Abortos, Mortalidad infantil, Estadísticas
A propósito del “feticidio” cubano
Al mirar el desglose de abortos involuntarios y muertes prematuras verdaderas las estadísticas cubanas se apartan de lo normal
Johan Norberg, colaborador del periódico Metro de Estocolmo, publicó el primero de junio una atinada columna titulada: “Cuba parece manipular las estadísticas de mortalidad infantil”. En este artículo se cita a un experto en temas cubanos, Erik Jennische, quien ha publicado en su página personal el texto titulado “Pressfriheten och den kubanska spädbarnsdödligheten” (La libertad de prensa y de la mortalidad infantil de Cuba). Aquí se comentan datos ofrecidos por Granma el seis de enero sobre la mortalidad infantil en Cuba, la cual para el año 2015 sería de 4,3 por mil nacidos vivos; un poco más alta que Suecia, un poco menor que la de Estados Unidos, muy cerca de la media de la UE, un tercio de El Salvador, una cuarta parte de Honduras y una quinta de Guatemala.
Jennische recuerda que el 2 de enero de 2015 el Órgano Oficial de Partido Comunista de Cuba explicó lo bajo de nuestra tasa de mortalidad infantil entrevistando un médico según el cual uno de los factores importantes para conseguirla era la priorización de diagnósticos y la “prevención” de defectos congénitos y enfermedades genéticas, entendiendo por “prevención” el aborto.
El especialista sueco trae a colación dos investigadores chilenos que examinaron la razón de la diferencia en la mortalidad infantil entre Chile y Cuba, la cual para 2008 fue de 7,8 y 4,7 muertes por cada mil nacimientos vivos respectivamente. Con la suposición de esta diferencia podría deberse a que el aborto está totalmente prohibido en Chile, pero permitido en Cuba, los científicos descubrieron que el 34 por ciento de las muertes en Chile durante el primer año de vida se debió a malformaciones congénitas y anomalías cromosómicas, mientras que en Cuba este tipo de causa explicaba sólo en el 19 por ciento de los fallecimientos. En este sentido el acceso al aborto significa que un menor número de niños con defectos de nacimiento y anormalidades cromosómicas nacen en Cuba. Jennische hace referencia además a un estudio realizado por Roberto M. González, aparecido en la edición del pasado agosto, de la revista Estudios Cubanos, que publica la Universidad de Harvard. Se trató de investigar en ella la credibilidad de las estadísticas sobre el número de abortos tardíos –muertes del feto que pesa 500 gramos– con el número de muertes durante la primera semana de vida (mortalidad neonatal precoz) en Cuba y los 24 países de la UE. en el año 2008. Para ese año, en Cuba, la tasa de mortalidad durante la primera semana de vida era de 2,13 por cada mil nacidos vivos, tan grande como en Eslovenia, Eslovaquia y Alemania. Sin embargo, cuando estos países informaron de entre 2,5 y 5,6 abortos por cada mil nacimientos tardíos, Cuba reportó 13.
Al mirar el desglose de abortos involuntarios y muertes prematuras verdaderas las estadísticas cubanas se apartan de lo normal. González, citado por Jennische, sostiene al sistema de salud cubano hace pasar por abortos involuntario lo que son en realidad muertes infantiles, cifra que el sistema de la ONU disemina por todo el mundo como sin que nadie se preocupe. Todo lo anterior es resumido por el redactor de Metro con la afirmación de que la tasa de mortalidad infantil de Cuba es probablemente el doble de lo que se afirma oficialmente. Norberg debería continuar en esta misma línea informativa y entrevistar para sus lectores suecos al disidente cubano Oscar Elías Biscet, recientemente fue autorizado a salir de su país. Se trata de un médico que por denunciar, las atrocidades cometidas contra los fetos en los hospitales cubanos, entre otras aberraciones del régimen de Cuba, perdió su trabajo, y más tarde fue condenado 12 años en la cárcel.
Una cosa sí debo señalar al comentarista de Metro: si a pesar de todo lo anterior el régimen cubano sigue teniendo buena fama en el mundo, esto no sólo se debe a sus supuestos logros sociales, la manipulación de datos o la propaganda que le hacen fuerzas de izquierda criticadas por Johan Norberg, en su trabajo periodístico.
El nombre de la dictadura cubana, a pesar de los años de desgaste, sigue bien parado frente a buena parte de la opinión pública internacional, esto se debe a que está protegido por fuerzas externas interesadas en que Cuba siga reduciendo su población en una magnitud similar a la que se da en países desarrollados, pero sin las ventajas de estos. Para el capitalismo maltusiano que hoy controla el mundo se trata de una virtud por la que Cuba ha de ser perdonada, sin importar las flagrantes violaciones de derechos humanos que cometan los gobernantes de La Habana.
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