Actualizado: 15/04/2024 23:17
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¿Será Cuba la patria de todos?

Las autoridades vuelven a la carga contra los supuestos 'ilegales' que residen en la capital.

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Para Yosbel Sánchez Garlobo, de 37 años y natural de Holguín, los últimos embates de la inspección estatal contra los supuestos "ilegales" que residen en la capital han resultado una odisea para muchos paisanos. Como miles de personas del oriente de la Isla en los años ochenta, Garlobo, rozando casi los veinte años, se incorporó a los contingentes de la construcción creados en la capital.

"Por entonces, yo sólo pensaba en hacerme de un cuartico o casarme con una mujer de La Habana para quedarme allá. Me hice de uno en Centro Habana y lo perdí. Después de 15 años no he podido con los trámites y la montaña de dinero que me costaba hacerlo por la vía legal", dice el holguinero, mientras da los toques finales a la cerca de frente a su casa.

Sánchez Garlobo afirma que en realidad La Habana nunca fue suya y ahora, cuando además de su casa ha perdido su último matrimonio, se siente más desconsolado que nunca. La oferta que le hicieron los de Vivienda fue mudarse para uno de los albergues situados en las afueras de la capital, emplazados cada vez más en la periferia y en las peores condiciones materiales.

"Mi ex mujer sí aceptó. Lo de ella es otra cosa, pero eso no fue con lo que yo soñé. Tú verás que no lo derrumban y se lo entregan a otro con cara de mejor postor", comenta a Encuentro en la Red.

Ahora este hombre no es más un guiñapo humano: pasó a ingresar la lista de los que nunca más tendrán esperanza ni confiarán en el porvenir. Cuenta que nadie en el vecindario protestó ni le prestó ayuda cuando lo vinieron a desalojar, lo que él sí hizo cuando intentaron hacérselo a otros. En su opinión, los desahucios son premeditados en esa zona de la ciudad. Aunque físicamente suceden en La Habana, rebotan en los cientos de orientales que se han mudado a la capital, sobre todo en los ochenta.

Garlobo lo ve como una "ocupación" a la moderna, pues el trueque de viviendas fue consecuencia del sudor y la perseverancia de hombres y mujeres.

"Yo trabajé en el Julito Díaz, en el hospital Pedro Borrás y la Villa Panamericana. Como los esclavos y la gente de antes, nosotros volvimos a hacer La Habana", se lamenta.

En medio de los planes espectaculares puestos a rodar con bombo y platillo, las autoridades han implementado un reajuste de cuentas con los inquilinos más vulnerables. Casos como los de Garlobo inundan la Isla, pero aún no se conoce de un oficial de las Fuerzas Armadas, del Ministerio del Interior, o gerente de alguna de las corporaciones mixtas, que haya sido impelido a abandonar las zonas densamente pobladas de Alamar, Miramar o el Reparto Obrero, donde ubican por lo general a estos asesores y especialistas. Para seguir en el tono del argot esclavista, no se mide con el mismo rasero a esclavos, mayorales y contramayorales.

Sánchez Garlobo ha regresado a su Holguín natal, a fuerza de presiones, intimidación y hasta el insulto de algún que otro inspector, por lo que se impone una pregunta: ¿será Cuba la patria de todos?


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