Ir al menú | Ir al contenido

Actualizado: 17/05/2024 12:58

Libros

'Dónde comienza el hombre'

El retablo del Conde Eros, de Eliseo Alberto, publicado recientemente por Planeta y El Aleph Editores.


De La Celestina a Don Catrín de la Facenda, la narrativa de habla hispana —sin fronteras reductoras por países— tiene su abolengo en nuestra vigorosa tradición picaresca. Entre Fernando de Rojas y José Joaquín Fernández de Lizardi, rompiendo a la vez con la escasa facturación de novelas picarescas en Cuba, irrumpe Eliseo Alberto con su más reciente saga, ahora de enredos y sátiras, de equívocos y aventuras.

Aunque "las novelas pasan en las novelas" —como afirmara Juan García Ponce en "¿Qué pasa con la novela en México?"—, La Habana tan mitificada y contada — Tres tristes tigres— de los años cincuenta, sirve de escenario para que Eliseo Alberto demuestre una vez más su capacidad de entretener y urdir, de saber cómo se atrapa la amorosa sesgadura de un personaje y los ambientes donde bracea.

La tragicomedia del actor Julián Dalmau y su propósito de estrenar en el teatro París la obra Cuatro gatos encerrados, para de inmediato ahorcar su soledad y remordimiento, arman desde el párrafo inicial la trama, el retablo donde pronto comenzarán los embrollos. Formado en las técnicas del guión cinematográfico y de la telenovela, marino sabedor de amarrar y soltar cabos, el novelista que alguna vez leyó acerca de la dispositio en la Retórica de Aristóteles —lectura recomendada a no pocos narradores— enseguida hace que el lector muerda los anzuelos, los enigmas.

La voz que cuenta —el quinto gato— es tramposa, en el mejor sentido que identifica autor con testigo presencial. El artificio narrativo nunca hace invisibles, de modo obvio, los sucesos donde van apareciendo y creciendo los protagonistas, que después repasaremos gustosos en el epílogo y en la relación de "Personalidades y personajes de la novela". Los hilos de la trama —como diría, al clásico estilo, un Miguel de Carrión o un Carlos Montenegro— dejan ver con alevosía un punto de vista, una subjetividad que poco a poco "sentimentaliza" la historia. Le da entrañas.

Y desde ese amor —verdadera humanización, cristianización— viene la mejor trampa, el mago que oculta el truco. Porque Julián Dalmau y sus remembranzas cierran un círculo en Centro Habana, no en la entonces bullente La Rampa, llega a bares ("El Porvenir" es un metafórico nombre) y prostíbulos ("La Gruta" es un preciso nombre), hasta el teatro porno llamado, con razón etimológica, "Finisterre". Y allí hace crecer otro enigma, que refuerza el célebre autor de novelas pornográficas: Juan José Gómez-Gómez, dueño de la reglana Imprenta Cervantina donde editaba, bajo el seudónimo de El Conde Eros, sus novelas "sucias", algunas con títulos que recuerdan la tan popular colección Molino Rojo ( La Señorita Sorbeto, Dale que dale), atesoradas por Enrique Labrador Ruiz.

Amorosa invitación a calarnos

Sin personajes acartonados en estereotipos, es decir, sin los facilismos que suelen acompañar a ciertas novelas de "ambientación picaresca" o de "retrato de época", el Retablo se burla de lo previsible. El erotismo entre las parejas aquí no resbala hacia lo explícito, donde la grosería indica más la falta de talento y el comercialismo de baja estofa, que una voluntad subversiva a lo Henri Charles Bukowski ( Mujeres, Erecciones, eyaculaciones, exhibiciones). La sugerencia impulsa la imaginación del lector, no necesita apoyarse en la tan trillada explotación del sexismo o de la procacidad.

Tampoco sustentarse en la sodomizada noción de "testimonio", cuyos mejores textos más tienen que ver con el gran reportaje que con la investigación antropológica o la microhistoria. Y se agradece. Aún más porque entonces —sin simplismos de etnología y folclor— las analogías inevitables de una Catherine Kindelán con bailarinas de la época, de Ezequiel Rojas con barítonos criollos, de Eulogio Cortés con periodistas de El Diario de la Marina o de semanarios como Bohemia, de prostitutas como Lorenza Garrido y homosexuales peluqueros como Roberto Luis Salgado, alias Boby la China, no buscan una estampa sino un fresco a la encáustica, no el costumbrismo sino con mucho la caracterización, aparencialmente festiva, de un ambiente de burdeles y bares y teatricos calientes, como los que hoy se pueden recorrer en el barrio de Saint Pauli en Hamburgo, como los que —ahora sí marginales— comienzan a proliferar en La Habana de dos monedas y antros clandestinos, de jineteras, turisexo y policía benevolente.

Por supuesto que no contaré las historias que el Retablo ensambla, no le quitaré al lector su mayor placer, pues al tratarse de escenas alternas, como en otra dirección las novelas policíacas, los sucesos merecen descubrirse sin que nadie interfiera, vicie el vicio de las expectativas. Pues se trata de un texto cuyo centro de imantación descansa en el acontecer, no en la reflexión ensayística o en los fragores verbales, salvo un uso muy delicado de los adjetivos, que recuerda la maestría con que los maneja Gabriel García Márquez, a quien Eliseo Alberto rinde una tácita, torneada gratitud.

Pietro Zamorini —mecánico y tenor de fama argentina— o Dalmau y su destino en Nueva York junto a su media hermana Cecil, protegida del sastre Vinyoli; nos advierten, como el Conde Eros, contra los excesos de buscar paralelos con personajes y sitios reales de aquella ciudad bullente y fragmentada, ya en trance revolucionario contra la dictadura de Batista. La ficción —libertad imaginativa— nunca omite —más bien propicia— las analogías históricas. Sin desdorar ese otro papel del reconocimiento como parte del juego receptivo, tomarla de ilustración para tesis o para crónicas de época, sería quitarle a este delicioso Retablo sus mejores boleros y tangos, es decir, su dulzura triste.

¿Dulzura triste? El retablo del Conde Eros perfectamente podría publicarla alguna editora de la Cuba oficial, si la burocracia sectaria olvidase Informe contra mí mismo, renunciara a ser ella misma. Su contexto, como los de las novelas de Severo Sarduy o los poemas de Gastón Baquero, brinca sobre ideologías duras y políticas miopes, va a un arte donde es el hombre, sus abismos y esperanzas, quien ríe y sufre.

Eliseo Alberto, escritor que junto al Conde Eros está dispuesto a arañar con un bolígrafo seco las páginas finales de su libreta, coloca dos preguntas de Eliseo Diego como epígrafe: "Dónde comienza el hombre, / dímelo, / dónde termina, / con la sombra debajo, / la sombra encima". Debajo y encima, sombra y luz, el Retablo vibra por su amorosa invitación a comprendernos, a calarnos.

© cubaencuentro

6 Comentarios


6 by que te importa xuxa (Usuario no autenticado) 13/05/2010 2:00

feos estupidos dediquense a otra cosa ok. bastardos intelectuales. imbesiles busquense una vida ok chado :)

5 by Fulano Felino (Usuario no autenticado) 16/06/2008 23:40

Hijo de gato no siempre dice miau.

4 by Juventino Almanza. (Usuario no autenticado) 16/06/2008 22:20

MALU: ¿quisiste decir RESENTIMIENTO? , pero mi amor, se escribe con s.Revisa lo ortografía. No hay nada de eso que tú escribiste mal; digo lo que pienso como lector, no hay envidia: hay enojo frente a un texto novelístico menor que no sé la razón de tantas alabanzas. Además no me digas que me controle la lengua, salí de Cuba para expresarme sin que nadie me controlara nada: ¿o eres de los CDR?

3 by Malu Herrera (Usuario no autenticado) 16/06/2008 20:20

Pero que daño hacen la envidia, el recentimento y el saberse mediocre, eso, entorpece el cerebro y marchita el alma. Eliseo alberto es bueno, buenísimo vamos a ver si se nos controla la lengua no vaya a ser que con una mordida equivocada nos envenenemos, eso va por ti Juventino.

2 by Melinda (Usuario no autenticado) 16/06/2008 15:40

Esta novela es superior, muy superior, a la media de lo que se escribe en Cuba actualmente. Piensen, por favor, en todos esos libritos mediocres que se publican en la Isla, piensen en eso, en otros bodrios del exilio, etc. Entonces, si bien no estamos ante El Siglo de las Luces, sí nos hallamos ante una novela decente, ante un escritor "above average".

1 by Juventino Almanza. (Usuario no autenticado) 16/06/2008 14:20

Otro defensor de lo indefendible. otro amigo de Eliseo Alberto que trata de convencernos de los valores literarios de una novela que es una caricatura de la tristeza. Otro que viene y va. Otro que coquetea con la dictadura. Novela sin "máscaras", sin ese irradiante sabor de las palabras que se transforman en literatura más allá de la dulzonería de "imágenes poéticas" que siempre bordean los lugares comunes. Eliseo Alberto escribe como un muchacho que nos cuenta con ingenuidad los avatares de su jornada. Frescura, pero oficio que se anula. Qué diría Flaubert de este Condes Eros tan alejado de su MADAM. El hijo del poeta heredó poco de las exigencias, y del oscuro esplendor del oficio literario de su padre, y nos viene entregando novelitas bobaliconas, al alcance de cualquier lector. Novelas gelatinosas con almas de tíos y primas de provincias.

Subir


Relacionados

«Soy un escritor triste»

Carlos Olivares Baró , Ciudad de México | 27/05/2008

53 Comentarios

Subir


En esta sección

La niebla de Miladis Hernández Acosta

Félix Luis Viera , Miami | 11/04/2022

Comentarios


Fornet a medias

Alejandro Armengol , Miami | 08/04/2022

Comentarios


Mujeres detrás de la cámara (II)

Carlos Espinosa Domínguez , Aranjuez | 08/04/2022


Juegos peligrosos

Roberto Madrigal , Cincinnati | 08/04/2022

Comentarios




Mujeres detrás de la cámara (I)

Carlos Espinosa Domínguez , Aranjuez | 01/04/2022


La prisión del «Moro» Sambra

Félix Luis Viera , Miami | 25/03/2022

Comentarios


Rompedora en forma y en contenido

Carlos Espinosa Domínguez , Aranjuez | 25/03/2022


Predicciones de los óscares

Roberto Madrigal , Cincinnati | 25/03/2022

Comentarios


El parricidio que inspiró un ballet

Carlos Espinosa Domínguez , Aranjuez | 18/03/2022


Subir