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Actualizado: 09/05/2024 0:28

Otras voces necesarias

Las revistas católicas: ¿Un oasis en el país del pensamiento único y la censura?

Cuando se haga el imprescindible recuento futuro del periodismo independiente cubano bajo el régimen de Fidel Castro —tomemos como independiente todo aquello que esté al margen de una institución estatal—, algún capítulo de los más importantes deberá atender con profundidad el papel que han desempeñado las numerosas revistas y publicaciones periódicas pertenecientes a la Iglesia Católica dentro de la Isla.

En medio del cerrado entorno de la denominada "opinión publicada" en Cuba, estas publicaciones han acogido y acogen en sus páginas otras necesarias voces que, en el cruento presente que vivimos, no podrían hallar jamás cabida en los espacios reservados de modo harto excluyente al periodismo oficialista. Estas revistas y boletines católicos, a veces impresos y diseñados rústicamente, y con perfiles concebidos con la premura que impone la incertidumbre de si podrán ver la luz, cada día que pasa calan con mayor profundidad en el interés de los lectores, ciertamente abrumados por el discurso gubernamental tecoso, monótono, militarizado y uniforme presente en los medios estatales.

El hecho de que la Iglesia Católica cuente con algunos recursos para promover su gestión y de que estas revistas sean actualmente toleradas a medias por la férrea censura del régimen —algo con lo cual no puede ni soñar la prensa independiente opositora aquí dentro—, no quita méritos a sus hacedores y auspiciadores.

La Iglesia cubana, valga recordarlo siempre, desde hace más de cuatro décadas no tiene acceso a los medios masivos de comunicación. Su labor misionera y orientadora ha encontrado el terco freno de las autoridades, que consideran periódicos, emisoras, telecentros, y ahora la Internet, como "poderosas armas al servicio de la revolución y el pueblo".

Varias de estas publicaciones muchas veces deben realizarse en la sombra, incluso en las casas o en estrechos locales, conformando a duras penas un reducido núcleo de laboriosas personas, la mayoría laicos que se arriesgan a ser expulsados de sus empleos. Por muy irracional que pueda parecerle a alguien, así sucede en una nación en la que existe el delito de opinión y hasta un graffiti en un viejo muro puede provocar una condena de casi media vida en prisión.

La alternativa

Al respecto, en una entrevista concedida a la cadena norteamericana CNN y publicada en el magazín católico habanero Verdad y Esperanza, en 2003, el cardenal Jaime Ortega comentó: "Las revistas, las publicaciones que hay no son publicaciones que estén aceptadas, porque se exige una inscripción en el Ministerio de Cultura de toda publicación, y nosotros no hemos inscripto nuestras publicaciones porque el reglamento de la ley significaría una especie de censura que no podemos aceptar".

Ese panorama podría atentar de manera grave contra la calidad de lo que se publica en ellas, especialmente en lo que a textos se refiere, pero no es así. Por suerte son cada vez más los excelentes periodistas, críticos, ensayistas, investigadores, analistas y estudiosos que deciden compartir sus reflexiones con el creciente número de lectores con que cuentan, la mayoría creyentes, pero no sólo ellos. Lo mismo podría decirse de los diseñadores, pintores y fotógrafos que ponen su talento y sus obras en función de la nobleza de estos esfuerzos.

Haciendo un rápido balance...

Haciendo un rápido balance de sus contenidos, estas publicaciones han tratado de no restringir el campo temático a los intereses de la política editorial puramente eclesial, sino que han sabido diversificar sus indagaciones y llegan a explorar rasgos de la sociedad, la cultura, el pensamiento, la historia local y universal, la filosofía y las artes en general, con enfoques que saben distanciarse de lo habitual y pedestre aparecido en los medios estatales.

Dos de estas revistas quizás sean las más conocidas dentro y fuera de Cuba: Vitral (Diócesis de Pinar del Río) y Palabra Nueva (Arquidiócesis de La Habana). Han sido las de periodicidad más sostenida y las de mayor calidad visual y textual. Pero existen otras que no andan muy rezagadas en su quehacer, entre las cuales resaltan Amanecer(Diócesis de Santa Clara), Imago (Diócesis de Ciego de Ávila), Verdad y Esperanza y Vivarium (La Habana), e Iglesia en Marcha y Claras Luces (Arquidiócesis de Santiago de Cuba), entre otras. Y hasta existe una dedicada exclusivamente al cine y los audiovisuales, adscrita a la antigua Oficina Católica Internacional de Cine (OCIC).

Discrepancias… y diversidad

Se puede discrepar del enfoque de algunos trabajos, sobre todo de aquellos que expresan o se ciñen de alguna forma a polémicas posiciones oficiales de la Iglesia frente a candentes debates de actualidad, como la eutanasia, el aborto y la homosexualidad. Algunos también consideran que por lo general estas revistas son todavía muy tibias en materia de política, rehuyen la confrontación y sus críticas no van más allá de la superficie de ciertos temas que aquejan a la sociedad, sobre todo teniendo en cuenta el perenne estado de guerra que mantiene el régimen contra toda articulación de un pensamiento divergente.

Tengan o no razón sus críticos, nadie podrá negar que existe diversidad en estas páginas. Es precisamente en estas publicaciones donde se viene desarrollando, con mayor asiduidad y en un territorio muy próximo al de la sociedad civil fortalecida que queremos para mañana, un criterio al margen de lo estatal y de las viciadas tendencias del periodismo oficialista.

Se rescatan del miserable olvido figuras y hechos esenciales de la historia de Cuba que los manuales escolares revolucionarios dejaron en la cuneta. Se analizan con mayor o menor acierto problemáticas sociales de reciente data, como la arbitraria imposición del peso convertible en tanto moneda única de cambio y compraventa. Todo sin perder el sentido y el carácter de su existencia, aquello que les da vida y alienta su circulación: ser voceras de la labor de la Iglesia.

Con sus diferencias en cuanto a perfiles y estilos de trabajo, son estas revistas magníficos vehículos para la libertad de expresión, justo cuando más requiere nuestro presente de visiones plurales, contrapuestas y ceñidas a la verdad, lejos del maniqueísmo castrista y su esclerótica política informativa y cultural. Con ellas hay que contar hoy y habrá que contar mañana para edificar el país que queremos.

© cubaencuentro

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