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Actualizado: 25/04/2024 19:17

Díaz-Canel, Pobreza, Presidencia

Díaz-Canel y la pobreza en Cuba

Desde hace alrededor de 20 años no se conoce el índice de pobreza en Cuba

Parece claro que Miguel Díaz-Canel, nuevo presidente cubano, no tiene el poder y tampoco el propósito de impulsar “reformas políticas” en la Isla; digamos que no siente la necesidad, todo se ve perfectamente ordenado y funcional en el cosmos socialista cubano. Que tenga el poder y sienta la pulsión de hacer las necesarias reformas económicas, al menos las ya planteadas por el mismo partido comunista, está por ver. Hay que darle un chance al pobre hombre, que es el primero que sin disparar un tiro en guerra alguna le piden que haga de hoy a mañana lo que el mismo Raúl Castro —que sí tiró bastante— no hizo porque no quiso, o porque no lo pudo hacer. Raúl Castro se va de la presidencia después de haber hecho “importantes”, “tímidas” reformas, o “ninguna”, eso depende del color político de quien las catalogue, pero reformas —nunca llamadas así en el idioma oficial raulista— que cambiaron para mejor la vida del cubano de a pie; o por lo menos de una parte de los cubanos de a pie. Porque entreverada entre los discursos autobombos del poder, la prensa que los proclama día a día, el empuje de los reformistas, la retranca de los numantinos, el robo cotidiano y la corrupción, la ineficiencia estatal autorizada y la sempiterna ausencia de los dirigentes en los tribunales cuando dilapidan, gastan, o equivocan los dineros del pueblo… en Cuba bulle la pobreza.

Allá nadie la llama por ese nombre. Pero existe. El epíteto más socorrido es “desigualdad”. No quieren que haya concentración de riquezas, enriquecimiento, lo condenan con el ademán de la superioridad moral, casi el gesto del patricio dispuesto a sacrificar su vida antes de que unos tengan más que otros. Pero no hablan de la patente concentración de la pobreza en Cuba. Es un término que nunca se menciona, no existe oficialmente como índice ni como realidad; salió desterrado del vocabulario revolucionario cuando en 1961 se cerraron las puertas al Ministerio de Bienestar Social. Ya no hacía falta ayuda adicional para los pobres, la justicia económica revolucionaria estaba en marcha y por qué dudarlo, en breve la carretera central sería como un gran boulevard uniendo a toda la Isla en una gran prosperidad.

Pero no fue así. El embargo, usted puede imaginarse, es el gran culpable, pero ni aun siendo grande lo es de todo, o por lo menos de lo fundamental, porque la malanga no se da mejor en California que en la región de Mayabeque. ¿Cómo o quién podría cultivarla profusamente, presidente Díaz-Canel, ya fuera estatal o particular, para que no le costara a 10 pesos la libra al siempre heroico pueblo cubano? Miles de malangas felices, y por qué no, ¡frutas!, guanábanas y chirimoyas —tan caras que están— auto sacrificándose en los patrióticos paladares cubanos a un precio estentóreamente popular o al menos asequible.

Desde hace alrededor de 20 años no se conoce el índice de pobreza en Cuba. Al parecer no se brindan suficientes datos a los organismos internacionales que se ocupan del tema. Se desconoce si se mide internamente y de medirse con qué parámetros se hace. Lo cierto es que nada se publica. Pero la pobreza, como condición social, existe —como en cualquier país, es cierto— pero en Cuba es un tabú mencionarla en los periódicos y casi seguramente en las asambleas del poder popular o del partido comunista. ¿Y no sería bueno admitirla?

Miguel Díaz-Canel ha aceptado la presidencia tras el proceso de votación nacional y con esta la inherente responsabilidad de mejorar el nivel de vida de la población cubana. No toda Cuba vive en la miseria como proclaman quienes simplifican desde Miami la realidad cubana con consignas, pero es cierto que una patente pobreza social existe en Cuba. Y principalmente por la lucha contra ella debería ser evaluado el nuevo presidente y tal vez reelecto.

Mientras en la asamblea triunfaba la sucesión, en la calle la gente se encogía de hombros. Triunfalismo en la asamblea y en la calle en general escepticismo. Yo caminé las calles. “El poder ha sido usualmente épico en describirse a sí mismo, tal vez haya llegado el momento en que debieran ocuparse en describir humildemente la estricta realidad”, me dijo en el malecón habanero un cubano esperanzado[1].


[1]https://www.nodal.am/2017/05/desigualdad-cuba-combatiendo-la-riqueza-la-pobreza-pedro-monreal-gonzalez/

© cubaencuentro

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