Jueves, 02 agosto 2001 Año II. Edición 174 IMAGENES PORTADA
Opinión
¿Quién no ha sido ñosa alguna vez?

La ñosa, un vocablo abuelo de los actuales turuntún y mikimbin
por MANUEL VáZQUEZ PORTAL  

Hacía muchos años que no oía la palabra ñosa. Tantos que la había olvidado. De no haberla escuchado el otro día la hubiera perdido, quizás, para siempre. Creo que desde la infancia no resonaba en mis oídos. La saboreé con fruición, como a una fruta apetitosa. Tenía el sabor de lo reencontrado, de lo que nos trae buenas memorias.

Nunca he sabido qué es la ñosa. Pero les voy a explicar qué es. No sé si tendrá pariguales en otros idiomas o si se podrá traducir, si será un arcaísmo o la forma apocada de un vocablo, como tiñosa, por ejemplo. Tampoco podría afirmar que se trate de un sustantivo o un adjetivo. La ñosa es y la ñosa califica.

Hace muchos años, cuando andaba yo con el pelo revuelto y los pantalones sucios por las rodillas, un mango madurito era una buena merienda y un baño bajo un aguacero la mejor aventura, la ñosa era cualquier cosa o cualquier persona. Bastaba que llevara en sí cierta carga de ridículo.

El que se ponchaba dos o tres veces seguidas en un juego de pelota, ése era una ñosa. El que tenía miedo de subirse a un árbol, ése era una ñosa. El que llegaba último a la otra orilla del canal de la Laguna de la Leche, ése era una ñosa. El que delataba a otro con los padres o los maestros, ése era una ñosa. El que no compartía con los demás los caramelos, las galleticas, las bromas, ése era una ñosa.

Nadie quería ser la ñosa del grupo. Ser la ñosa colocaba siempre en el lindero de la burla, de la bronca, de la audacia. Había que acometer o el mote se te pegaba. Si había que fajarse, fajarse; si había que nadar, nadar; si había que callar, callarse porque el calificativo estaba ahí, a flor de labios, para la menor flaqueza, el más mínimo error. Y la ñosa podía ser cualquiera. ¿Quién no ha sido la ñosa alguna vez? Eso nos obligaba a ser competitivos, discretos, valientes, desenvueltos, conquistadores, leales, justos. La ñosa establecía su inflexible tabla de valores y uno se iba volviendo un hombre aferrado a ciertos principios buenos para la vida. No se podía ser cobarde, delator, chismoso, débil, tacaño o era la ñosa. Y entonces, nadie quería ser la ñosa.

El tiempo pasó. Las universidades, los libros me trajeron nuevos conceptos. Quizás más complejos, abstractos, refinados pero que en esencia no se apartaban del que, aunque pedestre, sabio, me había enseñado la ñosa. Y es que toda la sabiduría cabe en una vida humilde, si es que es auténtica. Y la ñosa es reflejo de la vida y la autenticidad. Como auténtico debe ser aquel anciano que me la devolvió una mañana en la cola del "camello" cuando no había Dios que pudiera irse. "Este pueblo se ha convertido en una ñosa", dijo. Y toda la carga del concepto cayó sobre mi cabeza y me vi obligado a explicarlo.


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