrar a la patria y a la nación de Martí y Varela.

Es muy fácil hablar mal de Cuba desde allá o viviendo de lo que mandan los de allá que son la mayoría de los disidentes conocidos, porque los que estamos aquí y no votamos por Castro ni por nadie, no militamos en comités, sindicato ni federaciones, no invitamos a tomar ni a comer a los oficiales del Ministerio para anotarnos puntos, esos que vivimos sin robar y sin remesas, esos que tampoco militamos con la disidencia porque al final terminamos golpeados presos y sin derecho a pedir asilo, esos que nos partimos la espalda trabajando cada día sin esperanzas de prosperar solo para poder dar de comer a nuestros viejos y niños que son unos cuantos, esos parece que no cuentan, ni para los comunistas ni para sus archirrivales en Miami. Luego tenemos que escucharlos hablar de sus frustraciones burguesas y de los pobres de la tierra. Manipulando el pensamiento de Washington y de Martí como si tal cosa.

¿Pero como se atreven a hablar de algo que no sufren ni padecen? Eso es hipocresía, eso es falta de honor, eso es desvergüenza. Y cuanta desvergüenza se puede ver en un pleno de la Asamblea Nacional cuando los lideres dicen “Sabemos que tenemos que trabajar más para mejorar los salarios… yo también vivo de un salario”… y por otra parte “entre los años 2009 y 2011 USAID aprobó un total de 55 millones de dólares para programas relacionados con Cuba”. Si la revista People finalmente publica los cien más desvergonzados del mundo no le asombre a nadie un fraternal empate entre la Habana y Miami.

Pensé que las nuevas leyes de inmigración favorecerían a los que ya no nos queda otro camino y queremos irnos por el mundo no huyendo de Cuba sino en busca de la felicidad donde quiera que esta se encuentre pero me equivoqué, hoy sé que es casi imposible. El mundo nos dio la espalda, como se la dieron a millones de judíos durante el Holocausto o a los pueblos de Asia y Europa del Este durante los peores años de comunismo. América no quiere saber lo que pasa en Cuba, Europa no quiere saber lo que pasa en Cuba y no los critico porque a fin de cuentas es a los cubanos a quien más debería interesarle y lo que están haciendo es predisponer las voluntades políticas contra una posible emigración ordenada.

Tengo 28 años y no creo en revolucionarios ni en disidentes, no gracias, paso de ustedes, mi honor de cubano vale más que los dólares Miami y las misiones a Venezuela.



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