| Pigmentación y vulnerabilidad |
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| Cuba, un país con la mitad de su población de raza blanca, discrimina a la otra mitad y declara inconstitucional el racismo. |
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| por JORGE OLIVERA CASTILLO |
Parte 1 / 2 |
Víctor nació en 1965, en una descolorida barriada de La Habana intramuros. En una casa de ésas donde el infortunio aparece en cada núcleo familiar en calidad de miembro con plenos derechos. El hacinamiento no le es ajeno. Recuerda las primeras etapas de su vida cuando los metros cuadrados de la abigarrada construcción de la última década del siglo XIX entraban en disputa.
"Éramos ocho a compartir un cuarto de 400 centímetros de ancho por 600 de largo. En verano permanecer allí requería una firmeza quijotesca", memoriza hoy.
Las lluvias representaban otro tormento, pues el techo de la habitación les daba pista libre. La combinación de la noche con las precipitaciones significaba insomnio seguro.
A pesar de toda la amalgama de contratiempos, Víctor logró abrirse paso, su voluntad, su paciencia y el deseo de forjarse un futuro menos indigno tuvo recompensa, sólo que efímera y difusa como un rayo en la madrugada.
Dos títulos universitarios en idiomas extranjeros, una probada destreza en la informática, adquirida mediante cursos intensivos y sus vastos conocimientos de historia, encarnaron un simbólico muestrario de energía intelectual.
Pero el hombre distaba de reunir los requisitos de competitividad. Su capacidad incuestionable nada podía contra un pecado sin explicación posible: era negro.
Justificaciones sustentadas en la hipocresía y la abyección escondieron una y otra vez la segregación, teóricamente inconstitucional, pero cotidiana y pertinente como el crepúsculo.
Mientras mayores fueran las evidencias del linaje africano del sujeto, más difíciles son las posibilidades de inserción social. Víctor, casado y con un hijo, vivió esta experiencia y, finalmente, tuvo que usufructuar la ilegalidad para subsistir.
Ahora imparte clases de Inglés a domicilio sin la correspondiente licencia. Lo hace con el temor de saber que si es descubierto puede ir a prisión. No tanto por la dimensión del delito, sino porque conoce que su negritud puede criminalizar cualquier delito.
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