Constitución, Referendo, Votación
Después de un hipotético NO
Un NO con proporciones que ronden el 40 % de los votos válidos significa, en las condiciones del totalitarismo cubano, una disidencia que tendrá que ser reconocida universalmente
Sobran razones para votar NO en el referendo constitucional del próximo 24 de febrero. Las hay universales, como las relacionadas con el derecho a salarios y pensiones dignas, realizar emprendimientos e inversiones en tu país, donde quiera que residas. Otras como el derecho a educar a los hijos según la fe religiosa que profese la familia resultan más relacionadas con sectores específicos de la población.
Pero el disfrute, sin condicionamientos ideológicos, de los derechos consignados en los instrumentos internacionalmente aceptados sobre derechos humanos corresponde a todos los cubanos, incluso a aquellos que por vivir toda su vida en el oscurantismo —Granma, Mesa Redonda, NTV— ni siquiera conocen de su existencia. Por tanto, aun sin saberlo, sobran razones para el NO a una constitución que en cada párrafo niega o condiciona el disfrute de alguno de esos derechos.
Para aquellos que hemos llegado a las conclusiones anteriores se nos plantea como deber ciudadano dar a conocer nuestras razones, para al menos, lograr que la mayoría sea responsable de su decisión en el acto de votar. Esto resulta peligroso, difícil e incomprendido, y rechazado incluso violentamente por parte de una población condicionada a paradigmas absurdos desde la niñez. Esto no es nuevo históricamente y la película Inocencia, recién estrenada, lo muestra claramente.
No parece objetivamente posible un No mayoritario, tampoco existen las condiciones para la “unanimidad” de otras ocasiones, ya los juicios sumarísimos sin garantías procesales con fusilamientos o encarcelamientos con largas penas no resultan viables en las actuales circunstancias, tampoco los exilios masivos. Por otra parte, la sociedad cubana está, a pesar de los esfuerzos des-informativos de los medios de propaganda del partido&gobierno, más informada, ha evolucionado. Parece que el escenario más posible será un SÍ mayoritario, pero con un NO significativo de actuar los activistas para minimizar el inevitable fraude.
Las boletas en blanco no sirven, se rellenan en las mesas; tampoco las marcadas a lápiz, por la misma razón. La abstención esta vez no se puede ver como rechazo, puede ser una expresión de “una u otra las dos son buenas”. En esta ocasión lo objetivamente correcto es marcar NO con algo imborrable, pluma, bolígrafo o marcador, éste último el más adecuado. Atención especial al número de electores inscriptos en el padrón electoral y el censo de ciudadanos existentes según el censo (www.onei.cu), por ahí comienza el fraude, algo perfeccionado en Venezuela.
¿Y luego qué? Un NO con proporciones que ronden el 40 % de los votos válidos quizás el escenario más posible que admitido por el partido&gobierno, significa, en las condiciones del totalitarismo cubano, una disidencia que tendrá que ser reconocida universalmente. Recordar que el rechazo internacional al desgobierno de Maduro —menos totalitario que el cubano—proviene de la represión a la oposición más que de la corrupción y destrucción del patrimonio productivo. Para Cuba con corrupción y destrucción patrimonial peores hay menos rechazo pues no se reconoce la existencia de la oposición, así de sencillo.
La aprobación unánime de la asamblea nacional al proyecto contrastaría con un NO de esa magnitud y sería prueba irrefutable de que en Cuba se desgobierna a espaldas de parte considerable de la ciudadanía, a lo cual se añadiría el hecho del desconocimiento de derechos políticos a 1,4 millones de ciudadanos cubanos en el exterior —cifra oficial del MINREX— lo cual otorgaría una potencial mayoría al NO de votar todos los ciudadanos, donde se encuentren, algo innegable.
El resultado descrito dará un espaldarazo a las organizaciones de derechos humanos u otras que desde Cuba o el exterior luchan desde siempre por recuperar la democracia para su patria. A partir de entonces su labor se hará más efectiva y el apoyo que puedan lograr de organizaciones internacionales mayor.
De alcanzar el NO mayoría absoluta, el escenario será diferente, muchísimo más ventajoso, pero dejemos ese supuesto para ser analizado en otra ocasión. Conclusión: #Yo voto no.
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