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Moragas, España, Rajoy

Efemérides de la Contrarrevolución Cubana

Carromero denunciaría con valentía y arrojo que las muertes de Payá y Harold Cepero eran asesinatos de Estado, pero ni Rajoy ni Moragas protestaron

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El 17 de octubre de 2004, el diario madrileño La Razón reprodujo en imprenta la grabación en audio que la cadena de radio española COPE había hecho del intercambio en el aeropuerto de La Habana entre un policía cubiche y el diputado español Jorge Moragas, Secretario de Relaciones Internacionales del Partido Popular (PP).

“Usted no es admitido en Cuba [ya] que está violando las leyes de nuestro país / Y yo le vuelvo a informar de que [usted] está violando las leyes internacionales (…) Quiero ver al embajador de España / Que no, que no. Si no se monta [en el avión] me veré en la necesidad de arrestarlo; se lo he dicho tres veces (…) Usted ha sido expulsado de Cuba / Me da igual, me da igual que esté expulsado, pero quiero ver al cónsul de España para poder decírselo y dar mi versión (…) Ha venido a verme, a protegerme; usted no permite que el representante diplomático español proteja a un ciudadano español / Evite problemas, evite problemas (ruido) / Me está poniendo las manos encima…”.

Moragas se había reunido en julio con disidentes en La Habana y recibido advertencia de las autoridades cubanas. A diferencia de aquella vez, en esta vino al reenganche después de anunciar en Madrid su intención de reunirse con Oswaldo Payá y Blanca Reyes, esposa del escritor Raúl Rivero, una de las víctimas de la ola represiva de la Primavera Negra. Moragas llegó acompañado de los demócrata-cristianos holandeses Boris Dittrich y Kathleen Ferrier. El trío fue retenido en el aeropuerto por dos horas hasta que tomaron el avión de vuelta.

Funciones en el tablao

El incidente sobrevino en medio de la guerra de los cocteles, declarada por la Unión Europea (UE) al régimen de Castro en virtud de la Primavera Negra. Consistía en invitar a disidentes a las recepciones de las embajadas europeas en La Habana, pero el 12 de octubre de 2004, en la ocasión de la Fiesta Nacional de España, a.k.a. Día de la Hispanidad, el embajador Carlos Alonso Zaldívar provocó ya que al menos dos disidentes se marcharan, al señalar que la administración Rodríguez Zapatero tenía la voluntad de impulsar el diálogo con Castro y liderar el cambio de la “insatisfactoria” Posición Común de la UE. Poco después aterrizaría Moragas.

El canciller español Miguel Ángel Moratinos —militante del Partido Socialista Obrero Español (PSOE)— protestó por el “tratamiento inaceptable” a Moragas en el aeropuerto de La Habana, pero clavó una lanza en el costado del PP al subrayar que la política de España hacia Cuba era cosa de gobierno y no “asunto de política doméstica” en que los partidos pudieran meter sus narices. Moragas calificaría a Moratinos de rehén de los hermanos Castro.

El presidente del PP, Mariano Rajoy, saltó enseguida con que quedaba demostrado que el régimen de Castro no era otra cosa que una dictadura, pues los disidentes no podían llevar a cabo ninguna actividad política. Y remachó con que el incidente era un insulto a todo el pueblo español, al cual Moragas representaba como diputado. Al llegar Rajoy a la jefatura de gobierno en 2011, Moragas sería su Jefe de Gabinete, tan diligente que hasta salía a correr con él (foto).

Y poco después llegó Carromero

A mediados de 2012, el komsomol del PP Ángel Carromero viajaría de estreno a la Isla de Cuba pintoresca junto con otro demócrata-cristiano, esta vez de Suecia: Jens Aron Modig, quien ya había estado en 2009. Según diría Carromero al diario madrileño El Mundo, vinieron “a dar apoyo y dinero a la disidencia cubana. Les llevamos 8.000 euros, medicinas contra el cáncer e información de lo que pasa fuera”.

Al parecer no le dieron información completa de lo que pasaba dentro. Además de no poder llevar a cabo ninguna actividad política, como afirmaba Rajoy, en la Cuba de los hermanos Castro los disidentes podían ser asesinados dejando vivos a testigos extranjeros.

Carromero denunciaría con valentía y arrojo que las muertes—el 22 de julio de 2012— de Payá y Harold Cepero eran asesinatos de Estado, pero ni Rajoy ni Moragas protestaron. Se tragaron como si nada el informe del comisario de policía Vicente Cuesta Macho, consejero de Interior de la Embajada de España en Cuba, quien dictaminó que ningún otro vehículo había impactado el auto de Carromero, como alegaba este. También aceptaron las declaraciones del gestor de la defensa de Carromero, José María “Pepe” Viñals, del bufete madrileño Lupicinio Abogados, así como del embajador español en Cuba [Juan Francisco Montalbán] y de sus cónsules general [Tomás Rodríguez-Pantoja] y adjunto [Álvaro Kirpatrik], quienes coincidieron en que ni la policía secreta ni la policía evidente del castrismo habían intervenido para nada en aquellas muertes.

La administración Rajoy no mandó a investigar el complot del sueco Modig con la Seguridad del Estado cubana, que se cae de la mata por simple lectura del mensaje de texto que pasó Modig a destinatario en Suecia antes de hacer declaraciones públicas: “Dice Ángel que un carro lo empujó fuera de la carretera”. Modig se anuló así como testigo desde el principio para declarar enseguida que iba durmiendo y consumar el complot con una regla bíblica: “No se tomará en cuenta un solo testigo contra nadie en cualquier delito” (Dt, 19:15).

Ni Rajoy ni Moragas pusieron al G-2 en la picota pública por la persecución sobrecogedora del auto de Ángel Carromero en una carretera rural que no daba más chance que parar en Vado del Yeso, doblar en el entronque de Cauto Embarcadero o seguir derechito hasta la circunvalación de Bayamo. Gastar gasolina en seguir un auto por allí —en vez de chequear por radio su paso por aquellos puntos con caballitos de patrulla— tenía que obedecer a propósito siniestro.

Coda

Moragas acusaba al gobierno de Rodríguez Zapatero de “orillar y humillar” a los disidentes de Cuba en nombre de España. Al celebrarse por primera vez —el 12 de octubre de 2012— la Fiesta Nacional de España bajo la administración Rajoy, ningún disidente fue invitado a la recepción en la embajada española.


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