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Represión

¿Qué pasa con Léster?

A cinco años de la ola represiva, Léster González Pentón agoniza en su celda.

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¿Qué pasa con Léster? Así me pregunté cuando vi su nombre en el envoltorio de papel que me reenviaron desde Guantánamo, que a su vez venía de una mano amiga de Santa Clara, la ciudad en la que hace cinco años apresaron a Léster González Pentón, el más joven de los prisioneros de la causa de los 75. Fue condenado a magullarse el cuerpo en las cárceles por haber "traicionado a su patria".

"Se muere Léster", para más precisión, decía el papel. El anacronismo tecnológico me dio rabia, roña, casi me puse a temblar. Hace dos meses, un obsoleto disquete de 3½ me fue enviado a Guantánamo (como si yo viviera allá, como si tuviera una computadora para leerlo). Hoy vuelve, un mes más tarde, en pleno marzo de recordación de aquellos fatídicos días. Leo, entre el morbo y el dolor, fragmentos del "Diario de la prisión", de Léster.

El año pasado me escribió Alexander Santos Hernández, desde la temible prisión disciplinaria "Cuba Sí", en Holguín, para decirme que la comida era un asco, que le habían dado una golpiza enorme a Víctor Rolando Arroyo Carmona.

Apenas ha pasado una semana desde que una húmeda mañana, en el viejo cementerio de la ciudad, tropecé con Lorenzo, condenado a un año de cárcel por llevar sobre sus hombros una organización de derechos humanos en la zona oriental (Movimiento Claridad). Lorenzo habla bajo, pasó casi todo el tiempo de encierro en la "enfermería" de la prisión, está aún enfermo. Es y no es el mismo.

Son noticias de gente que no está, que no estará jamás en los parques, los cines, rompiéndose las espaldas por un pan, un plato de arroz con frijoles o un juguete para los hijos o sobrinos. El dolor de la cárcel va a marcarlos para siempre.

Unos días tomados del "Diario de la prisión", de Léster González Pentón, lo dicen casi todo:

Martes 18 de marzo de 2003:

"Fui detenido a las 5.50 pm y llevado para las celdas de los órganos de la SE [Seguridad del Estado], sin permitirme poder estar presente en el registro que se me realizó por los oficiales de la seguridad en mi hogar. En la sede del DSE querían que firmara un documento donde decía que se me detenía por los delitos de atentar contra la Paz Internacional, difundir noticias falsas y asociación ilícita para delinquir. Al negarme a firmar el documento me mandaron para la celda 19. Después estuve en la 18, la 11 y la 1…".

Viernes 25 de abril de 2003:

"A las 5 de la mañana nos llevan el desayuno a las celdas, consistente en cerelat [sic] y un pedacito de pan viejo. Entre todos sólo teníamos un vaso y así, pasándolo de celda en celda, pudimos tomarnos aquello. En la oscuridad yo no sabía de qué se trataba y con el sobresalto pensé que el guardia me estaba apuntando con un arma, que a la postre era el embudo con que distribuían el cerelat [sic]".

"A las 9 de la mañana fuimos trasladados a otras celdas del Régimen Especial (Kilo 7) en un mismo pasillo, junto a otros presos confinados allí por delitos comunes a Cadena perpetua unos y a Pena de muerte otros. A mí me tocó la celda # 28, separado de los hermanos de causa al igual que a Ricardo González Alfonso. Supe por los presos comunes que allí se encontraba el preso político Humberto Real Suárez, en espera de la Pena de muerte".

"Sobre las doce del día nos traen el almuerzo en una bandeja, compuesto de pata y panza de res con pelos y peste, arroz lleno de piedras, churre y sabor a cucaracha y un caldo de hojas de col. Recordé las palabras del Jefe de la prisión en el momento que tuve que botar la bandeja de comida por el [baño] turco. Un preso común se ríe de mí, diciéndome que ésta estaba excelente en comparación con otras comidas: 'si no te la comes morirás de hambre', me dijo. A la hora de comida el menú se repitió. Tuve que comer por el hambre que tenía, utilizando como cuchara un tubo de pasta. Cuando cayó la noche presentí que estaba en un cementerio de hombres vivos, debido al silencio, lo que me dio la idea que estaba solo en aquel lugar…".

Jueves 7 de abril de 2005:

"A las 8 de la mañana soy llevado al turno de gastroenterología. La doctora indaga con los guardias el porqué no realizo el plan médico indicado por los médicos de La Habana, escrito en la historia clínica. Yo le explico a la Dra. que en la prisión todo es muy difícil y que había venido con tratamiento para diversas enfermedades, pero que las autoridades no habían respetado las indicaciones y el tratamiento. A las 5 pm soy llevado para la Sala de Penados del Hospital DR. 'Celestino Hernández Robau' debido a que el sangramiento por el recto continuaba…".

Domingo 16 de junio de 2005:

"El oficial jefe de grupo nombrado Aldenay Pérez no me permitió recoger los pomos de agua hervida. Me empujó por los hombros y la espalda, ocasión aprovechada por otro oficial apodado 'El Mellizo' para encerrarme dentro de una jaula enmallada bajo la lluvia. Aldenay acostumbra caerle a golpes a los presos. También sufre igual campaña de descrédito el PP [preso político] Álila Sáez Romero, quien pertenece al Movimiento de Resistencia Cívica 'Pedro Luis Boitel' y cumple sanción por desacato a la figura de FC. Ha sido amenazado de ser apuñaleado por los comunes, le han robado varias pertenencias de su maletín. Él es muy activo en materia de denuncias de las violaciones de los DD HH".

Lunes 17 de junio de 2005:

"Estoy con fiebre y catarro de las lloviznas que me cayeron encima ayer. Emito una denuncia a la opinión pública internacional sobre el peligro que corre mi vida en la Prisión de Jóvenes de Villa Clara, debido a la campaña sucia de la SE, en contubernio con las autoridades de la prisión y la complicidad de varios presos comunes, en respuesta a que mi esposa Yanet Ocaña participa activamente en todas las actividades de las Damas de Blanco".

"Dentro de las arbitrariedades denunciadas están el robo de mis pertenencias, las amenazas de picarme la cara mientras duermo y la amenaza latente de golpizas. Además, me hicieron una gran campaña de 'chivato' dentro de los presos, mientras que los guardias me faltan el respeto delante de los demás reos. Esas acciones de los presos comunes son recompensadas con pabellones especiales, visitas de estímulos y otras prebendas adicionales. Debido a las humillaciones estuve muy alterado de los nervios por esos días en espera, además, del ingreso nuevamente el 11 de julio en la Sala de Penados del Hospital Dr. 'Celestino Hernández Robau' con el objetivo de someterme a una operación".

Este es el último "parte" del diario. De esto hace casi tres años, y Léster no mejora ni ha sido "canjeado" en ninguna de las oportunidades que La Habana ha brindado a sus peticionarios del mundo. No ha sido Léster, ni Normando Hernández, con su tuberculosis, ni el doctor Biscet, con sus encías inflamadas, ni El Negro Zapata Tamayo —después de los atropellos—, ni Tony Díaz, Iván Hernández Carrillo, José Ubaldo, los hermanos Ferrer García o Próspero Gaínza, que se cosió la boca a manera de protesta, ni el largo etcétera de presos políticos o de conciencia que llevan su cadena con el cartelito de "comunes". Se pudren y no los salva nadie, acaso Dios.

Esta semana llamé a Villa Clara. Dicen que Léster sigue mal. "Pero, ¿muy mal, mi hermano?", pregunté para saber un poco más. "Muy mal, asere", dijo la voz desde el centro de la Isla.


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