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Actualizado: 17/05/2024 12:58

CON OJOS DE LECTOR

Guarachar al estilo vaquero (II)

Después de grabar 'Cowboy Rumba', Ned Sublette ha emprendido el proyecto de escribir una enciclopédica historia de nuestra música popular.

Cowboy Rumba, el compacto de Ned Sublette, se abre con Ghost Riders in the Sky, un tema que Gene Autry estrenó en 1949 en una de sus películas. Unas semanas después la interpretó Vaugh Monroe, quien logró situarla en el primer puesto del hit parade norteamericano. A partir de entonces se sucedieron numerosas grabaciones: Bing Crosby, Spike Jones, Frankie Lane, Peggy Lee, Willie Nelson, The Shadows, Debbie Harry, Johny Cash, Tom Jones, R.E.M. A esa extensa lista de versiones, que van del jazz y el rock al dance/ techno y la música electrónica, Sublette aporta la suya, que consiste en una revisión caribeña del original de Stan Jones. Contó para ello con la complicidad del arreglista y productor dominicano Ramón Orlando, y el resultado es un Ghost Riders in the Sky metamorfoseado en un estupendo merengue.

La otra canción ajena que aparece en Cowboy Rumba es Not Fade Way, que popularizó el tempranamente desaparecido Buddy Holly (nacido también, por cierto, en Lubbock). Sublette es acompañado aquí por Los Muñequitos de Matanzas, con lo cual pienso que no hace falta aclarar que la interpreta como si se tratara de un guaguancó. Quienes duden de que esa combinación resulte algo que pueda sonar bien, deben concederle el beneficio de la duda y escucharla. Por su parte, Sublette explica así su poco ortodoxa revisitación de Not Fade Way: "Si Buddy no conoció la palabra guaguancó, es decir, una de las variedades de la rumba, yo digo que él escribió una rumba".

En ese sentido, cabe agregar que en más de una ocasión Sublette se ha referido a los nexos existentes entre la música cubana y la que hacía Buddy Holly ("el eslabón perdido entre Elvis Presley y los Beatles"). Y medio en broma, medio en serio, cuando le preguntan por qué se fue a Cuba, responde que… para entender mejor a Buddy. O por lo menos a Buddy como él lo siente, quien de vivir hoy disfrutaría del hip-hop y de NG La Banda, y seguramente se hubiera ido al Brasil y grabado un dúo con Chico Science. Un Buddy Holly que fue, en definitiva, quien le dio permiso a Sublette para hacer todo lo que está haciendo, por ejemplo, proyectos como este Cowboy Rumba.

En Something to lose, Sublette rinde homenaje a la música puertorriqueña y hace que a sus acompañantes habituales se sume Yomo Toro, brillante instrumentista e introductor del uso del cuatro en la salsa. El dobro que se escucha al inicio nos remite de inmediato al country, pero el tema adquiere una inconfundible sonoridad caribeña tan pronto se incorporan maracas, bongoes y claves. Esta fusión de esas dos corrientes musicales está presente en todos los temas compuestos por Sublette. La tradición del country de contar historias domina en las letras, que hablan de encuentros y desengaños amorosos, evocados en la soledad de una barra. Dos buenos ejemplos para ilustrar lo que anoto son Her Point of View y Feeling no Pain. En ambas canciones las suaves cadencias tejanas se encuentran con la modalidad más elegante del son, y de ello resultan dos de las mejores grabaciones del compacto. A modo de apunte, en la segunda de ellas Sublette es acompañado por NG La Banda.

El ritmo se acelera y se hace mucho más bailable en Ready to be, Cowboy Rumba, Cheater Motel, That Sad Love Song y Qué electricidad (en esta última, el tejano vuelve a contar con el respaldo musical del grupo que dirige José Luis Cortés). Éste figura también en la nómina de los arreglistas, junto a Jesús Alfonso, Oriente López, César Pedroso y el propio Sublette. Esas y otras contribuciones contribuyen, innegablemente, a que todo el disco tenga una sonoridad muy auténtica. Pero no resta méritos al trabajo del compositor, quien pone en evidencia conocer estupendamente los géneros en los cuales se desenvuelve. Más que camaleonismo o capacidad para copiar de modo mimético estilos que no son los suyos, en Cowboy Rumba hay talento y creatividad.

Además de haber realizado un buen disco, Cowboy Rumba posee el aliciente adicional de jugar con la ubicación genérica. Algo a lo cual Ned Sublette se refiere en el texto que acompaña al compacto. Allí apunta que la industria musical literalmente divide a los artistas, los ubica en segmentos: "El country en el segundo piso, cerca del jazz; el pop en la planta principal; la música latina junto con la world music. El español en esta emisora, el inglés en esta otra. Cuando escribo estas líneas, la compañía discográfica debe estar rompiendo el cerebro en dónde diablos ubicar mi disco. ¿En qué parte de las tiendas debe ir? ¿Cómo lo ubicamos en la radio? ".

Un erudito en traje de paisano

Aquellos amplios conocimientos de nuestros ritmos de los cuales Ned Sublette hacía gala en Cowboy Rumba no permitían suponer, sin embargo, el proyecto que después él acometió. De ahí que representó una sorpresa mayúscula la salida de su libro Cuba and its Music: From the First Drums to the Mambo (Chicago Review Press, Chicago, 2004, 672 páginas), una documentada historia de la música cubana hasta la década de los cincuenta.

Este asombro general con que fue recibido el libro de Sublette lo resume muy bien Cristóbal Díaz Ayala, en la reseña que le dedicó en el número 36 de la revista Encuentro de la Cultura Cubana. Allí recuerda que conoció al autor en Nueva York a fines de la década de los ochenta, cuando era un joven inquieto que indagaba ansiosamente sobre todo lo relacionado con la música cubana. Apunta luego: "Pero no lo tenía como investigador y escritor capaz de una obra como la que acaba de lanzar: ha resultado ser un erudito vestido de paisano". Y concluye afirmando que se trata de un libro que "va a dar que hablar" y del cual "hay mucho que ponderar y considerar".

No exagera Díaz Ayala cuando califica a Sublette de erudito. Cuba and its Music… constituye un trabajo enciclopédico, de cuya lectura uno sale notablemente enriquecido. Su autor se ha basado en una extensa documentación, que se pone de manifiesto en las más de seiscientas entradas de la bibliografía (libros, artículos, notas para discos) y en las casi mil quinientas notas que se incluyen. Me parece oportuno aclarar que aunque cita a muchos especialistas, Sublette también se apoya en investigaciones propias, así como en su experiencia como músico. Todo eso hace que las opiniones y afirmaciones aparezcan avaladas con la solidez y el rigor que se espera de un libro de estas características.

Sublette, sin embargo, no se somete a las rigideces y la pesadez plúmbea del estilo académico. Sus eruditas explicaciones no se convierten en obstáculos para desarrollar un discurso claro, fluido y original. Así, tras explayarse en un exhaustivo análisis de la influencia africana, escribe: "Dancing is an intense listening state. Dancing can be complex and it can be spiritual. African music is almost always music for dancing; and so is Cuban music, which is African music's grown-up child". Asimismo demuestra que no comparte la fría objetividad que se reclama a los textos académicos, y por el contrario no duda en expresar de manera explícita sus pasiones. Son ésas, entre otras, las cualidades que hacen que su historia de nuestra música sea tan documentada como viva.

En el prefacio del libro, Sublette adelanta su propósito de escribir la historia de nuestra música desde el punto de vista cubano. Para conseguirlo, estudió a fondo el contexto histórico y social, además de aspectos como la religión, la economía y la política. Esa visión multidisciplinaria cristaliza en los treinta y seis capítulos que conforman el libro, y de los cuales quiero destacar como especialmente lúcidos aquellos en los cuales se ocupa de los aportes españoles y africanos. Se refiere además a la influencia de los ritmos cubanos en el jazz, ragtime, rhythm and blues, country. En ese sentido, Cuba and its Music… también arroja nueva luz sobre manifestaciones de la música norteamericana, que gracias a ello se pueden comprender mejor. Y como no quiero extenderme más, menciono por lo menos los numerosos hallazgos, las revelaciones fascinantes y las provocativas conexiones que se pueden hallar a lo largo de su obra.

Al final de Cuba and its Music…, se puede leer la conocida frase "To be continued", que indica que a este primer volumen seguirá un segundo. En el mismo, Sublette estudiará el proceso experimentado por nuestra música desde el 10 de marzo de 1952 hasta nuestros días. Con ello se completará este ambicioso proyecto musicológico, que bien merecería se tradujese y publicara en español.

Y aunque nada tiene que ver con sus conexiones cubanas, quiero concluir refiriéndome a un hecho que motivó que en estos últimos meses Ned Sublette haya sido noticia. En febrero de este año, Willie Nelson, uno de los grandes iconos de la música country, recuperó Cowboys are frequently, secretly fond of each other (Los vaqueros a menudo se quieren en secreto), una vieja canción del creador de Cowboy Rumba. Con ella Nelson ha conseguido su mejor posición en las listas norteamericanas desde 1984, cuando alcanzó gran popularidad con To all the girls I've loved before, que cantó a dúo con Julio Iglesias.

Sublette compuso la canción en 1981, cuando vivía con su esposa en Nueva York, cerca de Boots and Saddles, un bar country para homosexuales. Como él ha recordado, entonces la vida gay era muy vibrante y formaba parte de la cultura de la ciudad. Estimulado por aquel entorno, escribió Cowboys are frequently…, cuya letra habla de esos pequeños pueblos del Medio Oeste donde a la gente no le gusta que los vaqueros tengan sentimientos por personas de su mismo sexo. Expresa también cosas como "Sé de corazón que dentro de cada hombre hay una parte femenina". Y pregunta: "¿De qué creías que trataban todas esas monturas y botas?".

Grabado por él en 1982, el tema conoció después versiones de la banda Pansy Division y el dúo Rick and Andy, pero apenas tuvieron eco. Willie Nelson lo conocía desde hacía varios años, pero dada la audacia de su temática, todo un tabú en la música country, nunca pensó en incorporarlo a su repertorio. La notable recepción que tuvo la película Brokeback Mountain, en cuya banda sonora Nelson participó con la melancólica balada He was a friend of mine, le dio una excelente oportunidad para rescatar la canción de Sublette. El disco fue lanzado en una fecha tan significativa como el 14 de febrero, a través de iTunes, que hasta ahora es donde único se puede adquirir. "Esta canción ha estado en el armario por veinte años", declaró Nelson. "Es tiempo, pues, de que salga. Yo lo único que he hecho es abrirle las puertas".

© cubaencuentro

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