Ir al menú | Ir al contenido

Actualizado: 18/04/2024 23:36

Opinión, Cultura

Oda al buen teatro

Con un tema tan escabroso, el autor de la obra y los actores han logrado una puesta en escena formidable


Lo primero que salta al oído y a la vista simultáneamente mientras transcurre la obra teatral Oda a la tortura es la excelencia del texto de Ernesto García —director también de la puesta—, y de los actores, que lo hacen suyo con una organicidad y credibilidad absolutas, a la altura de la mejor tradición cubana de teatro, cine y televisión.

A este crítico, que incursiona de vez en cuando como extra en las telenovelas de producción local, le place enormemente ver sobre las tablas a cuatro actores de perfecta dicción —sólidos, sin amaneramientos vocales “niurkísticos” ni excesos melodramáticos “televisivos”*—, que reivindican al denostado —por su acento— actor cubano, quien, en los predios telenoveleros méxico-venezolanos que caracterizan el panorama miamense —con la honrosa excepción de la cadena Telemundo—, choca siempre con la barrera del mal interpretado “acento neutro”.

Y es que esta obra es precisamente una clase magistral de verdadero “acento neutro” —como la dan cada noche los presentadores de los noticieros locales del 23, el 41 y el 51—, de buen decir, de concentración y total identificación con el personaje que interpretan; de asunción de los parlamentos como si fueran sus propios pensamientos, como si las palabras rezumaran de esas heridas del subconsciente colectivo que todos llevamos en el “disco duro”: fantasmas izquierdistas —medio-verdades o cuasi-falacias— que siguen arrastrando a Latinoamérica hacia la cuneta de la izquierda “mesiánica” una y otra vez, sin que aprendamos la lección (porque “el pueblo” no lee, solamente “cree”, como argumenta Don Ramiro, el “Doctor en Ciencias de la Tortura”, en unos de sus parlamentos).

Confieso que estaba negado a ver la obra porque el tema de la tortura me desagrada, y me parece vergonzoso que militares de Estados Unidos la hayan aplicado en Iraq y en Guantánamo, pero el actor Leandro Peraza —el principal “torturado” de la obra— me convenció en el chat de Facebook para que fuera a verla (“¡Que viva Facebook!”, como diría una Celina González cibernética).

Recuerdo que Leandro me escribió: “Sé que te va a gustar”, y no sólo me gustó, sino que me encantó, me sorprendió, y alimentó mi espíritu viendo teatro del bueno.

Sandra García y Ernesto han cimentado una tradición personal de trascendencia en lo que hacen que garantiza que no se desperdicie el tiempo cuando se acude a su convocatoria en ese espacio íntimo sobre una gomera que se llama Miami Estudio.

Antes de pasar a detallar el trabajo de los actores, me quiero detener en el tema central de la obra —la tortura—, escogido por Ernesto para provocar y hacer reflexionar a los espectadores sobre este asunto tan escabroso; por lo menos creo que a mí me ha hecho ver con mayor claridad aún su negatividad e incrementar mi rechazo a la misma.

Cuando una dictadura o gobierno totalitario de derecha la emplea, como fuera el caso de Fulgencio Batista en la Cuba de 1952 a 1958, le está dando a sus opositores la justificación “ideológica” para aplicar el terrorismo “revolucionario”, y poner bombas a siniestra y a siniestra —nunca a la diestra— ( recuerden la llamada “Noche de las cien bombas” del Movimiento 26 de julio en la Cuba pre-revolucionaria).

Sin el asesinato de Abel Santamaría —que fue un Víctor o un Pablo real—, tras sacarle los ojos y mostrárselos a su hermana Haydée, más las decenas de muertes de opositores violentos que aparecían tirados en las cunetas de las carreteras del país, el pecado principal de Batista hubiera sido sólo el de haber dado el golpe de Estado del 10 de marzo de 1952, hecho que trató de enmendar con las elecciones de 1954 —que ganó— y con la inmediata amnistía a todos los presos políticos, aún a aquéllos que tenían muertos en su conciencia, como Fidel y Raúl, que no llevaron ni dos años presos, luego de su injustificado ataque al Cuartel Moncada, cuando todavía el gobierno de Batista no había torturado ni matado a nadie.

Torturar talibanes le da mayor fuerza moral a los terroristas islámicos, tal y como sucediera en Cuba antes de 1959 con el Movimiento 26 de julio, por lo que el fin no justifica los medios; se evita o se castiga un atentado con la confesión forzada de los presuntos implicados, pero se potencia la justificación del próximo.

Pasando ahora sí a comentar el brillante desempeño actoral del elenco, Jorge Hernández irrumpe en esta obra desde el celuloide —donde debía haber estado ya desde hace tiempo por derecho propio— para ratificar su ductilidad, su versatilidad y su clase de actor total, assoluto, con su meticulosa interpretación de Don Ramiro, el torturador.

(A propósito, el recurso de la imágenes filmadas intercaladas en la representación me pareció muy innovador y fresco)

Leandro Peraza, el torturado Pablo de la obra, se metió de modo muy conmovedor en la piel de este joven idealista, enamorado de la poesía y de la justicia social. Totalmente convincente, con muy buena dicción y caracterización, sin exageraciones melodramáticas por medio, Leandro se apropió del personaje hasta el final, y le aportó un humanismo desgarrador, no exento de lirismo, que me hacen augurarle un ascenso brillante en su prometedora carrera.

Alain Casalla se calzó como un fino guante su personaje del guardia, y su interacción con Leandro funcionó a la perfección.

Un único detalle que me gustaría que la dirección tomara en cuenta es que después que Don Ramiro le corta la frente y el guardia le hala el cuero cabelludo hacia atrás, en la escena que sigue Pablo aparece sin marca alguna en su frente, lo cual no es lógico.

Sandra García como Laura, la mujer de la historia —quizás el personaje más controversial de la obra, el que al final nos deja con peor sabor de boca—, logró exactamente lucir con esos “ojos de bolchevique” que le espeta Don Ramiro ante su inflamado discurso de redención social, de tan entregada al texto —enfática y cuasi grandilocuente—, cual una anónima discípula de Rosa Luxemburgo o Clara Zetkin devenida terrorista.

Laura sacrifica al inocente Pablo para “derrotar” a Don Ramiro, tras estudiar meticulosamente el libro del metódico esbirro, mostrando ese fanatismo sin escrúpulos que desgraciadamente ha sido la perdición de esa izquierda “mesiánica” que los cubanos exiliados conocemos tan bien en carne propia, pero el amor propio herido de Don Ramiro —otro maníaco celoso de su prestigio como torturador en jefe— echa por tierra su cálculo y la convierte en otra víctima fatal del torturador, que no soporta perder en este juego macabro por el poder sobre los otros, como tan bien argumenta Ernesto en las Palabras del director que aparecen en el oportuno y eficaz programa de mano.

Sin titubeo alguno, Oda a la tortura es una obra intensa, con un texto magistral y actuaciones sobresalientes —”de película”, como dirían en mi pueblo— que la hacen altamente recomendable para los amantes del buen teatro.


© cubaencuentro

13 Comentarios


13 by Eugenio O. (Usuario no autenticado) 13/08/2010 1:21

Coincido con Marlene. Baltasar me ha motivado a ver la obra. Ahora falta que el teatro publique adecuadamente sus horarios.

12 by Baltasar S.Martin (Usuario no autenticado) 10/08/2010 8:40

Para mis queridos amiguitos Felipe Gonzalez y para El Observador, mis mejores deseos de realizacion personal para ustedes. Un saludo desde Miami, Baltasar. p.d: Que bueno que Felipe reconoce mi derecho a escribir sobre lo que me gusta, aunque no necesito su venia para nada.

11 by Observador (Usuario no autenticado) 09/08/2010 16:00

Tiene razon Felipe y las respustas zoezeces sabemos de donde vienen. Por favor, humildad. Un critico ante todo debe saber aceptar las contra criticas, o es que eso no lo estudió el rey mago?

10 by Felipe González (Usuario no autenticado) 09/08/2010 13:40

Precisamente, ¿qué tiene que ver la telenovela o tal o cual política de canal con el teatro? La crítica teatral como todo, tiene líneas de desarrollo, precedentes, bases. Yo no voy a escribir una crítica de teatro porque no soy crítico de teatro y cualquiera no puede ser crítico de teatro. Si tú eres extra de telenovelas tienes que hacer eso, pero no te metas a escribir sobre teatro porque terminarás escribiendo sobre cualquier Niurka que nada tiene que ver con el teatro. Yo no soy ningún totalitario, como tú tengo el derecho de escribir sobre lo que me gusta. Creo que tú estás un poco confundido de repente tu escritura se vuelve agresiva y de repente te crees cura de pueblo y me bendices. Hay que hacer lo que uno sabe hacer para no terminar haciendo el ridículo. No creas que porque las amas de casa crean que la crítica es buena ya eres crítico, Baltazar. Todavía tienes que repasar algunas cosas, ya no sólo de estética teatral sino de sintaxis gramatical, adjetivación, subordinación y otros temas relacionadas con el idioma. Hay tiempo entre telenovela y telenovela podrás leer la gramática de Alonso o la nueva de la RAE y aprender a escribir antes de los 65. Pero no te duermas en los laureles. Buena suerte.

9 by Baltasar S.Martin (Usuario no autenticado) 08/08/2010 18:00

Para Felipe: Me alegro mucho que no te haya gustado mi reseña. No se si vives en Miami o no; si vives aqui estaras al tanto de que a los actores cubanos les cuesta mucho trabajo entrar en las telenovelas de produccion local, excepto las de Telemundo, porque los rechazan por su "acento", es decir, porque no hablan "mexicano" como Niurka Marcos, de ahi mi adjetivo derivado, porque eso no es acento neutro sino una charreria de mal gusto, con perdon de los verdaderos charros. Te invito a que vayas a ver la obra y que escribas algo mejor sobre la misma. Hechos, no palabras. Ah, y escribo sobre lo que me de mi real gana, no tienes tu que darme el permiso, so totalitario. Bendiciones para ti, y que logres escribir mucho mejor que yo sobre teatro, para que apoyes el sector, que tanta falta le hace.

8 by Marlene Moleon (Usuario no autenticado) 08/08/2010 2:20

¿Por qué la agresividad? ¿Algún enemigo de Baltasar? Creo que la reseña es magnífica, está escrita con un lenguaje claro y sin los rebuscamientos tecnicistas que padecen algunos críticos para demostrar lo mucho que saben, y a la larga lo que logran es que el lector se quede con un sabor amargo y no sabe si la obra es buena o mala. Gracias Baltasar, iré a ver la obra.

7 by Felipe González (Usuario no autenticado) 07/08/2010 22:40

Parece mentira que la gente de Cubaencuentro publiquen semejante ripio. Debería haber alguien que sepa de teatro que seleccione lo que se pone. Si este señor es crítico de teatro cualquiera es cualquier cosa. Aceptar que un churro como este viaje por el ciberespacio para toda la vida será un desprestigio eterno para Cubaencuentro. Aceptar que cualquiera se nombre a sí mismo como crítico de teatro es rebajar al teatro a artesanía. Qué valor tiene para el arte teatral semejante afirmación: sólidos, sin amaneramientos vocales “niurkísticos” Por favor, delen al Sr. Batazar Santiago Martín la dirección de algún sitio de chismes faranduleros para que pueda dar rienda suelta a su necesidad de escribir.

6 by Joel Cárdenas (Usuario no autenticado) 07/08/2010 22:40

Muy buena reseña, muy interesante lo que dice del acento neutro, y esta observación: " sin amaneramientos vocales “niurkísticos” ni excesos melodramáticos “televisivos”*—, que reivindican al denostado —por su acento— actor cubano". Expone con elementos de juicio los valores de la obra, libreto y dirección, del tema de la tortura y de la actuación de los interpretes. Lamento no estar por allá para ir a ver la obra. Saludos y adelante.

5 by Jorge Ybarra (Usuario no autenticado) 07/08/2010 22:20

Pobrecito Edison. Parece que eres un crítico frustrado pues esta crítica es estupenda y le da al lector deseos de ver la obra. Primera vez que leo una crítica a una crítica de alguien que no ha visto la obra. Es como en Cuba, que critican artículos de la prensa internacional que el pueblo no ha leído.

4 by Francesco Sinibaldi (Usuario no autenticado) 07/08/2010 22:20

El sonido de los sentimientos. La noche me llama, dulce y llena de pasión; escucho el aire pasar suavemente donde un vivo destino cubre la rima y la timida suerte, duermo en el sueño de una triste canción.... Francesco Sinibaldi

3 by Baltasar S.Martin (Usuario no autenticado) 07/08/2010 10:40

Gracias Sara por responderle a Edison tan bien. Edison, ve a ver la obra tu y escribe algo mejor, con teorias teatrales incluidas, para que me superes, que es en definitiva lo que te compulso a escribir tu comentario. Se te nota la mala leche a la legua.

2 by Sara Llogat (Usuario no autenticado) 06/08/2010 22:21

Bueno, en realidad es una resenna teatral que expone detalles y opiniones del autor de la misma. me parece que eso es importante y a mi juicio esta hecho de una manera muy clara y concisa. Edison parece que tienes hoy el bombillo de receso!

1 by Edison (Usuario no autenticado) 06/08/2010 19:40

Esto no es una critica teatral. Esto es un documento sin ningun valor practico para aquel publico que le interese saber por que esta obra es un buen trabajo que debe ser visto. En este documento no se puede encontrar el conocimiento de alguna teoria teatral a traves de la cual se mide o se compara el resultado escenico de que habla.

Subir


Relacionados

Subir


En esta sección

Con pasado y sin futuro

Roberto Madrigal , Cincinnati | 15/04/2022

Comentarios


La niebla de Miladis Hernández Acosta

Félix Luis Viera , Miami | 11/04/2022

Comentarios


Fornet a medias

Alejandro Armengol , Miami | 08/04/2022

Comentarios


Mujeres detrás de la cámara (II)

Carlos Espinosa Domínguez , Aranjuez | 08/04/2022


Juegos peligrosos

Roberto Madrigal , Cincinnati | 08/04/2022

Comentarios




Mujeres detrás de la cámara (I)

Carlos Espinosa Domínguez , Aranjuez | 01/04/2022


La prisión del «Moro» Sambra

Félix Luis Viera , Miami | 25/03/2022

Comentarios


Rompedora en forma y en contenido

Carlos Espinosa Domínguez , Aranjuez | 25/03/2022


Predicciones de los óscares

Roberto Madrigal , Cincinnati | 25/03/2022

Comentarios


Subir