Sociedad civil, Emigración, Cambios
Enfrentar los tiburones no es la única, ni la mejor opción
Con el cierre de Nicaragua y Ecuador, los que quieran irse de Cuba posiblemente tendrán ante sí el mar con sus tiburones y tormentas, como opción fundamental de escape
“Lo que está pasando ahora mismo en la frontera entre Costa Rica y Nicaragua con un grupo de cubanos que a campo traviesa van desde Sur América a EEUU buscando llegar a EEUU, junto a la decisión de Ecuador de pedir visa a los cubanos, nos está dejando a los cubanos con el enfrentamiento a los tiburones en alta mar como única opción para salir del desastre socialista”.
Me dice un vecino indignado con la actitud de los nicaragüenses y ecuatorianos ante esa situación.
Luego de reconocer la justeza de su indignación, me voy al fondo del tema: el problema no está en la actitud de los gobiernos centro o suramericanos, sino en el modelo político-económico implantando en Cuba que limita el desarrollo individual y social de los cubanos y en la forma en que los mismos asumen su reto.
Desde épocas inmemoriales ante las dictaduras —ésta se dice del proletariado—, los pueblos han tenido tres opciones: buscan la forma de cambiarla, se adaptan o se van a otros países. Es lo que ocurre en Cuba también.
Cada uno debe hacer lo que estime y pueda con su vida y nadie tiene derecho a obligar a nadie a aceptar una situación o actitud determinada.
Pero cierto: con este cierre por tierra continental de Nicaragua y Ecuador, dos aliados del Gobierno cubano, que nadie sabe cómo va a terminar, los que quieran irse luego, posiblemente tendrán ante sí el mar con sus tiburones y tormentas, como opción fundamental de escape.
Pero hay que entender que frente a los tiburones hay otras opciones, y la más importante es asumir el reto que pone al pueblo el gobierno que acapara la concentración y distribución de las riquezas del país. Es verdad que vida hay una sola y no todo el mundo está dispuesto a “gastarla” luchando contra algo que nos han hecho creer “que no hay quien lo tumbe, pero no hay quien lo cambie”.
Si todos los que se han ido se hubieran quedado y hubieran decidido resistir y luchar por la democratización de la sociedad, hoy no estaríamos donde estamos.
No critico a nadie por asumir esta o aquella vía, repito, pero objetivamente mientras los cubanos jóvenes asuman la salida del país como alternativa a sus problemas individuales en lugar de enfrentar el reto que implica el fenómeno político-económico que está causando el desastre, éste tiene más posibilidades de continuar.
Y desde luego no estoy llamando a los jóvenes a acciones violentas, ni mucho menos a tomar las armas contra el régimen, a acabar con el “castrismo” ni nada por estilo. Estoy convocándolos a que se queden para luchar pacífica y democráticamente por sus derechos, por expresar libremente sus puntos de vistas e intereses, porque sus trabajos sean decentemente remunerados, porque tengan libertad para emprender negocios particulares y cooperativos, porque se les permita mercar libremente, importar y exportar, recibir ayuda y créditos de donde vengan, en fin desplegar todas sus iniciativas.
Está la opción de quedarse y participar activamente en la construcción desde abajo de la sociedad que deseamos entre todos y no dejar que sea solo una parte de los cubanos, la que se denomina a sí misma como “revolucionaria”, la que decida por los demás. Parte que ya no parece ser mayoría.
Estoy llamándolos a que se incorporen activamente al proceso de democratización de la sociedad que se viene forjando desde abajo, para superar el viejo régimen, en formas de trabajo no dependientes del Estado, en instituciones de la sociedad civil independiente que abogan por cambios, en asociaciones políticas de la oposición pacífica y democrática, a hacer uso de todas las alternativas y espacios posibles para ir formando desde abajo la otra sociedad que deseamos.
Y si bien es comprensible que la gente quiera resolver sus problemas personales, que quiera vivir mejor, que tenga aspiraciones de hacer una familia, mantenerla y brindarle con su trabajo las comodidades necesarias, deberían apreciar también las angustias por las que pasan sus familiares y amigos cuando la gente desesperada se echa a la mar sin saber si van a llegar a su destino.
Pero sobre todo deberían entender que huir ante los problemas de la nación solo sirve para consolidar el poder de los que no están dispuestos a cambiar nada para mantener su control actual de las riquezas de la nación.
Uno más que se va, es uno menos con que contamos para cambiar la sociedad.
No compatriotas. La única alternativa no es enfrentar los tiburones. Hay otra más loable, humana y menos riesgosa: trabajar interna, pacífica y democráticamente por un cambio de gobierno y de modelo político y económico, que desconcentre el control actual sobre la economía y la política, las democratice y socialice para beneficio de todos los cubanos.
Hoy las asambleas de rendición de cuentas del Poder Popular están vacías. Es una clara señal de que las mayorías ya no sienten el compromiso de antes. Si esas mayorías fueran capaces de ponerse de acuerdo para usar y tomar esos espacios y hacer presente el pensamiento diferente, lo cual puede hacerse sin violencia alguna y dentro de la ley, otro gallo cantaría.
Existen muchos espacios, grupos y organizaciones de la sociedad civil, del propio sistema gobernante, en la capital y en el interior donde pueden promoverse el intercambio de opiniones y el trabajo por un amplio diálogo nacional y la reconciliación nacional. Así, grupos de ciudadanos de posiciones pacíficas, democráticas y progresistas que portan un pensamiento distinto al del gobierno-partido-Estado trabajan por promover candidatos a delegados con posiciones distintas a las del partido-gobierno o laboran para que cuando Raúl Castro deje la Presidencia en 2018, se den condiciones para un cambio democrático.
Otros han creado centros de estudios sobre las diferentes problemáticas cubanas y ofrecen alternativas democráticas para la salida de la crisis ya permanente en que nos encontramos, o elaboran propuestas para una nueva Constitución, una nueva Ley electoral y un nuevo programa económico-social para la nación. Están los se dedican a hacer la prensa independiente y hasta influir en los sitios oficiales de Internet.
Defensores de los derechos civiles, políticos, económicos y sociales del pueblo cubano valoran constantemente el comportamiento de esta problemática, hacen informes y propuestas de soluciones y los dan a conocer públicamente para que las instituciones nacionales e internacionales los tengan en cuenta.
Intelectuales y cineastas protestan por la discriminación de la obra de un director de cine, mientras que humoristas, actores del Teatro, escritores, poetas, pintores y muchos otros intelectuales del Arte y la Cultura y de las Ciencias a su manera trabajan por otras formas de interpretar y desarrollar la sociedad. Y así una variada cantidad de asociaciones, más menos formales.
En este marco, grupos socialistas democráticos trabajamos por un amplio movimiento de la Izquierda Democrática y algunos apoyamos también la concertación de un amplio frente democrático que trabaje pacíficamente por la democratización del sistema político y económico.
La nueva sociedad democrática se va formando desde abajo, se conseguirá como proceso no como acto. La vida obliga.
Sí, hay alternativas a los tiburones.
© cubaencuentro
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