cubaencuentro.com cuba encuentro
| Cuba

Marchas, Continuidad, Represión

Cuba en el pico del régimen de la «continuidad»

A partir de este fin de semana puede suceder cualquier cosa en Cuba: desde repetir las detenciones masivas de abril de 1961 a iniciarse un “otoño negro”

Comentarios Enviar Imprimir

¿Qué ocurrirá el 15 de noviembre? Sinceramente no lo sé. Mas es evidente que el pedido a las autoridades para realizar manifestaciones pacíficas ha cumplido su objetivo original: exponer al régimen cubano como una férrea dictadura, exponer la situación que se vive en Cuba en cuanto al ejercicio de derechos humanos fundamentales, como el derecho al libre pensamiento y su libre expresión, a la manifestación pacífica, o el derecho a la libre asociación en base a ideas o intereses políticos.

La declaración de las protestas como ilícitas, demostró que en Cuba las únicas manifestaciones permitidas son las organizadas por el propio régimen, y por tanto que el Fiscal General de la República mentía cuando, a las pocas horas de las protestas del 11 de julio, frente al cuerpo diplomático y periodistas de medios internacionales, declaró que en Cuba incluso quienes pensamos diferente de quienes gobiernan no cometemos ningún delito al salir a las calles, de modo pacífico, a manifestar esa diferencia.

La respuesta oficial a la convocatoria ha dejado la inesperada evidencia de que incluso con un aparato represivo probado, que el 11 de julio funcionó con exactitud y eficacia, el régimen se muestra en los últimos días muy preocupado, podría decirse incluso asustado. Es difícil definir si el régimen se preocupa tanto porque entre los escenarios previstos por él como posibles está el de que la situación se le vaya por completo de control, o porque saben que volver a aplicar los mismos niveles de represión, y llenar todavía más las cárceles de prisioneros políticos, marcará un punto de no retorno en sus relaciones con países con los cuales cuenta para ocupar las habitaciones de sus hoteles, o para en general salir de su situación económico-financiera actual.

El régimen ha cometido montones de errores desde el mediodía del 11 de julio, pero su desorientación y aparente incapacidad de encontrar un modo de responder otro que la amenaza y las condenas de años y décadas a manifestantes pacíficos, que la represión monda y lironda en esencia, ha aumentado a medida que nos aproximamos al lunes 15 de noviembre. Ha apelado, una y otra vez, a los mismos argumentos de siempre, o a las mismas descalificaciones a quienes manifiestan su disidencia, creíbles cuando a la calle solo salían unos pocos disidentes, pero que ya no funcionan tras las extendidas y masivas protestas del pasado 11 de julio. Ha lanzado continuas acusaciones a Estados Unidos de estar detrás de la convocatoria a la marcha pacífica, a la caza de una excusa para intervenir militarmente, frente a unas audiencias internas y externas para las cuales si algo quedó fuera de toda duda en julio pasado fue la postura anti-intervencionista de la clase política americana en pleno. En un final su incapacidad para recuperar la iniciativa, y plantar un contra discurso creíble, deja a las claras la falta de legitimidad de la cúpula del régimen para marcarse su propio rumbo, diferente del impuesto por la llamada generación histórica, pero sobre todo la carencia de imaginación en una clase política que ha sido cooptada precisamente a resultas de esa falta de creatividad, o de voluntad innovadora.

El último de los disparates, por citar alguno, ha sido mandar al canciller de la republica, Bruno Rodríguez Parrilla, nada menos que a pedirle al cuerpo diplomático acreditado en Cuba el que avale la situación de violación de derechos humanos fundamentales en Cuba, y por tanto la represión de las próximas horas. Pero también a amenazar a Facebook con demandarlo judicialmente, en esencia por facilitar un derecho totalmente prohibido en Cuba: el derecho a la libre agrupación de los ciudadanos por sus ideas e intereses políticos.

Otro de sus argumentos, el de que los convocantes amenazan con perturbar la tranquilidad ciudadana, ha tenido mejor recepción entre una parte de la población. Un argumento, por cierto, de orden, asociable por tanto siempre a los sectores más conservadores de una sociedad, no a los revolucionarios.

Es cierto que la tranquilidad ciudadana en Cuba pende ahora del pico de una tiñosa (un buitre), como solían decir nuestros ancestros. Pero el asunto es que esa tranquilidad hasta ahora se ha asentado sobre la imposición a la absoluta mayoría, más allá del que manda, o de los que mandan, de la renuncia al ejercicio a sus derechos civiles y políticos. En tiempos de Fidel, y del subsidio soviético, el modelo de país como “alegre” y bullanguero campamento cruzado quizás funcionara, ahora, con un claro quiebre generacional, con una mayoría de la población agotada tras treinta años de crisis estructural, sin expectativas reales de salir del bache en que las mayorías vive, con un mayor contacto con un mundo que no se parece ya en mucho al de 1960, o incluso 1984, se impone un nuevo pacto social. Es por tanto la insistencia en la continuidad, en el modelo absolutamente centralizado, en que el Estado pretende ser el intermediario obligatorio de la interacción entre los individuos, en casi cada aspecto de la vida, lo que está llevando al país a una nueva etapa de profunda inquietud, quizás hasta revolucionaria, no las legítimas exigencias de derechos, y de cambio de rumbo, de una parte creciente de la ciudadanía.

A partir de este fin de semana puede suceder cualquier cosa en Cuba: desde repetir las detenciones masivas de abril de 1961, o iniciar ya mismo un “otoño negro”, en que los críticos más visibles del régimen seamos condenados a prácticas cadenas perpetuas, hasta parquear tanques en las calles, o bloquear el servicio de Facebook. Lo incuestionable, sin embargo, es que Cuba no es la China de 1989. Cuba no tiene los mil millones de habitantes que le permitieron entonces a China hacer mirar a los inversores a otra parte. La situación no va a mejorar si la cúpula del régimen cubano no comprende que debe respetar derechos humanos fundamentales, y reformar el sistema político-económico, de manera que los ciudadanos podamos ejercer realmente esos derechos. Sin duda el aparato represivo del régimen todavía está en capacidad de imponer de nuevo el silencio y la apatía a la sociedad cubana, pero ello sólo implicará la continuación de la despoblación, de la situación económica precaria, y sus efectos cada vez más profundos y nocivos en la mentalidad del pueblo cubano.


Los comentarios son responsabilidad de quienes los envían. Con el fin de garantizar la calidad de los debates, Cubaencuentro se reserva el derecho a rechazar o eliminar la publicación de comentarios:

  • Que contengan llamados a la violencia.
  • Difamatorios, irrespetuosos, insultantes u obscenos.
  • Referentes a la vida privada de las personas.
  • Discriminatorios hacia cualquier creencia religiosa, raza u orientación sexual.
  • Excesivamente largos.
  • Ajenos al tema de discusión.
  • Que impliquen un intento de suplantación de identidad.
  • Que contengan material escrito por terceros sin el consentimiento de éstos.
  • Que contengan publicidad.

Cubaencuentro no puede mantener correspondencia sobre comentarios rechazados o eliminados debido a lo limitado de su personal.

Los comentarios de usuarios que validen su cuenta de Disqus o que usen una cuenta de Facebook, Twitter o Google para autenticarse, no serán pre-moderados.

Aquí (https://help.disqus.com/customer/portal/articles/960202-verifying-your-disqus-account) puede ver instrucciones para validar su cuenta de Disqus y aquí (https://disqus.com/forgot/) puede recuperar su cuenta de un registro anterior.