Jueves, 02 agosto 2001 Año II. Edición 174 IMAGENES PORTADA
Opinión
¿Conexión cubana?

La cantidad de cocaína que se mueve en la Isla, tanto como su calidad, despierta numerosas interrogantes
por JOAQUíN ORDOQUI GARCíA Parte 1 / 2

Hace unas semanas, la emisora privada española Telecinco emitió un reportaje en el que se intentaba demostrar una relación entre las autoridades gubernamentales cubanas y el narcotráfico. He escrito "intentaba demostrar" y no "demostraba" porque, salvo algunos exteriores sin trascendencia, las escenas más importantes se desarrollaron en interiores y hubieran podido ser grabadas lo mismo en Oslo que en Tumbuctú. Por lo tanto, si este reportaje intentara acusar a un gobierno democrático, carecería de todo valor probatorio.

Las reglas del juego varían un poco cuando se trata de un país con un régimen dictatorial, que hace imposible cualquier acercamiento de la prensa a medios oficiales cuando se abordan temas tan polémicos. Que el documento en cuestión se desarrolle en Cuba no le concede valor de prueba, pero al menos abre las puertas, una vez más, a la sospecha.

El plato fuerte del reportaje es un "contacto" que –catalogándolo por su forma de hablar– proviene de los medios marginales de La Habana. El traficante en cuestión afirma que puede colocar la cocaína en Madrid y que hasta entonces no se cierra la operación. Afirma, también, que goza de la protección del Gobierno y que el intermediario español (en este caso un periodista que finge querer comprar unos kilos cuyo precio oscila entre los 20 y los 30 mil dólares cada uno) no tiene que preocuparse hasta que la mercancía llegue a su destino.

Hace ya bastantes años que las autoridades norteamericanas vienen insistiendo en la posibilidad de que Cuba sea un lugar de tránsito, auspiciado por el Gobierno de la Isla. Esta hipótesis, que durante mucho tiempo parecía formar parte de una campaña difamatoria, adquirió repentina credibilidad en 1989, con el juicio y posterior fusilamiento de Arnaldo Ochoa, Antonio de la Guardia, Amado Padrón y Jorge Martínez, acusados personalmente por Fidel Castro de ejercer el narcotráfico por su cuenta.

Muchas especulaciones desató el caso Ochoa. Las dos más espectaculares fueron: que Ochoa y sus compañeros eran una amenaza política para Castro, y luego, que eran los encargados de una red de narcotráfico auspiciada por el Gobierno cubano, por lo que terminaron convertidos en chivos expiatorios.

La conspiración política, llena de contenido romántico y depositaria de múltiples anhelos, parece la menos probable. Y aunque la realidad es seguramente mucho más compleja de lo que hoy podemos conocer, la posibilidad de la segunda hipótesis es, por lo menos, no desechable.

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