Obispo de Holguín rechaza que usara la violencia contra plantados en iglesia
Disidentes dijeron que monseñor Aranguren empleó violencia en el desalojo del templo, incluso que pegó un manotazo a uno de los opositores que intentó hablar por teléfono
El obispo de la ciudad de Holguín, Emilio Aranguren, desmintió este sábado el uso de la violencia para evacuar a los opositores que ocuparon dos templos en su diócesis para que el papa Benedicto XVI intercediera por sus demandas políticas, como dijeron algunos de ellos, reportó la AFP.
“Expreso que lo que ha sido publicado a partir del testimonio de varios de los presentes es totalmente tergiversado e, incluso, manipulado y, por supuesto, falso”, dijo monseñor Aranguren en una nota de su obispado entregada a la prensa.
El pasado martes, 17 opositores ocuparon la catedral San Isidoro de Holguín y otros 20 una iglesia en la vecina provincia de Las Tunas, que forma parte de la misma diócesis.
La ocupación coincidió con un hecho similar registrado en La Habana, donde trece miembros del Partido Republicano de Cuba ocuparon las Basílica Menor de Nuestra Señora de la Caridad y presentaron demandas de apertura política, para llamar la atención durante la visita del Papa.
Fuentes disidentes dijeron a la prensa que el obispo Aranguren empleó violencia en el desalojo del templo, incluso que pegó un manotazo a uno de los opositores que intentó hablar por teléfono celular.
“Como fruto de la conversación establecida, los agrupados se retiraron espontáneamente” del templo de Las Tunas, dijo el obispo, mientras que en Holguín, los ocupantes le dijeron que “habían entrado para rezar por la libertad de Cuba”.
“Ahí hubo unas palabras porque el joven que estaba en el primer banco frente a mí, sacó el celular y le dije que lo guardara porque en el templo no se utilizan los celulares, ni para hablar ni para tirar fotos”, dijo Aranguren.
En ese intercambio de palabras, “él me dijo que yo no era pastor, entonces subí el tono de voz y de manera enérgica y con un gesto indicativo le expresé que estaba ofendiendo a mi persona”, añadió.
“Varios miembros del grupo le indicaron que se callara. En ningún momento hubo de mi parte un manotazo, ni tampoco un gesto que ocasionara que el teléfono celular fuera al piso”, aseguró.
Según el obispo, los ocupantes, cuyo número se había reducido de 17 a 8, se retiraron durante la misa.
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