Actualizado: 23/04/2024 20:43
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Economía

Ahorrar o morir

El Estado saca sus cuentas. Los 25.000 comedores obreros ya no son un negocio 'rentable'.

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El Estado sacó sus balances. Pierde 350 millones de dólares al año en subsidios a alimentos básicos en comedores obreros. Al mandarlos al diablo, deberá inyectar unos 50 millones de dólares en estipendios a los trabajadores. Negocio redondo.

"Los números no fallan. Tampoco la opinión de esos millones de cubanos que no quedan conformes con la calidad, cantidad y presentación del alimento que todos los días reciben", escribió Leticia Martínez, del periódico Granma, vocero del Partido Comunista.

Según el rotativo, "cuando un cubano adquiere la canasta familiar normada, y, además, acude al comedor obrero, está recibiendo aproximadamente el 64 por ciento del consumo nutricional diario de manera subsidiada".

Unos tres millones de empleados estatales o de empresas mixtas almuerzan o cenan cada día en cerca de 25.000 comedores.

Todavía hay más ganancias. El ministro de Economía y Planificación, Marino Murillo, alega que el descontrol y desorganización en los comedores es de proporciones escandalosas. En 2008 se detectó un exceso de productos tasado en 35 millones de dólares.

Esa cantidad fue a parar a los tragantes, nunca saturados, del mercado negro, además de otros montos imposibles de cuantificar. Los robos en los almacenes y comedores son estrategias cotidianas de obtener ingresos paralelos en un país donde el salario promedio no toca los veinte dólares mensuales.

"Están apretando", reconoce Joaquín, un obeso cocinero que pronto quedará desempleado.

"No voy pa' la calle. Me ofrecen otra cosa, pero este es mi giro, así que ya veré cómo me la busco", dice confiado.

En sus mejores tiempos de bonanza, Joaquín vendió todo el arroz y la carne de pollo que pudo al mercado sumergido. También colocó aceite y harina. Así agregó dos cuartos a su casa "hecha a machetazos" en Marianao y ayudó a su hija a "tener un techo para el día de mañana".

El caso de Joaquín es una réplica de muchos otros que levantaron pequeñas fortunas —de acuerdo con el estándar cubano— a expensas de dotados empleos. Al cerrar los grifos, el Estado está intentando demostrar racionalidad económica.

El propio presidente Raúl Castro, cuya severidad administrativa es elogiada en las fuerzas armadas, a las que comandó por más 45 años, reconoció en agosto que la aritmética en "nuestro socialismo imperfecto" logra atropellar la lógica más simple.

"A causa de insuficiencias propias, muchas veces dos más dos da como resultado tres", resumió cáustico el general de cuatro estrellas.

La Habana redujo en un 15% sus importaciones de alimentos desde Estados Unidos en el primer semestre de 2009, hasta 301 millones de dólares, comparado con el mismo período del año anterior.

El dato pertenece al U.S.-Trade and Economic Council, un grupo con sede en Nueva York, que explica el recorte de las compras cubanas debido a la crisis global y la caída de ingresos en moneda fuerte en renglones como el turismo, el níquel y los habanos.

La compra de alimentos en mercados extranjeros, que el pasado año topó en 2.500 millones de dólares, es un derrame financiero que el gobierno trata de reducir a toda costa, incentivando la producción doméstica que, pese a la entrega de tierras ociosas y una política de señuelos monetarios, se mantiene deficiente.

Los andamios del gobierno

Al desmontar uno de los andamios del mercado negro, el gobierno sabe que recorta sus bases de apoyo, aunque tales bazas siempre resultaron ser cínicas y gravosas.

"Me enseñaron que el socialismo quitaba una parte de los salarios para dedicarla a los fondos sociales. Era como una plusvalía bien invertida en hospitales, escuelas, centros de recreación y en comedores para los trabajadores. Eso lo aprendí en la universidad, pero parece que este socialismo que nos toca ahora nos está quitando lo poquito de bueno que tenía".

Así se explica Eulogio, un contador público que ve amenazado su puesto por la nueva medida que entra en vigor el primero de octubre. Él lleva los libros de los almacenes en su empresa, que hasta ahora regenta una decena de comedores.

De hecho, ya el sector educacional, que hace unos meses resultó beneficiado con un incremento salarial, calificado de modesto por las autoridades, contribuye con el cinco por ciento de sus salarios a la seguridad social, una de las sanguijuelas de la maltratada economía doméstica que enfrenta el desafío de una futura sociedad de viejos.

Como resultado del envejecimiento poblacional, Cuba tendrá en 2025 unas 770.000 personas menos que hoy en edad laboral. En 1970 había 7,1 trabajadores por cada retirado, el año pasado esa relación se redujo a 3,1 y en 2025 será de 2,3. Para quien esté al frente del país entonces, el problema toma visos de catástrofe.

Dónde y qué comer

Parada en una esquina de la avenida 23, Maritza estudia el mapa gastronómico de la zona. Empleada del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, que junto al de Finanzas y Precios, Comercio Interior, y Economía y Planificación, serán los primeros en estrenar la supresión de los comedores obreros, ella hace un censo de las opciones.

"No son muchas", reconoce apuntando hacia la pizzería Milán, en el paseo La Rampa, zona que acoge uno de los nodos ministeriales del país.

Con los quince pesos de estipendio, unos setenta centavos de dólar, Maritza podrá almorzar una pizza de cinco o siete pesos y tomarse un refresco de diez "por el Estado".

"Ya entro en números rojos", calcula esta técnico en economía.

Si acude a la red privada, por lo que tendrá que caminar doscientos metros más, podrá comerse un plato de espaguetis justamente por quince pesos. Pero si desea una ración con moros y un steak de jamón, tendrá que desembolsar 25 pesos y si pretende lo mismo con un bistec de carne de puerco, entonces serán 30 pesos.

"La cuenta no da", se lamenta. "O traigo una bobería de la casa o me conformo con dos panes con jamón y un refresquito de a peso", dirime la empleada al sopesar sus oportunidades y se consuela con un "a veces lo del comedor estaba inmetible".

Las reglas para el estipendio son estrictas. Lo recibe el trabajador el mismo día en que acude a su empleo y no computará para la seguridad social. Tampoco se pagará si el trabajador se ausenta por razones de salud, aunque sean debidamente justificadas mediante certificado médico.

Además, ninguna cafetería o restorán cercano a los ministerios ofrecerá opciones a precios subsidiados.


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