Actualizado: 17/04/2024 23:20
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Economía, Doble moneda, Inversiones

El arte de la ilusión

Lo único real que está ocurriendo en Cuba es que avanza indetenible la estampida hacia Miami

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Para el régimen cubano, la realidad y la esperanza siempre se han mezclado de forma indisoluble.

Entre equívocos e ilusiones construyó el régimen de La Habana su base de sustentación. Fue una opción arriesgada y poco promisoria, pero que en la práctica le ha brindado resultados excelentes. Aun hoy sigue apostando a la misma carta. Y nada indica que no siga teniendo en las manos no el as de triunfo sino de supervivencia. Con ello le basta. La política cubana es al menos consecuente en este sentido.

Hasta hace unos dos años Cuba jugó con gran intensidad la carta del petróleo. La posibilidad de que la Isla pudiera convertirse en exportador de crudo en un plazo relativamente corto llegó hasta la discusión en el Congreso de Estados Unidos de un proyecto de ley para permitir a las petroleras norteamericanas participar en el negocio.

Nada quedó de ese proyecto y el único temor latente siempre ha sido la posibilidad de que alguna exploración petrolera condujera a un desastre ecológico. Se han tomado medidas en este sentido, pero la realidad ha terminado por imponer una tranquilidad momentánea: el peligro alejado ante el hecho de que no se ha encontrado petróleo de calidad o en condiciones rentables, incluso a los elevados precios que llegó a tener el combustible.

Ahora casi no se habla del tema en la prensa oficialista cubana. Sin embargo, la ilusión contribuyó al ejercicio perenne de alimentar la espera en los cubanos.

Siempre se mezcló una dosis de hechos y espejismos en el asunto petrolero.

Los hechos son que a través de los años Cuba ha logrado incrementar la producción de petróleo y gas en la isla, hasta alcanzar la mitad del consumo del país, aunque con un producto de rendimiento pésimo y bajo valor energético. Una parte de esos pozos ya muestran signos no agotamiento y la estrategia actual es incrementar las capacidades de recuperación de crudo.

Otro hecho fundamental fue que varias importantes firmas extranjeras firmaron acuerdos de exploración en la plataforma marina, así como los datos que al parecer indicaban la posibilidad de grandes bolsones de crudo.

Sin embargo, todo eso fue siempre sólo parte de la realidad. Por la otra estaban también otros hechos: si aparecían grandes yacimientos, estaban situados en las profundidades marinas y requerían de alta tecnología y grandes inversiones para su extracción.

Pero sobre todo el plan se fundamentaba en una ilusión, que tenía que ver con la rentabilidad de los posibles hallazgos.

Este afán por encontrar petróleo en la isla dependía mucho de que se mantuvieran altos los precios, que no surgieran opciones alternativas de combustible que redujeran la dependencia energética y que no se desarrollaran otros métodos de extracción.

Lo que ocurrió fue precisamente todo lo contrario a las expectativas cubanas: se desarrollaron nuevos métodos de obtención, hubo grandes hallazgos en otras regiones, hay ahora un mayor aprovechamiento energético y bajó el precio. Era una carrera contra el tiempo y la realidad, y Castro la perdió.

El remedio ha sido buscar otra fuente de esperanza.

Si ahora no se recuerda el sueño petrolero, ha surgido una nueva forma de ilusión. Son las inversiones extranjeras y el deshielo en las relaciones entre Washington y La Habana, que también ha incrementado una tendencia similar por parte de Europa. Se han sucedido los encuentros diplomáticos y las visitas ministeriales, incluso de jefes de Estado en el caso de Francia y los contactos entre funcionarios cubanos y legisladores estadounidenses y europeos. También las visitas comerciales. Pero este amplio proyecto, que ha contado con una enorme difusión en la prensa, no avanzado mucho más allá de la etapa de tanteos.

El gobierno cubano también dio a conocer que había aprobado una “cartera de oportunidades para la inversión extranjera”, donde ha ofrecido al capital foráneo 246 proyectos en diversos sectores económicos, con un monto conjunto estimado en más de $8,000 millones. Con el anuncio se destacó que ese paso constituía un “aspecto esencial en el proceso de atracción del capital foráneo”.

Sin embargo, hasta la fecha persisten las dudas sobre las posibilidades de éxito de tal proyecto.

En marzo de este año se dio a conocer un informe de que Cuba habría aprobado 120 proyectos industriales en la Zona de Desarrollo Especial Mariel (ZEDM), según funcionarios cubanos citados anónimamente por la publicación económica Cuba Standard, con sede en Miami, de acuerdo a una información reproducida en El Nuevo Herald.

El monto de las inversiones se calculaba en mil millones de dólares y algunas obras de construcción comenzarían en el segundo semestre de este año. Entre las empresas interesadas, en su mayoría europeas, chinas, sudcoreanas y vietnamitas, destacaban los fabricantes de autos Toyota Motor Corp China, Geely Automotive Holdings y South Korea’s Hyundai Motor Co.

Geely ya había anunciado a fines de 2013 que abriría una planta ensambladora de autos en la Isla, pero poco ha trascendido después.

Según el informe, las autoridades cubanas habrían rechazado 30 proyectos por no tener la escala requerida, pues solo quieren grandes inversiones en la ZEDM. Tampoco aparecían grandes proyectos de Brasil o Rusia en la lista, aunque en febrero, la prensa de Abu Dabi informó que Rusia estaba buscando socio en ese país para construir un aeropuerto en Cuba y una conexión de ferrocarril que lo conecte con el puerto del Mariel. Moscú planea invertir al menos $200 millones, según publicó The National.

El artículo de Cuba Standard contrastaba con la información pública sobre el tema. Las autoridades cubanas informaron el año pasado que estaban evaluando 23 proyectos inversionistas pero no han reportado su aprobación.

Hasta ahora, solo tres compañías se han referido a acuerdos alcanzados para invertir en el Mariel: la productora de implantes ortopédicos Otto Bock GmbH; una empresa vietnamita, Thai Binh Investment Trading Corp., con planes de construir una planta productora de detergente y pañales desechables, y la firma Richmeat de México. A fines de febrero, el gobierno mexicano comunicó que Richmeat se había convertido “en la primera compañía a nivel internacional en obtener la aprobación de un proyecto de inversión en la zona especial de desarrollo del Mariel en Cuba”.

En mayo de este año, la agencia Efe informó que Cuba había aprobado las inversiones de cinco empresas extranjeras en la ZEDM.

La directora general de la Oficina de la ZEDM, Ana Teresa Igarza, precisó que hasta la fecha “hay seis empresas aprobadas, cinco de ellas de inversión extranjera cien por ciento, cuyo objetivo fundamental es la producción de bienes en la zona”, según cita un reporte de la agencia estatal Prensa Latina, de acuerdo al cable de Efe.

Las empresas aprobadas están relacionadas con las áreas agroalimentaria, industria ligera, electrónica, química y transporte, indicó Igarza, aunque no dio detalles sobre los países de origen de las compañías.

Sobre las obras para la instalación de las empresas, está previsto que demoren entre ocho meses y un año, y que comiencen a producir en el primer semestre del año 2016.

La directiva de la ZEDM explicó que las empresas aprobadas están ahora “concentradas en su constitución, en todo el andamiaje que requiere y también en el inicio de las inversiones”.

Según había informado la Oficina de la ZEDM unos meses antes, Cuba había recibido más de 300 solicitudes oficiales de inversión en ese enclave de unos 30 países, encabezados por España, Italia, China, Rusia, Francia, Vietnam, Brasil, México, Holanda y Canadá.

Con anterioridad, en abril de este año, se hizo el anuncio de que la empresa española Hotelsa, dedicada a la fabricación y comercialización de productos alimenticios y bebidas para la hostelería, será la primera compañía extranjera en construir una fábrica en la ZEDM.

Así que en la práctica la inversión extranjera hasta el momento es muy reducida, y conociendo los obstáculos y retrasos casi endémicos que atraviesan esos proyectos en la Isla cabe la duda de que se cumplan a tiempo los planes para entrar en funcionamiento dichas industrias.

Por supuesto que esta situación podría cambiar de ahora en adelante, cumplirse los planes y los proyectos entrar en funcionamiento en las fechas previstas, pero está por verse.

De nuevo hay en el ambiente cubano una promesa de que el alivio de los problemas que enfrentan quienes viven en la Isla está a la vuelta de la esquina, en este caso gracias al interés del capital internacional en invertir en el país, y otra vez una solución que llega del exterior para ayudar en la crisis perpetua de la economía nacional.

Solo que hay también otro factor que, al igual que otras ocasiones, indica que el gobierno cubano está dejando que pase el tiempo sin lograr nada.

El proceso para eliminar la doble moneda en Cuba, el reto más complejo de las reformas económicas de Raúl Castro, sigue sin avanzar más allá del anuncio de la creación de una “hoja de ruta” para llevarlo a cabo, realizado el 22 de octubre de 2013, sin que aún se conozca la fecha del “día cero” en que se hará efectiva la unificación.

La supresión de la dualidad monetaria es considerada clave para lograr atraer capitales extranjeros, aunque no una medida suficiente para lograr ese objetivo. Se considera uno de los ejes de la “actualización” económica puesta en marcha bajo el mandato de Raúl y primordial para supuestamente destrabar los nudos de la deprimida economía de la Isla.

Así que todo se reduce al ejercicio estéril de aparentar que se está haciendo algo cuando en realidad se hace poco o nada. Por eso, lo único real que está ocurriendo en Cuba es que avanza indetenible la estampida hacia Miami.


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