Actualizado: 18/04/2024 23:36
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Revolución, Disidencia, Sociedad

Conclusiones de un balance sobre Cuba al cierre de 2020

La Redacción de CUBAENCUENTRO ha recibido el siguiente texto

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A casi cuarenta años de lucha cívica organizada del movimiento disidente en Cuba, los supervivientes de la media docena de prisioneros políticos que iniciaron esa lucha en 1983*, exhortan a una reflexión desapasionada de la situación general del país y de las posibilidades del momento presente, sin ansias de protagonismo y pensando sólo en el bien del pueblo cubano.

Balance:

  • El modelo instaurado en Cuba desde los años 60 del siglo XX ha demostrado, por sus resultados, su ineficiencia para resolver los problemas fundamentales de la sociedad. Las propias metas de lograr el acceso de toda la población a una educación y una atención médica universales, fueron menoscabadas por una economía irracional, por coartar los estímulos productivos y aspiraciones de superación de los ciudadanos, y sostener a una burocracia parasitaria. No se trata de la falsa disyuntiva entre socialismo y capitalismo, pues la República de los Consejos de la Hungría del 55 y el “Socialismo con rostro humano” de la Checoslovaquia del 68, alternativas frustradas brutalmente por los tanques rusos, y la vía de la Yugoslavia autogestionaria, fueron opciones rechazadas por la dirigencia castrista aún después de desaparecido el Bloque Soviético, y prefirió seguir manteniendo el modelo de centralismo de Estado que demostró su inoperancia en la propia Unión Soviética con su implosión en 1991. El propio líder político que promovió su instauración en Cuba, confesó antes de fallecer, a un periodista de la revista The Atlantic, que ese modelo “ya no funciona, incluso para los cubanos”.
  • Las restricciones económicas de los Estados Unidos sobre Cuba como respuesta a las confiscaciones de propiedades estadounidenses y luego reforzadas como instrumento de presión sobre la dirigencia castrista, no sólo han fracasado en sus objetivos, sino que ha aumentado las precariedades del pueblo y solo ha servido para desviar la responsabilidad de esa dirigencia por las nefastas consecuencias de su ineficacia y su bloqueo interno al pueblo.
  • La negación de derechos fundamentales como la libre asociación y expresión de las ideas, dio lugar en los 80 al nacimiento de una corriente pacífica de oposición y de derechos humanos, conocida como “disidencia interna”, que se extendió por todo el país, y no ha podido ser acallada, menos exterminada a pesar de amenazas, intimidaciones, ostracismos y encarcelamientos.
  • Pero ese movimiento ha fracasado hasta hoy en lograr los cambios deseados para el país al no poder salir de la marginalidad social por el temor generalizado de la población a la represión gubernamental, y sobre todo, porque muchos de esos grupos, influidos por organizaciones opositoras del exterior en un contexto diferente, adoptaron retóricas confrontacionales de apoyo a la política de plaza sitiada que los distanció de la mayor parte del pueblo, y en especial de sectores intelectuales y académicos críticos que por otros caminos, buscaban soluciones al conflicto nacional.
  • La profunda crisis económica del país, en particular la crisis energética, agudizó las calamidades de la población y el descontento, aunque gran parte de la frustración no se manifieste aún abiertamente por temor, pero podría explotar multitudinariamente con graves consecuencias irreparables, que para nadie sería saludable, ni para la dirigencia, ni para los disidentes, ni para el pueblo.
  • El régimen no puede ya relajar las tensiones internas acudiendo a grandes éxodos masivos como fueron en el pasado Camarioca, el Mariel y la de los balseros del 94, tras el decreto del Presidente Obama de devolver a todos los refugiados que llegaran ilegalmente, y por otra parte, para la población, ya no es tan fácil la liberación individual mediante la emigración, lo cual acentúa la urgencia de una solución interna al conflicto.
  • Cuba no cuenta ya con un proveedor seguro y estable de combustible como fue antes la Unión Soviética y luego Venezuela. El posible mejoramiento de relaciones con un nuevo gobierno demócrata en Estados Unidos, podría significar nuevas oportunidades para poner fin a esa carencia, pero tras la experiencia de la administración Obama, es muy difícil que se materialicen sin concesiones en el campo de los derechos humanos.
  • Los opositores no pueden esperar ya cambios radicales en Cuba, ni por una intervención militar tras el fin de la Guerra Fría, ni por expediciones por cuenta propia sin suficientes recursos armados ni apoyo popular, ni golpes de estado debido a una inteligencia y contrainteligencia muy efectivas, ni por una explosión social que sólo traería caos y muchas muertes.
  • La desaparición física de los “dirigentes históricos” por razones biológicas, no traerá cambios positivos, sino que dejaría mafias empresariales inescrupulosas al frente de las empresas estatales, con un poder suficiente como para pactar con carteles de la droga que ambicionan vías más seguras para el tráfico hacia el apetecible mercado norteamericano.
  • El resultado electoral que aprobó la actual Constitución demuestra que, aun sin contar la ausencia de garantías y la opinión generalizada de que muchos la aprobaron por temor, la cifra brindada por el sector oficial sobre la minoría que expresó su inconformidad es un por ciento suficientemente significativo como para ser tenido en cuenta.

Conclusiones

¿Qué se puede hacer?

  1. Los cubanos no pueden contar con otros factores fuera de ellos mismos para solucionar sus problemas. Podrían los disidentes encontrar apoyo de la comunidad internacional a favor de su lucha por los derechos humanos; y la dirigencia, ayudas de países aliados para aliviar la escacez de petróleo, pero ninguno de los dos grupos contendientes podrá resolver definitivamente sus conflictos si no es entre ellos y el pueblo cubano.
  2. La contienda régimen-disidencia, ha caído desde hace mucho en un punto muerto en el cual la primera, con todo su poder, no ha podido liquidar a la segunda, y la segunda no pudo avanzar mucho más hasta ahora para un cambio del sistema.
  3. El que el régimen castrista no haya podido acabar con el movimiento disidente como hizo con todos los intentos opositores armados, demuestra que la solución del conflicto cubano no podrá resolverse por medio de la violencia y la fuerza, ni mediante encarcelamientos ordenados por esa dirigencia, ni rompiendo vidrieras por parte de potenciales manifestantes, sino a través de soluciones pacíficas y dejando a un lado las confrontaciones.
  4. Sin embargo, las condiciones presentes están generando un terreno propicio para que tanto esa disidencia como una intelectualidad reformista en los marcos legales, puedan seguir avanzando en sus propuestas debido a las posibilidades que las redes sociales han ido facilitando a la ciudadanía, no sólo para la información, sino además para la divulgación masiva e instantánea, tanto de propuestas como denuncias, lo cual se vio bien claro recientemente en diciembre de 2020 por el número de personas que acudió, tanto para apoyar la huelga de hambre del Movimiento San Isidro por la liberación del rapero Denys Solís, como a la concentración de artistas que solicitaban un diálogo ante el Ministerio de Cultura para el cese del hostigamiento contra artistas independientes.
  5. Pero es preciso subrayar que en los casos citados, un factor que estimuló esa incorporación popular fue el carácter pacífico adoptado en estas protestas que desmentía las acusaciones gubernamentales contra los manifestantes de “mercenarios pagados por el imperio”. La disidencia no podrá ganar terreno con esas posibilidades tecnológicas si mantiene retóricas impopulares como el apoyo a las restricciones económicas de Estados Unidos sobre Cuba, en particular, de viajes y remesas. Por el contrario, debe condenar todos los bloqueos y restricciones que afectan económicamente a las familias cubanas, tanto los impuestos por el gobierno estadounidense como por el gobierno cubano contra el pueblo en su lucha por la subsistencia.
  6. La dirigencia castrista debería tomar nota sobre los síntomas de apoyo popular a quienes solicitan pacíficamente el fin del hostigamiento tanto a las manifestaciones artísticas, como a las actividades económicas de ciudadanos independientes, apoyo que no solo se evidencia en las calles sino incluso en las redes sociales entre muchas personalidades que hasta el presente han apoyado al régimen, y poner en una balanza qué puede ser peor, si realizar las concesiones que pondría fin a las tensiones, o negarlas y militarizar las ciudades con la consecuencia probable de una explosión social. Quienes están incitando a la violencia no son los disidentes, ni los intelectuales, ni los artistas, sino el propio gobierno al negarse a dialogar con los segmentos más moderados que solo piden un entendimiento pacífico y de respeto mutuo.
  7. La dirigencia debe liberar a todos los prisioneros de conciencia y dejar de perseguir a quienes hacen uso de sus derechos de libre expresión y asociación, y las organizaciones disidentes, dejar claro que no favorecen el revanchismo contra quienes han perpetrado violaciones de derechos humanos, resaltar que abogan por una amnistía general que beneficie tanto a disidentes que sufren prisión u otras penas, como a elementos gubernamentales que han cometido abusos de poder, lo cual no significa que no se restablezca la verdad y se asuman las responsabilidades, tal y como se llevara a cabo en Sudáfrica bajo la presidencia de Mandela.
  8. La disidencia debe tender puentes con aquellos cubanos que aunque no han roto con el régimen, mantienen posiciones críticas o independientes, tratar de limar asperezas y resquemores con otros compatriotas que por otros caminos están brindando sus aportes por una Cuba mejor.
  9. El régimen tiene la posibilidad de lograr un cambio de actitud de gobiernos e instituciones internacionales que le condenan por violaciones de derechos humanos, cambiando su propia postura hacia los activistas, dejando de verlos como enemigos y revalorando la utilidad de su labor en detectar arbitrariedades y abusos de poder de algunos de sus propios funcionarios que dañan la imagen del gobierno y generan descontento en la población. Si autorizaran la creación de un comité nacional de activistas elegidos por los propios grupos de derechos humanos, que elevarían a las altas instancias sus quejas a cambio de que éstas reciban la debida atención, no tendrían necesidad de enviar sus denuncias al plano internacional y el régimen recibiría el beneplácito de la comunidad internacional. No matar al mensajero.
  10. El Gobierno debería permitir en universidades o centros de convenciones, paneles donde representantes del gobierno, intelectuales críticos, reformistas y disidentes, discutan cuáles cambios podrían implementarse para sacar a Cuba de la crisis, sin dogmatismos ideológicos, sino pensando pragmáticamente en el bienestar de la población y en el destino de la Patria. Exhortamos a todos los cubanos de buena voluntad, independientemente de sus ideas políticas y país de residencia, a contribuir en la misión conjunta de restañar todas las heridas de la gran familia cubana y levantar el hogar nacional, en aras de un porvenir donde reine la paz, la fraternidad y el progreso.

Dado a los 31 días del mes de diciembre de 2020.

Ariel Hidalgo y Elizardo Sánchez Santacruz

* El grupo que fundó la primera organización de derechos humanos en Cuba en octubre de 1983 en el presidio político cubano y dio inicio al movimiento disidente organizado dentro del país, fue el Comité Cubano Pro Derechos Humanos. El CCPDH puede considerarse la célula matriz ramificada luego en múltiples asociaciones independientes que se extendieron por todo el país y abarcaron las multidiversas funciones de una nueva sociedad civil. Otras muchas organizaciones nacieron más tarde espontáneamente por la influencia y gracias al espacio ganado por esas primeras agrupaciones en medio de la imposición totalitaria que pretendía acallar y absorber en un mando único, todo el quehacer ciudadano de la República.

Hoy, al cumplirse 62 años de la imposición de una dirigencia que estableció a la fuerza una política violatoria de todos los derechos y libertades, y un modelo económico que ha sumido al país en la miseria y la desesperanza, no pretendemos hablar en nombre de los hermanos que entonces nos acompañaban en aquella gesta y que ya no están con nosotros: Ricardo Boffil Pagés, Gustavo Arcos Bergnes, Teodoro del Valle y Eddie López, y menos en nombre de todo el movimiento disidente, sino a título personal con la experiencia que nos han dado 38 años de lucha cívica.


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