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Actualizado: 21/05/2024 22:00

Literatura

De vuelta a la historia institucional

El libro 'Instituto Edison: Escuela de vida', de Armando Añel, revive una de las grandes instituciones privadas de la etapa republicana.

Orbe te Orbe Ediciones recién se estrena con el libro Instituto Edison: Escuela de vida. Visión, obra y legado de la Dra. Ana María Rodríguez de Gutiérrez (Miami, 2006), del escritor y periodista cubano Armando Añel. Es un texto cuyos antecedentes pudieran encontrarse en la denominada historiografía regional colonial cubana, de mediados del siglo XIX, que tuvo una marcada influencia de eso que algunos han dado en llamar corriente liberal-positivista, de reconocida preponderancia en el pensamiento isleño durante al menos las dos últimas centurias.

El libro se vincula con esa vertiente de la historiografía cubana no sólo por el rigor investigativo y el uso eficaz de las fuentes directas, sino por historiar lo particular en medio del contexto del acontecer general. Claro, en el caso que nos ocupa el objeto de estudio es mucho más específico, y ya no se trata de dejar constancia del devenir de una región, ciudad o localidad, sino de hacerlo en torno a una entidad empresarial y a una familia.

Por supuesto que, como en los ejemplos más felices de la historiografía regional decimonónica, el autor se cuida muy bien de interrelacionar sus hallazgos con los acontecimientos de la historia nacional. Con lo que leer la historia del Instituto Edison es no sólo leer la historia de dicha escuela, de la doctora Ana María Rodríguez de Gutiérrez y su familia, sino también la historia de la educación en Cuba y, sobre todo, la historia de su modernización. Como es también un modo de entender el por qué del acelerado desarrollo alcanzado en la Isla durante la República y la adaptación relativamente fácil y el triunfo de los cubanos exiliados en la economía y la sociedad más dinámicas del planeta.

Remediar el déficit

En ese sentido, en una entrevista con el autor de este artículo, Armando Añel expresó sobre su investigación:

"La historia institucional de la Cuba republicana, y por extensión del exilio cubano, ha sido con frecuencia relegada a un segundo plano por la historiografía tradicional. Guerras y revoluciones, generales y revolucionarios han protagonizado durante demasiado tiempo el relato nacional, entre otras razones gracias a la ausencia de una narrativa histórica que ponga de manifiesto el aporte de las instituciones y empresas privadas al desarrollo del país y la consolidación de la nacionalidad. Con la publicación de este libro, el primero de sus títulos, Orbe te Urbe Ediciones establece una línea editorial que aspira a remediar en alguna medida este déficit".

Temas estos, hay que decir, que formaban parte ya del objeto de estudio de la historiografía regional cubana de mediados del siglo XIX, destacándose al respecto la obra Memoria histórica de la villa de Cienfuegos y su jurisdicción (1861-1888), del historiador cienfueguero-valenciano Enrique Edo y Llop. Un estudio donde se reseñaban, bajo el uso preciso de las fuentes, no sólo los acontecimientos de índole política sino también el progreso de la economía, el estado de la educación, el éxito de las artes y de las letras, y el desarrollo empresarial y comercial de esa villa fundada por colonos franceses en 1819.

Era un modo de hacer alejado de la metodología pretendidamente erudita y los mamotretos densos que después pariría, sin pudor y sin medida, la historiografía marxista nacional durante todo el siglo XX, cebándose en el empeño de presentar la historia isleña como una ascendente concatenación de hechos grandiosos de índole revolucionario-militar con base en la errada teoría de la lucha de clases.

No obstante su arraigo en la prosapia historiográfica del pasado, o quizá por ello, el modo de historiar desarrollado por Armando Añel en este libro se aviene muy bien a estos tiempos de las autopistas virtuales y la aldea global. Tiempos en que clarificar las partes y sus orígenes se hace en muchos aspectos una necesidad vital frente al todo avasallador y uniforme dictado desde las pantallas luminiscentes. Necesidad que se hace perentoria en el caso cubano, por el constante y despiadado bombardeo propagandístico a que ha sido sometida la sociedad isleña por cerca de medio siglo de manera tal que, como en el universo orweliano, se ha reescrito la historia y cambiado la semántica de las palabras.

Ello ha resultado, digamos, particularmente agresivo en el tema de la educación. En el tema de la educación, y en el de la salud, es donde las huestes del marxismo tropical han pretendido, y pretenden, justificar sus fracasos y desmanes en un discurso que en libre traducción más o menos diría: "bueno, está bien, nuestro pueblo es pobre y es esclavo pero, eso sí, es un pueblo educado y saludable".

Fidel Castro fue más claro al respecto cuando aseguró que las prostitutas cubanas eran las más saludables e ilustradas del mundo. Temas, en definitiva, en los que los historiadores marxistas han desplegado todas sus dotes en el ejercicio del pensamiento cientificista, moderno y errado.

Culto a la responsabilidad individual

Lo cierto es que, más allá de cualquier consideración, la historia de la educación cubana no puede ser escrita sin incluir una historia de la educación privada cubana, tanto como la historia de ambas no puede ser escrita sin incluir una historia del Instituto Edison.

Con prólogo de Carlos Alberto Montaner, Instituto Edison: Escuela de vida. Visión, obra y legado de la Dra. Ana María Rodríguez de Gutiérrez narra la historia de una de las grandes instituciones privadas de la etapa republicana. Fundado en 1931, en medio de grandes carencias, por los hermanos Rodríguez, y dirigido por una de las más brillantes educadoras que ha dado Cuba, la doctora Ana María Rodríguez de Gutiérrez, el Instituto Edison fue confiscado por el castrismo en 1961, como sucedió con tantos otros colegios independientes.

La historia del Instituto Edison contiene varios de los elementos que pretende destacar la recién creada editorial Orbe te Urbe Ediciones, entre ellos el potencial y la dedicación del empresariado nacional, su creatividad, su relevancia histórica. Añel, además, quiere difundir el legado institucional de la sociedad civil cubana —o, si se prefiere, profundizar en él— mediante la historia de las instituciones, compañías, proyectos, familias y personalidades cuya trayectoria en el exilio o en la Cuba anterior al castrismo sentó un precedente.

"Uno de los más preocupantes vacíos culturales de la nación cubana radica, precisamente, en la ausencia de una historia institucional que sirva de referente a las nuevas generaciones, que las eduque en el culto a la responsabilidad individual y en el reconocimiento al esfuerzo y la creatividad", asegura el autor de esta obra.

Una vuelta probable, luego del desafortunado paréntesis socialista, al pensamiento y la historiografía liberal del siglo XIX cubano: el libro Instituto Edison: Escuela de vida. Visión, obra y legado de la Dra. Ana María Rodríguez de Gutiérrez resulta un oportuno primer intento por hacer que la serpiente de la historiografía nacional se muerda felizmente la cola.

© cubaencuentro

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