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Actualizado: 23/04/2024 20:43

Unión Soviética, Rusia, Ucrania

Adiós al pasado soviético

La invasión de Ucrania ha hecho que en varios de los países excomunistas de Europa se estén eliminando los últimos símbolos que quedaban de la etapa soviética

El pasado viernes, Letonia derribó el Monumento a la Victoria, que glorificaba al Ejército Rojo. Era el último símbolo de la etapa soviética que quedaba en la capital letona. Un pequeño grupo de personas se concentraron tras el cordón policial para vitorear el derrumbe de la estructura, de 250 toneladas.

La demolición ha sido el resultado de la votación del Parlamento letón de retirar todas las estatuas, placas y bajorrelieves, que son los símbolos soviéticos que aún quedaban. Hace unas semanas, el gobierno designó 69 objetos conmemorativos soviéticos, además del obelisco, para su demolición. El plazo para que todos sean eliminados es mediados del mes de noviembre.

El monumento conmemorativo que se derribó fue construido en 1985 mediante “contribuciones” extraídas de las nóminas de empresas letonas, como homenaje a los libertadores de la Letonia soviética de los nazis. Tenía 79 metros de altura y lo integraban dos grupos de estatuas, una placa conmemorativa y un estanque. Se había convertido en un punto de reunión para los partidarios del Kremlin. La comunidad étnica rusa de Letonia, que representa alrededor del 30 por ciento de la población, de apenas dos millones, protestó contra la eliminación del Monumento a la Victoria. Cuando se iniciaron los trabajos preliminares para la demolición del monumento, un pequeño grupo de manifestantes se reunió para protestar y unas cinco personas fueron detenidas por alteración del orden público y por desafiar la orden de la policía. Al día siguiente, las protestas aisladas continuaron y otras catorce personas fueron detenidas por la policía por negarse a dispersarse.

Cada año, miles de personas de etnia rusa se reunían el 9 de mayo en el monumento para conmemorar la victoria sobre la Alemania nazi en 1945. En cambio, la mayoría de los letones no ven esta fecha como la liberación tras la caída del Tercer Reich, sino como el comienzo de la represiva ocupación soviética del país báltico, que duró hasta 1991. En 1997, un grupo de activistas intentó demoler el monumento con dinamita, pero los explosivos detonaron inesperadamente, matando a dos personas.

Al igual que los otros países bálticos, Letonia es un país miembro de la OTAN y de la Unión Europea cuyo gobierno ha mostrado un fuerte apoyo a Ucrania en el conflicto con Rusia. En agosto, Estonia comenzó a eliminar de sus calles los monumentos soviéticos. Su objetivo es proteger el orden público. El primero en desaparecer fue un tanque que ha sido trasladado a un museo. Estaba situado en Narva, cerca de la frontera rusa, y algunos lo usaban como lugar de encuentro. Es uno de los siete monumentos que el Gobierno prevé quitar de esta ciudad. Ese desmantelamiento de los monumentos soviéticos es parte de una campaña más amplia impulsada en Estonia como reacción a la invasión rusa de Ucrania.

Hay que retirar urgentemente estos monumentos

Kaja Kallas, primera ministra de Estonia, declaró: “Según nuestra constitución, la paz dentro del país es el valor central del Estado estonio, y la defensa de la paz dentro y fuera del país es una de las principales tareas del Estado. No daremos a Rusia la oportunidad de utilizar el pasado para perturbar la paz en Estonia. Y por eso hay que retirar urgentemente estos monumentos utilizados para la guerra informativa, en aras de la paz nacional”.

En abril de 2020, las autoridades de Praga anunciaron que habían retirado una controvertida estatua de la era soviética, a pesar de las protestas de Moscú, para dar paso a un monumento conmemorativo de la Segunda Guerra Mundial. El año anterior, los planes para retirar la estatua de bronce del general soviético Iván Konev habían provocado una fuerte reacción en Moscú. En Rusia, Konev es considerado un héroe, mientras que muchos checos lo ven como un símbolo de la opresión de la era soviética. Dirigió las tropas del Ejército Rojo que liberaron a Praga de los nazis en 1945, pero también estuvo a cargo de la Operación Torbellino, que aplastó el levantamiento antisoviético de Hungría en 1956.

El alcalde del distrito 6 de Praga, Ondrej Kolar, dijo a la agencia de noticias checa CTK que la estatua de Konev se colocaría en un “museo dedicado a la historia del siglo XX en Checoslovaquia”. El entonces presidente checo, el prorruso Milos Zeman, se hizo eco de la indignación rusa por la medida y la calificó como “un abuso del estado de emergencia”, refiriéndose al confinamiento impuesto por el gobierno para detener la propagación del coronavirus.

Por su parte, en Ucrania el pasado mes de abril fue derribada en Kiev lo que quedaba de la amistad entre Ucrania y Rusia. Se trata del Arco de la Amistad de los Pueblos, un monumento histórico de la época soviética, que representaba de la relación entre ambos países. Más simbólica aún, fue la caída de la cabeza de una de las figuras del monumento, la que representaba a un trabajador ruso, que se produjo cuando el monumento estaba siento desmantelado.

El alcalde de la capital ucraniana, Vitali Klitschko, justificó la decisión por el deseo de Moscú de “destruir el Estado y a los ucranianos” con la invasión del país lanzada el 24 de febrero. Según Klitschko, otros 60 monumentos y carteles relacionados con la Unión Soviética y con Rusia serán desmantelados próximamente. También serán renombradas más de 460 calles.

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