Actualizado: 28/03/2024 20:04
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Cambios

Aventureros y alquimistas

Los aventureros del PCC vuelven una y otra vez a tratar a un enfermo que lleva medio siglo agonizando con las mismas brujerías

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En Cuba jamás ha existido socialismo y ni remotamente un partido que pueda ser considerado marxista leninista.

El gran enredo comenzó cuando en Rusia a principios del siglo XX, envuelta en la primera guerra mundial que desolaba a toda Europa, los comunistas bolcheviques esgrimieron la bandera de terminar con esa injusta guerra imperial recibiendo el apoyo que necesitaban para alcanzar el poder.

De más esta repetir lo que todos sabemos que sobrevino más tarde hasta la desintegración de la utopía unos setenta y tantos años después.

Junto con la URSS se vino abajo también el resto de los sistemas políticos similares que fueron implantados a punta de bayonetas como resultado de otra guerra mundial como la que le posibilitó a los bolcheviques iniciar el experimento social.

Centenares de libros se han escrito por apologistas del sistema implantado en esos países tratando de convencer que se estaba en presencia del socialismo. Han teorizado hasta el infinito que Marx estaba rotundamente equivocado al plantear que para que existiera el socialismo era necesario que se hubiese desarrollado una producción fabril capitalista y una estructura industrial moderna que crearan las condiciones materiales para ese tránsito. Hubo hasta quien se atrevió a decir que la larga estancia de Marx en Londres le había llevado a considerar a Inglaterra como el país que mejores condiciones presentaba para el tránsito al socialismo en aquella época.

Lo cierto es que esos severos jueces que son el tiempo y la practica han demostrado lo costoso que ha sido para muchas naciones haber ignorado estos principios expuestos por Marx y la humanidad jamás perdonará las muertes y sufrimientos causados por estos experimentos sociales disparatados esgrimiendo las banderas de un supuesto socialismo.

Marx mantuvo fuertes enfrentamientos con los que llamaba “aventureros y alquimistas de la revolución”. Las propuestas de Marx de una alianza de los trabajadores con la burguesía progresista y su vehemente oposición a la exportación de la revolución a Alemania que proponía el poeta Georg Herwegh, cuando estallaron en Europa las revoluciones populares en cadena que afectaron a Francia, Italia y Austria, le ocasionó una gran impopularidad entre los revolucionarios y lo llevaron a enfrentamientos con los líderes obreros.

¿Qué le viene a la mente cuando usted lee estos términos “alquimistas” y “aventureros” de la “revolución”? ¿Qué es lo primero que le viene a la mente cuando conoce de la oposición de Marx a la exportación de la revolución? ¿Se habría imaginado el pensador alemán hace más de un siglo que los alquimistas y aventureros de la revolución se iban a propagar con más intensidad que el marabú y sus equivalentes por todo el planeta, desde la enorme Rusia hasta una islita del Caribe, pasando por una Camboya donde su Partido Comunista, el Khmer Rouge, exterminó a millones de sus habitantes en su camino al “socialismo”?

El gran problema de estos “alquimistas y aventureros de la revolución” es que aunque estén hundidos hasta el cuello en el fango de sus errores y disparates no son capaces de admitir con sinceridad por qué causaron el daño y los sufrimientos que le infligieron a sus pueblos durante tanto tiempo de experimentos en sus laboratorios de ingeniería social. Lo estamos presenciando ahora mismo en el pasado VI Congreso de Partido Comunista de Cuba, donde admiten que el país está al borde del precipicio, pero se obstinan en continuar buscando la forma de frenar el despeñamiento con el empleo de sus probetas infestadas y sus reverberos herrumbrosos.

Si para que exista el socialismo es necesario, como argumentaba Marx, que se hubiese desarrollado una producción fabril capitalista y una estructura industrial moderna para que estuvieran creadas las condiciones materiales de ese tránsito, ¿cómo van a venir los alquimistas del PCC a proponer fórmulas contaminadas con el mismo virus que creó el mal? Manteniendo, como dicen, la planificación central y prohibiendo la concentración de la propiedad están dando vueltas en círculo dentro del mismo laberinto. Vuelven una y otra vez a tratar a un enfermo que lleva medio siglo agonizando con las mismas brujerías. ¿Cuándo acabarán de darse cuenta estos alquimistas que el cáncer no se cura con romerillo? Después de tantas delegaciones que han enviado a China y Vietnam para estudiar el camino al socialismo que han emprendido ambos países asiáticos, ¿no acaban de entender o no quieren entender que a ese tipo de sociedad no se llegará jamás por el camino que han mantenido durante estos cincuenta años ni tampoco por el camino que anunciaron en el VI congreso?

La milenaria cultura que inventó la pólvora parece que logró aprender después de costosísimos errores que era necesario desengavetar las ideas de Marx para descubrir la nueva pólvora que los sacara del atraso y el atolladero. Cuando a Deng Xiaoping le preguntaron qué era el comunismo, éste contestó: “El comunismo supone el fin de la explotación del hombre por el hombre y se basa en el principio de cada cual según su capacidad, a cada cual según sus necesidades. Pero darle a cada cual según sus necesidades solo es posible con una enorme riqueza material, lo que exige unas fuerzas productivas muy desarrolladas. La tarea fundamental en la etapa socialista, previa a la comunista, es el desarrollo de las fuerzas productivas. Sin alta eficiencia el elevado ideal socialista se convierte en un sistema de pobreza común”.

De manera que lo materialista será hablar de cuáles son los rasgos de transición del capitalismo al socialismo, y lo dialéctico será concebir la época actual como una época de transición. Una de las leyes de la dialéctica más olvidada es la de que entre los contrarios hay transición y no solo oposición y negación.

La práctica ha demostrado que en el camino al socialismo la riqueza se tiene que seguir produciendo como mercancía. Y en el ámbito de la teoría se ha vuelto crucial distinguir con claridad la forma mercantil de la riqueza de la forma de capital. La economía socialista se rige por el principio: “de cada cual según su capacidad y a cada uno según su trabajo”. De manera que en esta época quien más trabaja más salario debe cobrar, quien más riquezas cree con su inteligencia y capacidad tiene más derecho a incrementar esas riquezas por los medios que tenga disponible y, por supuesto, más derecho a una compensación material superior a quien menos trabaja y menos produce. Por lo tanto todos estos alquimistas lo que han creado en sus laboratorios han sido un Frankenstein que en lugar de crear riquezas, las estrangula y, en lugar de producir bienestar, lo aplasta con sus enormes y pesadas botas por los surcos donde siembra la miseria, el hambre y la enajenación.

Pero vamos a los hechos concretos. Pongamos la teoría a un lado por el momento y analicen ustedes si están o no los chinos en la vía correcta.

El 14 de febrero del presente año 2011 China superó a Japón como segunda potencia económica mundial al alcanzar un PIB equivalente a 5.8786 billones de dólares mientras que el del Japón alcanzaba 5.4742 billones de dólares.

China registra desde hace años un índice de crecimiento que ronda o supera el 10 %. Su PIB aumentó otro 10,3 % en 2010. La economía de Japón se recuperó en ese año con un crecimiento del 3,9 %, pero esto no le permitió conservar su segunda posición ante una China en pleno auge, que parece incontenible.

China, el país más poblado del mundo, acumula ya más de 875.000 millonarios, personas con una fortuna superior a los 10 millones de yuanes (1,46 millones de dólares o 1,08 millones de euros). Según asegura el Informe de Riqueza “Hurun”, elaborado por la revista china con el mismo nombre, en el 2010 los millonarios chinos crecieron un 6,1 % respecto al año anterior. El informe “Hurun” también informó que el número de multimillonarios chinos —es decir, aquellos cuyo patrimonio supera los 1.000 millones de yuanes (146 millones de dólares, 108 millones de euros)— subió a 140 personas.

Las razones del crecimiento fueron el avance del PIB y, sobre todo, el “boom” inmobiliario y de la Bolsa China. Tres únicas ciudades (Pekín, Shangai y Cantón) acumulan el 48 % de los millonarios chinos, con la capital liderando la clasificación global, con 151.000 potentados. Agrega la revista que el perfil del millonario chino es sustancialmente distinto al del millonario internacional, especialmente por la edad, ya que la edad media de los multimillonarios chinos es de solo 39 años, 15 años inferior al promedio internacional.

Abróchense ahora los cinturones de seguridad.

Según el Fondo Monetario Internacional, se proyecta que para el año 2016 el PIB de China, medido por la Paridad de Poder Adquisitivo (PPA), que tiene en cuenta el verdadero poder de compra de la moneda de un país, será el mayor del mundo, desplazando a Estados Unidos que tenía esa posición desde hace más de 80 años.

Toda la gritería absurda, de barricada, para justificar a los culpables del hundimiento de los respectivos países que violaron los principios marxistas fundamentales se desvanece ante esos indicadores indiscutibles. Podrán desgañitarse gritando “Nos están proponiendo regresar al capitalismo” el gastado disco rayado de “Jamás renunciaremos a nuestra soberanía” y ni se sabe cuántas idioteces más. Pero lo cierto, lo verdaderamente probado es que solo hay un camino para alcanzar esa meta, el que Marx señaló y que están aplicando chinos y vietnamitas; cualquier otro invento de ingeniería social conducirá a la involución económica y política.
Lo doloroso en el caso cubano es que tomó medio siglo de destrucción y sufrimientos para comprender que no se cambian caminos por veredas.
Mantengo mis esperanzas en que no se den contra marchas al camino emprendido. Está en juego la supervivencia de una nación.


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