Actualizado: 28/03/2024 20:07
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Política

Primero el individuo

(Re)conocimiento de la sociedad civil en Cuba, ¿un nuevo despertar?

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En la edición número 74 de la revista pinareña Vitral, su director, el laico Dagoberto Valdés, puso a consideración de los lectores el artículo "La comunidad política al servicio de la sociedad civil". Un acercamiento a los entramados de cómo sería viable en Cuba el curso de una sociedad civil.

En el artículo, el destacado animador civilista nos acerca las claves de cómo reconocer la salud de una sociedad civil en cualquier Estado, y allí desvela los síntomas, por casi todos conocidos, que representa la cada vez más ahogada sociedad civil cubana. Las figuras más visibles de la comunidad política en la oposición han presentado proyectos de regeneración para una Cuba futura, a pesar del empuje represivo de los últimos tiempos, que ha mellado las intenciones y en numerosas ocasiones la buena realización de los más ingeniosos ejercicios de la lucha pacífica.

Como apunta Dagoberto Valdés, la comunidad política debe estar al servicio de la sociedad civil, en su conjunto, y de los ciudadanos de manera individual; y son estos en su conjunto los que rearman en su favor (y en el favor de todos) el entramado público de cualquier nación democrática. En los últimos 50 años de la Isla, una exigua comunidad política ha primado por encima, ya no de los deseos, sino de la naturaleza misma de la vida de la sociedad civil.

En este período hemos visto cómo funcionan de resortes una cadena de "estímulos" que no vienen a ser sino engañifas al ciudadano, tales como viajes de trabajo al exterior, otorgamiento de "derecho a comprar un auto" (de segunda mano), posesión de apartamentos y otras.

Se dice que debe existir "un marco jurídico adecuado" para el buen establecimiento de la sociedad civil, mas contamos con instrumentos que nacen ya maniatados, truncos, como la Constitución de la República y el Código Penal. La mordaza aprieta en cuanto se les exige a los estudiantes, futuros profesionales de Derecho, una fidelidad sin límites al partido gobernante por casi medio siglo.

El ejemplo de la Iglesia

Aparecen, ciertamente, en el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, acápites relacionados con las funciones y deberes de la comunidad política al servicio de la sociedad civil, que nos ponen en vigilia al ser recomendaciones para su cumplimiento. Esto nos compromete como ciudadanos y cristianos al fin. Hay una que sugiere "estar al servicio de la sociedad civil y, en último análisis, (estar al servicio) de las personas y grupos que la componen". Pero la constante de Poder criolla practica la autofagia y comete una y mil veces el pecado de comerse a sus hijos.

Los cubanos tenemos el honroso precedente de laboriosidad de la Iglesia Católica. La obra realizada para servir de pujanza a la anterior sociedad civil, creando y fomentando grupos fraternales, instituciones caritativas, colegios y otros vínculos sociales que han ayudado a tejer el rico entramado cívico; esto sin que otrora hayan sido tildados de entreguistas a gobiernos extranjeros o mirados como sediciosos, como ocurre con cada empeño de la actualidad.

La naciente sociedad civil cubana se ve penetrada y vigilada hasta la saciedad por los órganos de represión y seguridad, que además de hostigarla con fiereza se desacreditan constantemente ante sus connacionales.

Sólo con una verdadera unión de todos los cubanos, unión que por ninguna razón nos llevaría a doblegarnos unos a otros en nuestras creencias y filiaciones, podremos ayudar a entretejer el cuerpo raído del civilismo. El florecimiento de los clubes del danzón, asociaciones familiares y fraternales de grupos afines al amor y la vida, así como las demás iniciativas culturales, no debieran pasar por el tamiz de la fe ciega a un credo político determinado, ni la obligatoriedad de denunciar a nuestros hermanos de fraternidad.

En entramado social debe pasar, como no, por los escalones de individuos, grupos sociales y, en última instancia, por la comunidad política, ya sea oficial o de oposición. El problema principal está en la falta de credibilidad de las personas hacia las diferentes instituciones, las cuales son dirigidas "de dedo", donde los informes anuales desdicen de la vida diaria, ya sea económica, política o culturalmente.

Una patente de credibilidad hace falta para que los ciudadanos respiren sin ahogos, y podría estar en el sencillo gesto de ver cómo los actores de poder bajan la cabeza o dejan hacer ante su imposibilidad de "poder hacer". Así, cualquier iniciativa sería más creíble.

Pero les parece mucho, y sería volver a la parábola bíblica del hombre rico, la aguja y el camello.