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Actualizado: 17/05/2024 12:58

FMC, Género, Derechos Humanos

La Federación de Mujeres Cubanas y sus muchos puntos pendientes

A dos años del próximo congreso de la FMC, no estaría mal prestar atención a los problemas más apremiantes que enfrentan hoy las mujeres cubanas

Las caras que representan a la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) han invadido nuevamente la prensa con mensajes triunfalistas.

La FMC, que el pasado 23 de agosto cumplió 51 años de fundada, sale con el dato de que el 66 % de la fuerza laboral cubana son mujeres y que ahora (sospechosamente oportuno) son más las féminas en las carteras ministeriales y en los puestos de dirección de institutos nacionales.[1]

La organización realizó su último congreso hace tres años. Aplaudámosle el mérito de haber realizado ocho cónclaves; imponiéndose por dos sobre los tan esperados seis del partido que decide la vida y el futuro del país.

A solo dos años del próximo congreso de la FMC, no estaría mal prestar atención a los problemas más apremiantes que enfrentan hoy las mujeres cubanas.

Los miembros de esta organización de masas son mujeres casi en su totalidad. La política de la FMC para sumar militantes es poco exigente, pues se realiza de manera automática cuando las jóvenes cumplen 14 años de edad. Nada se les explica de los programas y propósitos de la organización.

Las reformas económicas que se llevan a cabo en el país incluyen el despido de muchos trabajadores que laboran actualmente en establecimientos estatales. La declaración de personal disponible se hará teniendo en cuenta un parámetro: idoneidad demostrada. Esta “idoneidad” se relaciona con la puntualidad, la asistencia, el cumplimiento en plazo de los trabajos, lo cual refleja que las mujeres estarán de una manera más fácil de patitas en la calle.

En la sociedad cubana, en la mayoría de los casos, las mujeres se encargan de la educación de los hijos, de la asistencia de estos a las escuelas en el horario establecido, y de la búsqueda de los escasos y escurridizos productos para la alimentación de la familia. De ahí que serán las más propensas a cometer indisciplinas, perderán más fácilmente sus puestos de trabajo y se verán obligadas a incorporarse al sector privado.

¿Qué ofrece el sector privado para las cubanas? ¿Qué ofrece a esas mujeres que se han esforzado durante los últimos 50 años en lograr un mayor nivel intelectual y que hoy representan aproximadamente el 60 % de los graduados universitarios?[2]

Los empleos aprobados para pasar al sector privado y a los que pueden optar son los siguientes: productoras de alimentos, costureras, cocineras, y vendedoras de artículos para el hogar y de comida elaborada. Por último, se ha legalizado el desempeño de un trabajo que ha resurgido con el florecimiento de la nueva clase acaudalada en Cuba: las empleadas domésticas, labor considerada en todos los discursos y libros de historia (parece que ya obsoletos) como una lacra de nuestro pasado capitalista.

Por desgracia, la FMC (las dirigentes) no realiza la labor que ante esta situación le correspondería, no intercede para exigir la legalización de empleos profesionales de manera cooperativa o por cuenta propia. Da la espalda a las profesionales y técnicos que se jacta de tener en sus filas, dejándolas a merced de empleos en pocas ramas de la prestación de servicios.

La Federación, mientras se vanagloria del número de mujeres incorporadas al trabajo fuera del hogar, hace caso omiso del verdadero fenómeno que se ha desencadenado y constituye un serio problema: la sobreexplotación. Las mujeres cargan ahora con el peso de las tareas del trabajo, de las labores de la casa (los clásicos: limpia, lava, plancha y cocina), de un permiso de maternidad no apoyado por el permiso de paternidad y de sacar a flote la economía del hogar frente a los míseros salarios. La mujer ha logrado ciertamente mayores niveles de instrucción, pero si estos no son apuntalados trabajando por desterrar posturas sociales machistas, las mujeres no solo serán esclavas de la casa, sino también del trabajo.

Otra problemática que enfrentan las cubanas es el de la fecundidad no satisfecha. La tasa de nacimientos cae y la población envejece, pero el argumento no es solo que la preparación intelectual de las mujeres de la Isla se compara con la de los países del primer mundo, como nos quieren hacer ver algunos periodistas y especialistas. En Cuba hay varios factores que hacen que la maternidad sea descartada o postergada. Mencionemos algunos de los principales: baja remuneración en el trabajo, hacinamiento en las viviendas y planes de emigración.

Las ansias de emigrar de muchas jóvenes en edades óptimas para la reproducción se dan la mano con un problema que ha sido tratado por la FMC en su último congreso, pero no comprendido en su totalidad: la prostitución.[3] Un nada despreciable grupo de jóvenes cubanas se prostituyen, aunque en la televisión nacional no se publiquen cifras y se prefiera abordar el tema como excepciones y con tapujos en los mal diseñados y escasos programas educativos. El problema no se resuelve con más control en zonas propensas, ni con multas y detenciones por parte de la policía (no demasiado libre de corrupción). No es solo cuestión de elevar un estandarte moral, sino de crear opciones de superación educacional y económica confiables.

Otro problema que se hace evidente en la sociedad cubana es el acoso que sufren las mujeres en calles y barrios del país. Son víctimas de insultos, frases lascivas, persecuciones y contactos físicos indeseados. Padecen estas desagradables situaciones sin ninguna protección, ni la puesta en práctica de leyes que sancionen estas conductas violentas.

Si bien las mujeres cubanas no tienen que sumarse al reclamo de muchas mujeres del mundo por la legalización del aborto, este, como método anticonceptivo, es una problemática nacional. Proliferan enfermedades como el cáncer de útero, por la falta de una adecuada campaña explicando las consecuencias de los embarazos interrumpidos.

Ante todo lo expuesto, ¿qué hace la Federación de Mujeres Cubanas? Sencillo: se queja de la falta de creatividad y entusiasmo de sus miembros, promueve en discursos la participación de las bases mientras sus dirigentes crean planes y comprueban su estricto cumplimiento en inspecciones programadas o sorpresivas por todo el país.

La FMC, si pretende la emancipación de la mujer cubana, un paso sin dudas revolucionario sería la autodisolución, que dé paso a otras organizaciones que puedan crear las mujeres del país a partir de las problemáticas que las aquejan. Seguramente, en ellas no faltarán las motivaciones y el espíritu de lucha inexistente hace mucho tiempo en la Federación.


[1]Granma, 20 de agosto; Presencia de las féminas en el desarrollo del país. Granma, 19 de agosto; 66 % de la fuerza laboral.

[2] Mujeres cubanas estadísticas. ONE

[3] Informe del VIII Congreso de la Federación de Mujeres Cubanas.

© cubaencuentro

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