Actualizado: 18/04/2024 23:36
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Educación, Maestros

De como resultó la formación del hombre nuevo

Los cubanos retomarán una cultura del civismo y los buenos modales cuando necesiten de estas cualidades para garantizar su bienestar

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No estoy muy seguro a que se refieren los voceros del sistema cuando hablan de la crisis de valores en la sociedad cubana. Ellos insisten en reducirla a cierta degradación del vocabulario y a los malos comportamientos que afectan a una enorme parte de la población.

Los sectores académicos que estudian el fenómeno del civismo, la cultura y el lenguaje en el medio social examinan el tema en puntillas de pie, como si reconocieran un campo minado. Ciertamente es un tema complejo, sobre todo para los investigadores de alto perfil académico y precisamente por eso me resisto a creer en la ingenuidad con la que tratan el asunto. Y para ser coherentes con la defensa de los valores que ellos mismos dicen querer preservar habrá que partir del respeto, sobre todo respeto a la inteligencia del público al que se están dirigiendo.

El mandato de un político es hacer política pero el de un científico es informar objetivamente las causas y consecuencias que dan lugar a determinado fenómeno, en este caso social. Cualquier interpretación, supresión o falsificación de los resultados obtenidos convierten al académico en un vulgar político. Y ese fue el triste papel que les tocó jugar a los invitados que intervinieron en la Mesa Redonda del miércoles, 24 de abril de 2013.

En torno a una breve entrevista a la Dra. Graziella Pogolotti se reafirmó la importancia del respeto en las relaciones humanas, con lo cual estoy absolutamente deacuerdo. Lo que no me acaba de cuadrar es el ejemplo que la señora Pogolotti empleó para ilustrar su tesis. Dijo que es incorrecto que un estudiante de secundaria lleve su celular al aula porque “perturba la atención en la clase y es una falta de respeto al maestro y sus compañeros.

Aún no comprendo porque utilizó ese ejemplo que si bien puede ser real no es para nada representativo y sí bastante chocante teniendo en cuenta que este servicio es un lujo para la mayoría de profesionales cubanos, cuanto más para un sencillo alumno de la educación secundaria. Algo me dice que la Dra. Pogolotti ha perdido mucho más que la vista y la voz, o lo que es peor nos está faltando el respeto a los millones de cubanos de a pie que necesitamos acopiar el salario de cuatro meses para acceder a este sencillo equipo. Y la verdad es que nuestros estudiantes de secundaria apelan recursos mucho más austeros para faltarle el respeto al claustro.

La crisis de valores en la Cuba de los hermanos Castro es un tema del que se podríamos estar hablando en un podio por más de cinco horas, para luego terminar concluyendo que la solución es formar un contingente de maestros emergentes, lanzar dos canales educativos al aire y crear una sede universitaria en cada aldea del país, pero ya sabemos que ese modelo no funcionó precisamente bien. Así que los distinguidos académicos coincidirán conmigo en la necesidad de abordar el problema desde otras perspectivas.

Mi modesta apreciación del asunto parte de una idea muy personal que he dado en llamar “teoría de la necesidad”. Los cubanos retomarán una cultura del civismo y los buenos modales cuando necesiten de estas cualidades para garantizar su bienestar. La industria turística nacional tiene experiencias muy positivas en ese sentido pero se circunscribe a un sector muy limitado de la sociedad que por ahora estimula otro tipo de (anti)valores como la impostura, el enmascaramiento, la corrupción, la manipulación, la intolerancia, la violencia, el dogmatismo, el materialismo, el igualitarismo, la desconfianza, la indiferencia, el oportunismo, la demagogia, el egoísmo, la burocracia, la mediocridad, el fanatismo, la idolatría, el despotismo, la brutalidad, la promiscuidad, el machismo y la ignorancia. Carecer de estos “atributos” puede costarte el trabajo, una mesa bien servida y el acceso al contrabando de bienes y servicios. De sincero a contrarrevolucionario hay un margen tan estrecho que llegan a confundirse, y eso es casi tan grave como ser un hereje en plena Edad Media.

El ser humano está preparado para adaptarse y sobrevivir las peores condiciones imaginables. Si el entorno le obliga a renunciar a los valores para prevalecer seguramente lo hará.

Si no fuera una situación tan grave y peligrosa para la continuidad de la nación podría hasta reírme de ver como los Jerarcas del Partido compraron cabeza y le cogieron miedo a los ojos.


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