¿Qué se puede hacer con Alamar?

¿Qué se puede hacer con Alamar? ¿Qué se puede hacer sin Partido Comunista? Parafraseando la canción de Silvio Rodríguez, algo habrá que hacer, y no sólo con Alamar, sino con todos esos repartos llenos de edificios prefabricados que se construyeron después de 1959. Una vez que la sociedad civil recupere las riendas, no deberían ser demolidos como no pocos desean, sino remodelados y remozados para otorgarles la dinámica urbana de que carecen actualmente.

Luego que se instaure el Estado de derecho, urge romper el esquematismo y la monotonía arquitectónicos, y adecuar el crecimiento y ordenamiento urbano cuadriculado debido al desarrollo social, económico y cultural del país, que en la década de los años cincuenta y sesenta alcanzó un ritmo acelerado, sobre todo en la capital.

Dada la gran responsabilidad social de la arquitectura, es preciso que, en la Cuba post-PCC se tengan en cuenta de inmediato algunas necesidades insoslayables.

En primer orden, asegurar un adecuado marco ambiental para que los ciudadanos desarrollen sus potencialidades creadoras, y orientar la transformación de la arquitectura de cada barrio de acuerdo con los recursos disponibles y los valores estéticos identificados con la comunidad y el grupo social. De ahí que los habitantes sean consultados como partícipes de las transformaciones.

Además, la metodología de diseño deberá contemplar las distintas disciplinas que intervienen en la conformación del marco ambiental, empleando preferentemente a arquitectos, urbanistas, escultores, pintores, jardineros y diseñadores de la zona.

Por último, otra de las necesidades impostergables sería eliminar —en lo posible— la gran diferencia entre centro y periferia, distribuyendo las actividades de comercio y entretenimiento de forma racional en el territorio urbano.

La herencia que deja el socialismo ha sido la repetición, hasta la saciedad, de un mismo modelo de construcción, sin apenas variaciones. Quedará para entonces un urbanismo caótico, que en la mayoría de los casos ha roto con la retícula tradicional, lo que en nada contribuye al logro de un marco ambiental apropiado.

La diferencia entre centro y periferia se acentuó con la construcción de urbanizaciones sin las más elementales infraestructuras culturales y recreativas. Excepto en la Habana del Este, cuyo proyecto data de antes de la llegada al poder de Fidel Castro, en 1959, en el resto de los espacios periféricos escasean el diseño gráfico, el muralismo, la escultura y la jardinería. Los edificios se han convertido en simples almacenes de personas, sin pretensión estética alguna.

Soluciones

Como respuesta a esta situación, en los laterales de los terrenos perimetrales de los inmuebles deben intercalarse nuevas viviendas unifamiliares que, dada su variedad, garanticen la ruptura de la monotonía ambiental. Estos proyectos deberán ser aprobados y su construcción inspeccionada por la entidad correspondiente.

Tanto en la parte posterior como frontal de esos terrenos se deben construir jardines, dando relevancia al espacio delantero como carta de presentación del edificio, y los árboles ornamentales deben ser los apropiados para no dañar las aceras.

Se debe destinar una calle de las más anchas para situar quioscos de diseños atractivos para la venta de helados, refrescos, dulces, revistas, artesanías…, y las paradas de ómnibus deben estar provistas de casetas con asientos y techos adecuados para protegerse de las inclemencias climatológicas. El diseño debe aprovechar la singularidad de cada barrio a partir de un color o detalle determinado, permitiendo la exhibición de propaganda comercial y cultural en paneles previstos para ello.

Antes de pintar cada edificio, este debe ser restaurado y la carpintería renovada. Lo ideal sería que cada consejo de vecinos gestionara y pagara a un arquitecto para que hiciera un estudio de remodelación de fachada, con el fin de caracterizarlas y diferenciarlas.

Los edificios deben pintarse de forma diferente, empleando además el diseño gráfico y murales de cerámica o pintados al fresco. También, cabría situar esculturas monumentales de hormigón, acero u otro material, que posibiliten el disfrute estético de los pobladores. Para ello, una opción es convocar concursos que garanticen la calidad.

Como parte del diseño urbanístico, habría que construir fuentes, que, combinadas adecuadamente con árboles y jardines, refrescarán y embellecerán el ambiente.

En los nuevos conjuntos de viviendas se deberá tener en cuenta, entre otras cuestiones, las siguentes:

1) El trazado de las calles y avenidas debe respetar la cuadrícula tradicional, con aceras a desnivel y parterres de césped y plantas, tomando como modelo el Vedado habanero.

2) Destinar siempre un área para parque central, de diseño moderno, y con fuentes, esculturas y jardines, y un área para parque infantil, utilizando el color y el diseño gráfico para crear el ambiente adecuado para los niños.

3) Escoger una calle ancha como vía principal del nuevo reparto, para ubicar comercios y establecimientos de servicios a ambos lados, aprovechando las plantas bajas de los edificios, que deberán tener una función mixta.

4) Reducir el área perimetral al mínimo, para aprovechar mejor el espacio y obtener mayor densidad de población, que justifique el servicio de transporte público hasta esos nuevos espacios urbanos.

5) No abusar del mismo sistema constructivo, ni emplear la misma tipología; es decir, se deben intercalar edificios bajos con altos, y destinar a casas unifamiliares los terrenos pequeños donde no quepan edificaciones grandes.

6) No concentrar los comercios en un solo lugar, sino distribuirlos en una misma calle o zona para darle mayor animación.

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